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Fútbol Internacional

La historia de cuando Pelé fue ‘secuestrado’ por EL TIEMPO

La fotografía fue tomada cuando Pelé llegó a Bogotá hace 50 años.

La fotografía fue tomada cuando Pelé llegó a Bogotá hace 50 años.

Foto:Archivo / EL TIEMPO

José Clopatofsky, protagonista de este hecho, escribe la crónica de lo que sucedió hace 50 años.

Vino el ‘Rey Pelé’ a Bogotá quien en ese momento era la majestad del fútbol pues habían pasado apenas 10 años de su consagración en el Mundial de Suecia y era la figura esencial de un partido que jugaría al día siguiente su equipo, Santos de Brasil, contra la selección Colombia que se preparaba para competir en los Olímpicos de México. HOy, esta nota toma acutalidad, luego de conocerse su fallecimiento. 
Su llegada procedente de Nueva York fue todo un acontecimiento que se reflejó en que el aeropuerto El Dorado, ya en ese momento estrecho, que estaba lleno de aficionados, periodistas –no éramos muchos en ese entonces- dirigentes, policías en cantidad y hasta los maleteros hicieron corte con sus carritos.
Era imposible obtener palabras originales y únicas de Pelé en esa congestión, donde ya era un gran logro el contacto con el futbolista que se traducía en empujones a granel y en lo que los bogotanos descriptivamente llamamos como una “chichonera” monumental.
En medio de semejante tumulto estábamos destacados por el periódico con Gloria Moanack para cubrir el episodio que ameritaba dos frentes de información. Gloria, una excelente y muy querida colega de toda la vida en esta casa editorial, lo haría para la crónica general y yo, para las páginas deportivas.
En ese momento, se me ocurrió la forma de lograr la exclusiva con Pelé. Recurrí probablemente a mis genes automovilísticos y contacté a Alfonso Senior, presidente de Millonarios, para saber si Pelé iba a subir hasta el centro de Bogotá en su automóvil, un enorme cupé verde americano de origen diplomático, único en la ciudad. Esa era la limusina destinada para el transporte y Senior, naturalmente, no se iba a perder la ocasión de transportar a Pelé.
Saqué a Gloria de la turba sin mayores explicaciones lo cual la dejó muy confundida, le pedí las llaves a Senior, fui al parqueadero, recogí el carro y lo estacioné frente a la salida de los pasajeros. Pelé desembocó de la mano de Senior y lo metieron a empellones en el asiento trasero del carro. Yo salté atrás por encima de los cojines, Senior tomó el timón y enfiló hacia el centro de Bogotá. Atrás quedamos Pelé, el presidente del Santos, Gloria y yo apretados como en una caja de sardinas pero con la entrevista asegurada.
En la ventana del carro, los colegas ‘chiviados’ y furiosos palmoteaban y trataban de lograr algunas palabras de Pelé, pero me aseguré de que todas estuvieran bloqueadas –ya tenía vidrios eléctricos la berlina de Senior- y arrancamos hacia el Hotel en la carrera octava con calle 17, el albergue “inn” de la capital, que se turnaba los honores de los huéspedes ilustres con el Tequendama y el Continental.
Naturalmente, esta enjaulada con el Pelé había que cobrarla no solamente en textos para los lectores sino también con el testimonio gráfico. En paralelo con nosotros, rodó la tradicional camioneta Fargo que el periódico tenía y desde allí con la famosa Rolleiflex, que era lo máximo en fotografía, Miguel Díaz captó la foto que encabezó el periódico del día 17 con el titular ‘Pelé secuestrado por EL TIEMPO’. Probablemente, esta fue una de las pocas oportunidades en las cuales esta palabra se haya usado con un sentido positivo antes de convertirse en un flagelo de nuestra sociedad.
El final del “secuestro” no fue menos movido y sí más histórico, pero pasó a otras plumas de la redacción.
Sin embargo, hay que recordarlo porque al otro día en el partido famoso que llenó a El Campín hasta las banderas ganaba Santos pero Colombia empató en un fuera de lugar protestado por los brasileros airadamente. Las acciones se calentaron cuando el árbitro Guillermo Velázquez, conocido como ‘el Chato’ apodo que revindicó con lujo pues terminó a puños con los brasileros y en el segundo round de la trifulca, al terminar el primer tiempo ¡expulsó a Pelé! quien ya había anotado el 2-1 y le reclamó a Velásquez un pénalti groseramente.
Según Velásquez, Pelé “le mentó la madre” en portugués pero él se preciaba de conocer las minucias bajas de ese idioma y lo echó de la cancha a puro bolígrafo porque no existían las tarjetas. Eso fue Troya pues el reclamo de la gente no se hizo esperar ya que habían pagado boleta casi exclusivamente para verlo jugar, llovía a chuzos y los jugadores del Santos atacaron colectivamente al árbitro, quien salió del estadio a mitad de juego directamente a poner la denuncia en la comisaría de policía de la calle 40 con carrera 13.
El juez de línea Omar Delgado asumió el pito principal y de la tribuna rescataron al chileno Mario Canessa para que manejara la banderola. Santos ganó 4-2 pero siguieron los problemas porque el equipo fue conducido del estadio a la estación donde los santandereanos procedimientos del código policial reseñaron una incapacidad de 25 días a Velásquez que se sancionaba con detención, perjuicios, etc.
Las discusiones entre abogados, con los jugadores presentes y sindicados de todas las agresiones y bochinches, se saldaron a las tres de la madrugada con una conciliación amistosa, cuando ya el avión que debía llevar al equipo brasilero a Lima estaba volando. Tuvieron que esperar hasta el día 19 para salir de Bogotá dejando atrás el episodio que inmortalizó no se sabe si para bien o para mal a Velásquez (qepd) y que Pelé nunca olvidó pues ‘el Chato’ recuerda haberlo encontrado de nuevo en Chile en 1970 con ocasión de un juego de la Copa Libertadores.
Pelé lo reconoció, lo abrazó, pero le dijo: ¡Velásquez, bandido!
JOSÉ CLOPATOFSKY
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