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'Acueductos no son un negocio, son un recurso sagrado': Minvivienda

Henao dice que inversión podría 'esfumarse' si gobiernos locales no dan importancia al agua potable.

EL TIEMPO
La billonaria inversión que se ha hecho en infraestructura durante los últimos cuatro años para llevar agua potable a 865 municipios alejados del país podría correr riesgos si los gobiernos locales no asumen como es debido la administración de estos acueductos, tarea que les corresponde constitucionalmente.
El llamado casi suplicante que hace el Gobierno Nacional es que luego de entregarles a los municipios la infraestructura –y la asesoría para el manejo adecuado de la misma–, que les permite a los habitantes tener agua potable, no la dejen ir a pique.
El tema viene a colación ahora que Providencia inaugurará su acueducto en los próximos días, en el que se invirtieron 18.000 millones de pesos, y por el que San Andrés recibió respaldo de la Nación por 7.000 millones de pesos como medida de choque para superar la crisis que vive por falta del líquido. (Lea también: El desafío de llevar agua potable a todos los rincones de Colombia)
Cientos de municipios les están dando la bienvenida a redes que llevan agua potable hasta los grifos de las casas; pero la infraestructura, sin una adecuada planeación, manejo de recursos y compromiso de quienes lideran los municipios, resultará obsoleta.
Así lo advierte, en entrevista con EL TIEMPO, el ministro saliente de Vivienda, Ciudad y Territorio, Luis Felipe Henao.
¿Cuál es el balance de los acueductos en el país?
Colombia cuenta con un 92 por ciento de cobertura en acueductos y 82 por ciento en alcantarillado, superando en la región a países como Ecuador y Venezuela, y estamos igualados con Chile. Con menos plata hemos hecho más, con políticas de transparencia. Antes, en los municipios había uno o dos oferentes por proyecto para construir un acueducto; ahora hay entre 10 y 15. Las propuestas no eran funcionales, tenían mil problemas y así se aprobaban. Eso hacía que costaran dos o tres veces más. El acueducto de Yopal, por ejemplo, tuvo 15 oferentes y costó 6.000 millones menos. En este municipio se habían robado unas siete veces la plata del acueducto. Se suponía que terminaban y ni había tubería.
¿Los entes de control qué están haciendo?
Acaban de darle medida de aseguramiento al exalcalde de Yopal William Celemín. Además, tenemos denunciado el tema de los bonos del agua, se perdieron unos 500.000 millones de pesos en acueductos que nunca se terminaron.
¿Quién responde por los acueductos del país?
Los municipios, los entes territoriales. El temor es que se gasten la plata en otras cosas. A través del Sistema General de Participaciones, ellos reciben subsidios para agua y educación, y lo deben gastar en eso. En ciertas regiones ven el mundo de una manera diferente, consideran que lo público es de ellos y que los acueductos son un negocio, y no es así. Los entes territoriales no pueden gestionar mal la plata, deben ser eficientes y mantenerlos. Se debe entender lo sagrado del agua. (También: Ciudad Bicentenario, el gran colegio para más de mil estudiantes)
¿Por qué pasa esto? ¿Es falta de transparencia, un tema cultural o de gestión?
Es un conjunto de cosas. A veces se utilizan los operarios como cuotas políticas. Cada seis meses están cambiándolos, y eso dificulta la administración. En cuanto a cultura, muchos municipios están acostumbrados a vivir del agua lluvia y no les interesa entrar en una cultura del agua potable, una herramienta fundamental para disminuir la pobreza y para ahorrar gastos en la salud. Los entes territoriales piden descentralización para los ‘gozosos’, para el manejo de recursos, pero cuando hay problemas recurren a que ‘papá gobierno’ solucione. En momentos de crisis, toda la responsabilidad es del gobierno central.
¿Cuántos municipios del país tienen o han tenido problemas serios?
Por el último fenómeno del Niño, unos 120 municipios. Al ente territorial, muchas veces, no le importa si alguien utiliza el acueducto para regar un cultivo de palma, si las fuentes están o no dando rendimiento o si se desparrama el líquido por las calles. Los municipios se deben apropiar más de lo que constitucionalmente es su obligación. Sí, nosotros hacemos los acueductos, pero la operación depende de los municipios. Si no hay un compromiso de ellos, no hay nada que hacer.
Ustedes van a entregar el acueducto de Providencia, ¿la autoridad local está comprometida?
Yo temo que una vez nosotros salgamos, no se le dé el uso debido, es decir, que no se invierta en los químicos que se requieren para el tratamiento del agua, que deben traer en barco desde San Andrés.
¿Cuál es el principal enemigo para que los acueductos no operen bien en el país?
El principal enemigo es la corrupción. Muchos recursos no se han gastado de forma adecuada y no hay planes de acción para manejarlos. Siete veces hicieron el acueducto de Carmen de Bolívar, pero solo hasta ahora funciona. Hacemos un llamado casi suplicante a los alcaldes para que después de esta inversión, la infraestructura sea bien manejada. Estamos haciendo grandes obras de infraestructura y los encargados de las mismas no las deben dejar a la deriva.
¿Qué tanto se siguen robando los acueductos en el país?
Hemos logrado que en los proyectos emblemáticos se contrate con transparencia. Le apostamos a la plurioferta. Cambiamos las reglas de juego en la contratación.
Por temas de agua, usted vivió la peor crisis durante su gobierno...
Fue un 23 de octubre, hace dos años, y fue por el acueducto de Aracataca; además, por la relación que este tiene con Gabo. Allí el alcalde pidió al Gobierno que financiara una planta de tratamiento de agua potable, porque fuentes de donde obtener el líquido sí tenían. Se hizo, pero no se pudo inaugurar. La gente no conocía qué estaba pasando ni dónde se encontraban sus redes; tampoco había cultura del agua. Aracataca parecía una piscina. La gente dejaba la llave abierta y por eso no daba presión. Eso fue grave. Nos tocó hasta llevar los químicos. El Gobierno Nacional terminó por asumir una responsabilidad que no le tocaba.
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