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Sector Financiero

¿Cómo se gobierna un país con economía naranja?

La educación, dice Buitrago, hay que transformarla ‘con capacidades no cognitivas, como el derecho de los niños a jugar, el derecho a descubrir el mundo’.

La educación, dice Buitrago, hay que transformarla ‘con capacidades no cognitivas, como el derecho de los niños a jugar, el derecho a descubrir el mundo’.

Foto:Rodrigo Sepúlveda / EL TIEMPO

Felipe Buitrago dice que en el país hay un potencial de emprendimiento con capacidad de crecimiento.

Felipe Buitrago, coautor con el presidente electo, Iván Duque, del libro La
economía naranja, dice: ‘En Colombia hay un mundo de emprendimiento y de
oportunidades, con potencial de convertirse en startups, y estos, en industrias’.
¿Cómo termina usted emprendiendo con Iván Duque el tema de la economía naranja
Como parte de mi carrera de economista empecé casualmente con la economía creativa en el año 2002. Una amiga común nos presentó cuando Iván, en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), estaba muy interesado en el tema de las industrias creativas.
Fui por cortesía, a mostrarle los documentos, a botarle un par de ideas, pensando, ¡ah! démosle 20 documentos chéveres a este man y ahí lo entretenemos. A las dos semanas me llamó, se había leído todo. Se lo sabía perfecto. Literalmente. Y a partir de ahí comenzamos a trabajar el libro de La economía naranja.
¿Es cierto, como dice Luigi Echeverri, que ustedes dos lograron convertir lo que era una sala de exposición de arte del BID en una empresa de economía naranja?
Sí. El centro cultural tenía un pequeño programa de fomento a la cultura. A la vuelta de un año, la galería no hacía una exposición al año sino cuatro. El auditorio no hacía 25 eventos sino 70. Y el programa no apoyaba 20 proyectos sino 100.
Economía naranja es hacer de las industrias creativas un motor de desarrollo económico. ¿De acuerdo?
Así es.
Lo que implica que la arquitectura, el diseño, las artes, la literatura, la publicidad, la animación digital, la música, la televisión y el cine sean vistos como un componente dinámico en la economía, capaz de generar empleo de calidad y facilitar la movilidad social…
Exacto. Es una muy buena descripción.
Pero ¿eso qué implica a la hora de gobernar?
Eso implica que si hay un plan de desarrollo que por la dinámica natural de la estructura política de Colombia ya se está elaborando por parte del actual gobierno, nos tocará llegar a meterle lo nuestro.

Hay que juntar todo eso con el arte, la música, el patrimonio, el diseño, la animación, nuevas tecnologías, y decir ‘aquí hay un mundo de emprendimiento y de oportunidades

Hay que juntar todo eso con el arte, la música, el patrimonio, el diseño, la animación, nuevas tecnologías, y decir ‘aquí hay un mundo de emprendimiento y de oportunidades. Con potencial de convertirse en startups, y estos en industrias’.
Pero eso tendría que arrancar desde los colegios, para que le den el mismo plano prioritario a la formación matemática y lingüística con la formación humanística, científica, auditiva, artística…
Claro. Es construir capacidad a largo plazo. Pero yo me refiero al desarrollo como tal. A la creación de empresas que van a generar los empleos.
¿O sea, la creación de empresas puede ser más rápida que los cambios en la educación?
Claro. Si no, toca esperarse como 30 años. ¿Cuánta gente no hay ya con talento, con habilidades artísticas, y a quienes los papás mandan a estudiar derecho?
Confieso que todavía no entiendo muy bien. Iván Duque ganó las elecciones con una propuesta de economía naranja para gobernar un país. ¿Cómo se gobierna un país con la economía naranja?
Hay que empezar entendiendo que el país que se está gobernando no solo tiene doctores médicos y administradores y economistas y abogados, y no digo que no se necesiten.

