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Eurogrupo alcanza un principio de acuerdo sobre el rescate de Grecia

Imagen de la reunión informal de los ministros de Economía de la Unión Europea.

Imagen de la reunión informal de los ministros de Economía de la Unión Europea.

Foto:Domenic Aquilina / EFE

El pacto contempla recortes que equivalen al 2 % del PIB a partir del 2018. FMI no participaría.

Grecia siempre vuelve: como comedia, como farsa, casi siempre como tragicomedia.
El Eurogrupo, la reunión de ministros de Finanzas de la eurozona, alzanzó el viernes en La Valeta (Malta) un principio de acuerdo político sobre el rescate griego, siempre al borde del abismo.
Hay una nueva propuesta sobre la mesa, acompañada de las ya habituales maniobras políticas en la oscuridad. Y la fumata blanca está a la vista: el jefe del Eurogrupo, el polémico Jeroen Dijsselbloem, ha anunciado ese pacto político que, si se sustancia, despejará el panorama en Grecia.
El Ejecutivo heleno está listo para aprobar la enésima oleada de recortes y reformas, algunos de ellos con efectos retardados.
Los socios le permitirán que a la vez aplique algún que otro estímulo. Y los acreedores han acordado que la troika vuelva a Atenas para supervisar el examen del rescate, lo que se interpreta como un signo inequívoco de que las cosas van bien: cuando Grecia supere ese examen, la troika revisará su senda fiscal, negociará una reestructuración de su deuda, acordará la llegada de las próximas ayudas e incluso permitirá al BCE que compre deuda helénica.
La historia se repite: ese pacto llega cuando Atenas está cerca de quedarse, una vez más, sin blanca. Y los socios europeos aprovechan para presionar con el objetivo de que el Gobierno apruebe la enésima oleada de recortes y reformas: unos 3.500 millones de euros en dos años.
El pacto es el siguiente: si Grecia cumple sus objetivos fiscales en 2018 (un superávit primario, sin contar el pago de intereses, del 3,5 por ciento del PIB), rebajará las pensiones en un 1 por ciento del PIB en el 2019, unos 1.750 millones, y subirá un 1 por ciento los impuestos en el 2020, en unos 1.750 millones más.
Si no logra cumplir los objetivos del rescate, la subida de impuestos del 2020 se adelantará al 2019. El FMI ha expresado reservas al respecto, pero fuentes consultadas coinciden en que finalmente aceptará el trato.
En paralelo, los acreedores permitirán a Atenas usar parte del superávit en un paquete de estímulo de un tamaño similar con medidas para luchar contra la pobreza, garantizar inversiones y apuntalar el mercado laboral.
Si el Eurogrupo materializa ese acuerdo, aún queda trabajo por delante.
Las instituciones conocidas como troika volverán de inmediato a Atenas para terminar de resolver los últimos flecos de la reforma laboral que se avecina (medidas adicionales sobre negociación colectiva, despidos y huelgas) y de la reforma del mercado energético (una nueva privatización, esta vez de la empresa pública PPC).
Si todo funciona, Grecia recibiría el próximo tramo de ayuda, esencial para no suspender pagos en verano.
El Banco Central Europeo (BCE) podría incluir los bonos griegos en su programa de compra de activos. Y el Eurogrupo empezaría a negociar la prometida reestructuración de deuda, esencial para que la luz al final del túnel no sea una nueva recesión (que sería la tercera en siete años en un país que ha perdido un 25 por ciento de su riqueza desde el 2010) a punto de arrollar el tercer rescate griego.
“Las piezas principales del acuerdo ya están puestas, solo queda recorrer el último kilómetro”, ha dicho Dijsselbloem. A pesar del ruido de las últimas semanas, el acuerdo es cada vez más probable en un futuro cercano. Aunque está sujeto a más condicionales que el poema de Kipling, y a los inevitables bandazos de última hora.
El FMI lleva meses amenazando con no participar en el tercer rescate si no le salen los números, con Estados Unidos poco favorable a que el Fondo siga a bordo, mientras Alemania ha desempolvado el fantasma del ‘Grexit’.
Y el Gobierno griego está en medio de una feroz crisis de confianza de su electorado, que no ve más que los palos de siempre sin la zanahoria prometida: las pensiones más altas bajarán a cambio de una pequeña subida para los pensionistas más pobres, para cuadrar ese recorte, y el Ejecutivo bajará el listón a partir del cual las familias están exentas de pagar impuestos, de manera que aumente la base imponible.
Dijsselbloem ha intensificado los contactos en las últimas horas con el ministro alemán Wolfgang Schäuble, la llave de casi todo.
Todo el mundo sabe que el tiempo apremia, con la economía griega de nuevo lanzando señales preocupantes. El PIB volvió a terreno negativo en el último trimestre del 2016, y el banco central griego ha rebajado las previsiones de crecimiento del 2,5 por ciento al 1,5 por ciento (Bruselas esperaba un alza del PIB del 2,7 por ciento, que todo el mundo considera ya irrealizable).
CLAUDI PÉREZ
Ediciones EL PAÍS, SL 2017
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