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‘Sin el IVA, el país habría perdido grado de inversión': Minhacienda

Mauricio Cárdenas, ministro de Hacienda, está en el cargo desde 2012, año en el que el crecimiento fue del 4 %.

Mauricio Cárdenas, ministro de Hacienda, está en el cargo desde 2012, año en el que el crecimiento fue del 4 %.

Foto:Diego Santacruz / Archivo EL TIEMPO

Cárdenas habla de la calificación a la deuda del país. La ve como un mensaje contra el populismo.

Diana Rincón
A un país como Colombia –al igual que a las personas de carne y hueso que piden plata prestada– lo califican por el riesgo de que no pague. Y en una escala de 12 niveles, el país estaba en el cuarto, pero el lunes, la agencia calificadora Standard and Poor’s (S&P) le rebajó la nota al quinto nivel. De la calificación triple B (BBB) a triple B menos (BBB-). Cuanto más abajo en la escala, los préstamos son más caros.
En los primeros cinco niveles, se considera que prestarle a un país es invertir. En las siguientes notas, ya no es invertir sino especular. Así, prestarle a Colombia sigue siendo una inversión, pero quedó solo a un nivel de que se considere especulación.
El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, se refiere a ese recorte en la ‘libreta de calificaciones’ del país.
¿Qué significa esto para la gente?
Esto no debe afectar para nada la situación económica de las familias, porque, en primer lugar, Colombia sigue teniendo unos fundamentos económicos sólidos; segundo, tiene acceso a financiamiento internacional; tercero, sigue siendo un país muy atractivo para la inversión. Más bien es una señal de alerta –las otras calificadoras nos mantienen la calificación triple B (BBB)–, pienso yo, para asegurarse de que el manejo económico de Colombia hacia adelante no se vaya a descarrilar.
Es indispensable que mantengamos la calificación de Fitch y de Moody’s en triple B. Es un gran objetivo. Porque los inversionistas contrastan varias calificadoras con diferentes enfoques y metodologías, y al final el inversionista evalúa toda la información que tiene.
¿Y cómo lograr que las otras agencias mantengan la calificación?
Haciendo lo que hemos hecho: explicando, dando la pedagogía, las señales de que el país hacia adelante está comprometido con la reducción del déficit fiscal, de que aquí no habrá una ruptura ni un replanteamiento del modelo económico, de que el país seguirá por la tradición –no solo de este gobierno, sino de gobiernos anteriores– de un manejo serio, donde el país, enfrentado a retos, siempre opta por hacer la tarea responsablemente. No les saca el cuerpo a las decisiones difíciles. Logra generar los consensos políticos y empresariales para tomar medidas que en otros países son complejas. Estoy seguro de que independientemente de quien gane las elecciones imperará esa tradición.
En últimas, ¿cuál fue el mensaje de S&P?
Hay dos principales: el primero, ellos consideran que es indispensable asegurarse de que no solo este año y el entrante se reduzca el déficit, sino que, de ahí en adelante, se siga reduciendo. Es un mensaje que tiene mucho que ver con las propuestas de política fiscal para el próximo gobierno. No hay espacio para el populismo; no hay espacio para pensar en medidas fiscales que impliquen reducción de los ingresos ni aumento del gasto. Eso sería condenar al país a perder su grado de inversión.
Un segundo mensaje es que las exportaciones cayeron mucho por el precio del petróleo, también, en parte, por el colapso del mercado venezolano y, en menos medida, por la reducción de las exportaciones a los vecinos, incluyendo Ecuador. Esa caída hace que varios indicadores se vean mal. Por ejemplo, la relación de la deuda externa frente a las exportaciones obviamente aumentó. Entonces, tenemos que mejorar esos indicadores. ¿Cómo? Mejorando las exportaciones, y, afortunadamente, ya están creciendo.
La agencia dice que la nota se recuperaría si la deuda externa disminuye más de lo esperado. ¿Se puede lograr?
Sí. Hoy la deuda pública tiene un 65 por ciento en pesos y un 35 por ciento en dólares. La política que hemos adoptado es reducir la participación de la deuda en dólares y aumentar la proporción en pesos, para llegar a un 70-30. Eso reduciría el peso de la deuda pública externa y ayudaría a mejorar ese indicador. Es otra política que ya habíamos anunciado, que no es nueva.
También se recuperaría la calificación si hay un alivio en el déficit más rápido de lo esperado. ¿Es realista?
El déficit ya está cayendo. El año pasado fue de 4 por ciento del producto interno bruto (PIB). Este año va a ser 3,6 por ciento, y el entrante, 3,1 por ciento. Ellos no dudan sobre la capacidad del Gobierno de cumplir con esa reducción. Pero del 2018 en adelante debe seguir bajando, y es donde hacen la señal de advertencia, porque ven que es difícil que el déficit siga bajando después, y se preguntan qué compromiso hay primero con la regla fiscal –que es lo que aseguraría que el déficit siga bajando– y qué seguridad hay de seguir por una senda de fortalecer ingresos fiscales y reducir gasto.
