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Recuerdos de 20 años de amistad entre Pirry y el 'hombre pájaro'

El periodista recuerda a Jhonathan Flórez como un amante del deporte. "Nunca hablaba de la muerte".

Guillermo Prieto, ‘Pirry’, reconocido cronista de la televisión colombiana, era amigo de Jhonathan Flórez, el ‘hombre pájaro’, fallecido el viernes pasado en Suiza cuando realizaba un salto desde la montaña. Lo conoció hace 20 años, cuando fue a lanzarse en paracaídas en Flandes (Tolima). Desde ese día compartieron muchos momentos, se hicieron amigos del deporte, de la vida. 
Pirry no se repone aún de la triste noticia del fallecimiento de Flórez, con quien aprendió a volar, a quien le destaca lo profesional y estricto que era en la seguridad antes de los saltos. Con sus amigos se comunica a diario para recordarlo y por su mente pasan muchos instantes imborrables que vivieron los dos. Así recuerda ‘Pirry’ al ‘hombre pájaro’.
¿Cuándo conoció a Jhonathan Flórez?
Hace unos 20 años, en la zona de salto de Flandes (Tolima).
¿Qué impresión se llevó de él?
Yo siempre he sido un aficionado. No salto con frecuencia y esa vez estaba frente a unos tesos, que tenían más de 200 saltos y hacían formaciones; eso para mí era difícil. Llegué por iniciativa propia y lo conocí. Nos hicimos amigos ahí.
¿Qué le destacó?
Era muy rígido en el tema de la seguridad. Empacaba su paracaídas con una disciplina extrema, hasta exagerada. Pero no solamente el de él, siempre revisaba el del resto de personas, ayudaba y eso daba tranquilidad. La seguridad era primordial para Jhonathan. (Lea aquí: Cenizas del 'hombre pájaro' volarán en dos cielos.)
¿Cuándo supo de su importancia en el deporte?
Cuando salté con él en Estados Unidos me di cuenta del respeto que le tenían en ese país los otros saltadores. En su propia liga, en un nivel superior, los estadounidenses lo reconocían y supe lo importante que era.
¿Lo recuerda en otras facetas?
De vez en cuando compartimos en varias reuniones. Los paracaidistas muchas veces no tenemos tiempo para eso. Nos reunimos para saltar, y las veces que lo hicimos no había competitividad, más bien lo hacíamos por amistad. La idea era tener la sensación de volar y compartirla con los colegas. Uno aterrizaba y salían los comentarios, y en la noche compartíamos anécdotas.
¿De qué se hablaba en esas tertulias?
De todo, pero más del deporte. A veces se presentaban casualidades, peligros, riesgos y hablábamos de eso, se contaba la historia, se reconstruía y nos íbamos a buscar el paracaídas perdido, por ejemplo. Eso nos servía como inventario para saber de qué manera fallaba el paracaídas.
¿Algún accidente en especial?
Alguna vez en EE. UU. nos enteramos que a una persona se le enredó una parte del paracaídas en el casco, en la cámara de video, eso se compartía y uno aprendía. Lo tenía en cuenta para que no pasara más.
Paradójico que un hombre tan estricto en la seguridad muera así…
Aunque nosotros lo defendamos y le quitemos ese estigma de deporte agresivo, extremo, pues se está en los máximos niveles del deporte. No puede fallar nada, todo debe salir perfecto. Es como una ejecución perfecta de gimnasia o de ballet. Si algo falla, pues te mueres. Así es.
20 años de amistad es mucho, ¿era tanta la confianza?
Yo le mamaba gallo porque él era de Medellín, pero hablaba como gomelo bogotano. Le decía que se sacara la papa de la boca para hablar. Muchas veces lo entrevisté y le decía que tratara de hablar lo más parecido a una persona normal y se reía. Hasta viví con él un tiempo.
¿Por qué?
Cuando me amenazaron y me fui del país me recibió en su casa de EE. UU. Compartí dos meses con él y saltamos todos los días durante ese tiempo, compartí mucho con él. Aproveché y le hice un programa. Ya tenía marcas mundiales, lo reconocían en el mundo y me pareció una buena historia.
“En el paracaidismo hay una lección universal: el día que no sientas miedo, te matas. Jhonny nunca me habló de la muerte”, así recordó Pirry al ‘hombre pájaro’. Archivo personal
¿Cómo vivía Jhonathan?