Pero nos falta medir la calidad del acceso a la formación artística, a la formación creativa, a la formación de talentos

Pero nos falta medir la calidad del acceso a la formación artística, a la formación creativa, a la formación de talentos. A la educación no hay que evaluarla solo por las competencias de matemáticas, sino por qué tan bueno es el sistema para que el talento se desarrolle.
Los únicos que tienen derecho a formarse para el talento no son los del estrato 6, a quienes los papás los pueden mandar a tomar clases de música, baile, arte o pagarles cursos especiales de tecnología, pues estamos limitando al otro 96,97 % del país, que no es estrato 6, a que tenga que hacer economía tradicional.
¿Qué inversión pensaría hacer este gobierno en Steam, (‘science, technology, engineering & mathematics’), que es lo que genera mentes creativas?
A la educación hay que transformarla. La educación comienza con la nutrición de la madre cuando está embarazada. Si no se tienen niños sanos, difícilmente van a ser buenos estudiantes. Pero también hay que meterle a la formación preescolar las capacidades no cognitivas. O sea, el derecho de los niños a jugar, que también es el derecho a aprender y a descubrir el mundo, y ahí se comienzan a formar y a descubrir talentos.
Hay muchas cosas del Estado actual que dificultan eso. Por ejemplo, el Ministerio de Educación exige unos cánones que no son los de la economía naranja. Y la inteligencia tiene muchas formas…
Muchas, y se trata de abrir todas esas posibilidades. Por eso, si vamos a empezar por educación, los centros Sacúdete serán tan importantes.
¿Qué son los centros Sacúdete?
Centros de salud, cultura, deporte, tecnología y emprendimiento. La idea es que estas infraestructuras sean el espacio fuera del colegio, que funcionarán como los laboratorios de los talentos.
La educación no es solamente: voy al colegio seis horas, ocho horas, y me dicen que A más B es igual a C. Es también cuando salgo del colegio y estoy descubriendo el mundo y tengo la posibilidad de enfocarme en desarrollar mis talentos.
¿Y esos Sacúdete serían gratis?
Hay que buscar los esquemas. De pronto con las cajas de compensación, para que canalicen esos recursos, y, seguramente, con pagos simbólicos de la gente para ir a una clase. Si hoy en día aprender música en un colegio bueno es difícil, imagínese en uno por allá perdido en el Amazonas.
Sí. O al lado de Hidroituango…
¡Por lo menos! Obviamente, no vamos a llegar al ciento por ciento, pero si pasamos del 5 al 25 % de los colombianos, pudiendo empezar a ejercer esos talentos, vamos a cambiar la lógica de los pénsums. Ahí tenemos una oportunidad muy grande porque el 75% de los niños colombianos tienen media jornada.
¿Se puede completar la otra media con la economía naranja?
Desde luego. Desarrollando habilidades no cognitivas que permiten a los jóvenes llenar esos espacios. Necesitaremos más profesores en áreas diferentes, para que los jóvenes puedan formarse.
Aquí encuentro unas estadísticas: la economía creativa que incluye las artes y el patrimonio ancestral; las industrias culturales tradicionales como editorial, audiovisual, coreográfica; sumando las creaciones funcionales, nuevos medios y lo sociocultural, emplea globalmente más de 144 millones de personas...
Hoy puede ser más.
La industria creativa es equivalente a la cuarta economía mundial. ¿Es cierto que en Colombia equivale a las exportaciones de azúcar?
En América Latina más o menos representa alrededor del 3,5 al 4 %, dependiendo del país. En Estados Unidos es el 11 %.
En este gobierno, las inversiones en investigación son mínimas. ¿Eso también afecta la industria creativa?
Claro. Mientras en Estados Unidos las inversiones que se hacen por ejemplo en desarrollo audiovisual se consideran investigación, en Colombia se consideran gasto. Una inversión acumula. Un gasto resta.
¿Dos casos tan cercanos a la economía naranja serían Uber y Airbnb?
No son realmente economía naranja. Hacen parte de una nueva economía que se llama gig economy. Si bien son innovaciones desde el punto de vista tecnológico, la parte naranja de las plataformas es la interfaz. Es amigable, está basada en el diseño, hay un componente de creatividad. Hay otro componente desde el punto de vista de innovación de negocios, pero ahí no nos metemos nosotros.
Mi punto va a que tomando esos dos ejemplos, la ley y las presiones políticas muchas veces van contra la innovación, porque afecta intereses…
La economía naranja y la ley naranja como tal van muy dirigidas a la parte del componente creativo desde el punto de vista de la comunicación, del diseño, de lo estético, de lo identitario. Hay muchas más innovaciones, pero esas, digamos desde el punto de vista de la discusión académica, no hacen parte de la economía creativa sino de nuevas economías, de economías digitales, que también son importantes. Pero no se deben mezclar con la creativa para que no se confundan, porque entonces ahí es donde dicen que con la economía naranja quieren meter Uber.
¿Y no?
No. Uber en su comunicación tiene elementos creativos y son digamos un consumidor de cultura. Pero en la parte del modelo de negocio son otra avenida del conocimiento.
Entonces le pongo otro ejemplo: los contenidos de Netflix…
Netflix es pura economía naranja, ahí sí no hay nada que hacer.
Y le clavaron el IVA…
Supongo que todos tenemos que colaborar… La plataforma como tal de Netflix, como agrega contenidos y los presenta de una manera innovadora, es una revolución, porque el componente de programación se vuelve colaborativo entre quien pone el contenido y quien lo consume. Cuando usted hace listas por ejemplo de reproducción en Spotify, se está convirtiendo en un programador. Lo mismo ocurre con YouTube, donde arma una lista de reproducción de videos.
Stanford es una universidad que está dedicada a eso en Estados Unidos, con mucha plata. ¿Cuál es nuestra Stanford?
En Colombia no la tenemos. Hay algo de eso en Icesi, en Cali; en Eafit, en Medellín; en Los Andes y en el Cesa. Pero aquí no tenemos realmente una universidad dedicada a hacer modelos disyuntivos. Stanford fue concebido de la mano con los fondos de capital de riesgo, para respaldar las iniciativas emprendedoras de los estudiantes.