En ese sentido, las preocupaciones se relacionan con el cambio de gobierno. ¿Si no hubiera elecciones, no habrían bajado la nota?
El elemento de la incertidumbre política está sobre la mesa, pero no es el único. Hay incertidumbre sobre las dificultades, en general, de seguir bajando el déficit, y las elecciones le introducen un factor adicional, pues hay propuestas que pueden ser muy populistas en materia fiscal, y eso agrava las cosas.
S&P advierte que podría bajar más la nota si al país se le limita el acceso a los mercados. ¿Qué tendría que pasar para eso?
Veo eso como un evento de bajísima probabilidad. Colombia es un país que ha tenido acceso fluido a los mercados desde hace muchísimos años. Al que los mercados aprecian. Tienen apetito por los papeles de Colombia. De manera que ese factor no lo veo como algo que tenga un riesgo material de ocurrir. Ellos mismos dicen que es un evento con baja probabilidad.
¿Es cierto, como ellos apuntan, que el recaudo por la reforma tributaria resultó por debajo de lo que se pensó?
Los ingresos tributarios han crecido al 8 por ciento este año, por debajo de la meta de crecimiento de 12 por ciento. Pero la diferencia se debe, esencialmente, a que la economía ha crecido menos y a que hemos tenido una menor inflación que la prevista. No es que la reforma tributaria no haya funcionado. Ha cumplido un papel muy importante para mejorar los ingresos de la Nación. Pero el menor crecimiento de la economía es un fenómeno temporal. Los analistas coinciden en que la economía va a crecer más el año entrante. El crecimiento ha estado por debajo de lo esperado por el atraso de los proyectos 4G y el aumento de las tasas de interés el año pasado que, con su impacto negativo sobre el crédito, tuvo consecuencias fuertes en el consumo de los hogares.
Al IVA también se le achaca un freno en el consumo de los hogares...
Eso frenó el consumo en los primeros meses. Pero el efecto macroeconómico del IVA es haber permitido reducir este año el déficit fiscal, y compensar el hecho de no recibir este año ingresos petroleros. El IVA ha jugado un papel muy importante. Habría sido mucho peor –y seguramente habríamos perdido hasta el grado de inversión– si no hubiéramos hecho la reforma tributaria de diciembre del año pasado.
¿Hay dificultad para cumplir la regla fiscal?
Este año y el entrante, está garantizada. Lo que ve S&P es un escenario muy exigente desde el 2019 de reducción adicional del déficit que no cuadra con las presiones de gasto y algunos anuncios de reducción de impuestos.
Y están viendo que esos anuncios de reducir impuestos tienen chance de ganar...
Pues... es un escenario incierto. El solo hecho de que haya propuestas de varios candidatos genera preocupación en las calificadoras.
S&P califica de lenta la recuperación del ritmo del crecimiento. ¿Cómo acelerar?
Ante todo, volviendo a tomar el ritmo en el programa de las 4G; esperando que la reducción de tasas de interés irriguen más a los hogares y les alivien la carga financiera, y, por otro lado, recibiendo los beneficios económicos de la paz, en la agricultura, en la hotelería...
¿Cómo conciliar la presión del posconflicto con la necesidad de no aumentar el gasto?
Ya está definida la ruta para las inversiones del posconflicto. Es un presupuesto para ejecutar en 15 años. Este año, 1,8 billones de pesos; el entrante, 2,4 billones, que se acomodan dentro de la regla fiscal. No se hizo nada fuera de la regla fiscal.
Usted reitera que muchas de estas preocupaciones de S&P ya tienen respuesta en decisiones tomadas desde antes. Así, ¿cuándo se podría recuperar la nota?
Los procesos con las calificadoras son lentos. Evalúan con poca frecuencia. Lo que leería de esta decisión es una advertencia de que el país se mantenga en línea de reducción del déficit; que no coquetee con el populismo. Que no se deje seducir por las salidas fáciles de bajar impuestos y subir salarios y subir gastos. Que eso nos haría mucho daño, nos generaría la posibilidad de perder el grado de inversión.
Un segundo mensaje es que la economía crece menos este año y la recuperación es lenta, pero diría que, tal vez, Standard and Poor’s se equivocó en el momento para hacer esa apreciación, porque hemos asumido la mayor parte del ajuste y lo hemos hecho con mucha responsabilidad. Se han tomado las medidas difíciles y ya se logró bajar la inflación a niveles inferiores al 4 por ciento; bajar el déficit de cuenta corriente a 3,4 por ciento del PIB –casi lo mismo que antes de la caída del precio del petróleo– y entrar en una etapa en la que la economía crece más, en buena parte liderada por las exportaciones. Ya pasó lo peor, y, probablemente, esta señal hace un año o hace dos años era más apropiada, pero ahora que hemos hecho buena parte del ajuste no era el momento de bajar la calificación.
MAURICIO GALINDO
Editor de Economía y negocios de EL TIEMPO
@galmau
Diana Rincón
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