Comía, vivía y respiraba paracaidismo. Tenía como una obsesión con el deporte, con ese deporte. Tenía que estar saltando y eso como que lo calmaba, lo mantenía tranquilo.
¿Cambió algún concepto sobre él con su estancia en EE. UU.?
No mucho. Sabía que era casado, pero no cómo vivía, cómo era su vida en EE. UU. Me imaginaba que vivía como un campeón, lleno de lujos, pero no, habitaba en una casa pequeña, sencilla, con lo justo y llevaba una vida normal. Se la pasaba saltando y en la noche salía a cenar con su esposa.
¿Qué le aprendió?
Lo que es ser un buen maestro. Explicaba muy bien lo que había que hacer, en un lenguaje muy sencillo. Por esos días yo saltaba lo normal, pero él me enseñó varios saltos. Saltábamos desde cualquier parte, íbamos en el aire y él aparecía arriba, abajo, al lado. Me tomó unas fotos y esos son grandes regalos que tengo de él.
¿Le habló de la muerte algún día?
Nunca. En el paracaidismo hay una lección universal: el día que no sientas miedo, te matas. Lo que lo mantiene a uno despierto es el miedo. Desde que usted está empezando a empacar, se sube al avión, pasan esos 15 o 20 minutos subiendo, pues uno va asustado, pensando lo malo que puede pasar; pero sin pasar más allá de ese miedo, porque ese temor lo hace a uno revisar todo 10 veces de tal manera que uno llega a la puerta del avión y uno se deja ir y no hay miedo, sino placer y emoción.
¿Expresaba temores?
No. Jhonny nunca me dijo que tenía miedo. Los profesionales como él no hablan de eso, no porque no lo sientan, sino porque son tipos muy técnicos y las charlas son así, técnicas.
¿Qué le preguntaba?
Veía los videos y alguna vez ellos pasaron por un hueco en una piedra gigante que hay en China y le pregunté sobre eso. Me decía que uno debía prepararse para esos saltos, que había que tener cabeza fría y ya. Pero me contaba de mucha gente que había muerto. Antes no había muchas muertes en el paracaidismo, pero hoy en día esta modalidad de volar con alas ha multiplicado los accidentes y los fallecimientos, porque el deporte todavía se desarrolla y cualquier error se paga con la vida.
¿Qué reacción tuvo a su muerte?
Recibí la información por un mensaje de texto de una amiga mía en EE. UU. que saltó con él en California. Me dijo que Jhonny ya no estaba con nosotros, que había tenido un accidente. No me dio detalles y no me interesa conocerlos. No me he repuesto de la noticia, no lo creo todavía. Asumo la realidad, pero no es fácil.
¿Y ahora qué piensa?
Me da vueltas en la cabeza que si Jhonny se mató, siendo el más responsable, el que nos enseñó a todos, pues… o estaba haciendo cosas muy, muy, muy ásperas o es un recordatorio triste para toda la vida de que las águilas también se mueren.
¿Sufrió mucho por falta de apoyo para la práctica del deporte?
Siempre fue frustrante para él ese tema. Las pocas ayudas que le dieron tampoco se hicieron con grandes inversiones, porque las empresas quieren que sus marcas se vean. Una nota de 2 minutos en un noticiero, eso, para una persona que le pagó el viaje a China, pues no. Era curioso, porque era más famoso fuera del país que acá en Colombia.
¿Por qué no había patrocinios?
Tal vez porque la gente pensaba que Jhonny tenía plata, pero vivía de sus clases, de lo que enseñaba, del deporte que practicaba. Daba clases en Sacramento y en Colombia cuando venía.
¿Por qué decidió hacerle un especial de televisión?
Porque un estadounidense que vino a saltar con Jhonny desde la Torre Colpatria se mató y me pareció que lo que hacía Jhonny ameritaba un programa de televisión, porque sus triunfos eran importantes.
¿Ha tenido algún contacto con la familia de Jhonathan?
No he hablado con Kaci (la esposa). Creo que vienen para Bogotá. Los amigos de él tenemos un chat y hablamos por ahí con tristeza.
¿Le quiere decir algo?
No, pues… Hay una frase que él y muchos paracaidistas conocen, que es de Leonardo da Vinci y la repito: “Una vez hayas probado el vuelo, siempre caminarás por la tierra, con la vista mirando al cielo, porque ya has estado allí, y allí deseas volver”.
LISANDRO RENGIFO
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter: @LisandroAbel
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