Stanford es único en su esencia. Y es la razón por la cual Silicon Valley es Silicon Valley

Es más, Stanford no solamente apoya los procesos de los estudiantes, también los de los emprendedores que se asoman a buscar una oportunidad. Stanford es único en su esencia. Y es la razón por la cual Silicon Valley es Silicon Valley.
¿Cuánto están asociadas la innovación y el emprendimiento a la disposición de asumir riesgos?
Mucho. Y en Colombia, como en la gran mayoría del planeta, la mentalidad suele ser más de que es mejor equivocarse con modelos programados que arriesgarse a tener éxito con algo incierto. Hay una caricatura que me gusta mucho a mí, y es una persona que les está mostrando a los jefes un proceso innovador, y le dicen ‘excelente idea, muy innovadora, pero es que no la hemos probado antes’… (risas).
Esta entrevista se la termino con una frase de John Adams, que me gustó mucho. Decía que él hacía política para que sus hijos pudieran ser abogados, y para que
sus nietos pudieran ser artistas. ¿De eso se trata todo?
Así es. Claro. No estaríamos teniendo esta conversación si hace 250 años no se hubiera iniciado la Revolución Industrial en el Reino Unido. Gracias a que hubo quienes pensaron en el capitalismo, hoy podemos pensar en una economía de conocimientos. Y en esa economía de conocimientos, un componente muy importante son los contenidos con valor simbólico, que son la esencia de la economía naranja.
A la larga es como si la cultura pueda empezar a subsidiar para que mucha gente salga de la pobreza. Créame, es viable. Como dice John Adams, necesitamos que lleguen más nietos con esa posibilidad de disfrutar del mundo.
MARÍA ISABEL RUEDA
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
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