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Fútbol Internacional

Alemania: un triunfo que reafirma sus bases

Alemania campeón de la Copa Confederaciones

Alemania campeón de la Copa Confederaciones

Foto:Tomada de @DFB_Team_ES

Un trabajo de divisiones menores de más de 16 años dio frutos en la Copa Confederaciones.

El objetivo, decía Joachim Löw, el técnico de la Selección de Alemania, no era ganar la Copa Confederaciones. Era darle vuelo a un equipo alternativo para no quedarse anclado en la escuadra que ganó el Mundial de Brasil 2014.
Löw ponía como ejemplo la Selección de España. “Ellos fueron campeones del mundo en el 2010. En el 2014, tenían prácticamente la misma plantilla, así que cayeron en la primera ronda. Aunque creo que tenían jugadores fantásticos, siempre necesitas cambios”, dijo Löw. Ahora, a su manera, busca que en Rusia 2018 no le pase lo mismo. Y cuenta con una victoria en la Copa Confederaciones para reafirmar su idea.
Aunque Löw, y también su antecesor, Jürgen Klinsmann, le dieron un toque diferente al juego de la Selección, el gran cambio del fútbol alemán comenzó mucho antes, en el 2000. Ese año, Alemania tuvo un enorme fracaso en la Eurocopa, en la que solamente hizo un punto y quedó afuera en la fase de grupos, por detrás de Portugal, Rumania e Inglaterra.
A partir de ese momento, en la Federación Alemana comenzaron a hacer un trabajo a largo plazo. Empezaron a mirar otros ejemplos. Por esos años, Francia dominaba: era campeón mundial y europeo. Así que comenzaron a mirar sus bases. Pero también se fijaron en España, que era potencia en el fútbol juvenil. Así que copiaron sus modelos.

Los dos frentes en los que comenzaron a trabajar fue en la formación de los jugadores y en la de los entrenadores

Los dos frentes en los que comenzaron a trabajar fue en la formación de los jugadores y en la de los entrenadores. A los equipos que jugaban en la Bundesliga y también en la segunda división alemana se les obligó a crear academias de formación. El club que no las tuviera no podía participar en el campeonato. En las categorías más jóvenes, se trabajó fuertemente en la fundamentación. A medida que se iba subiendo, se adicionaban otros elementos. El trabajo era intenso, con jornadas desde 12 hasta 18 horas semanales.
El factor de los técnicos también fue clave. Antes de comenzar a aplicar su plan, la Federación notó que en los equipos de categorías menores llegaban los jugadores que acababan de retirarse, y no tenían la formación adecuada. Así que ellos mismos comenzaron a capacitarlos. Para el 2014, unos 30.000 entrenadores alemanes tenían licencia B de la Uefa, y otros mil ya poseían la licencia Pro, que es la necesaria para dirigir en la máxima categoría.
Alemania no ganaba ningún título europeo de divisiones menores desde 1984. El proyecto comenzó a dar frutos: en 2008, llegó la primera corona, el Europeo Sub-19. Un año después se impuso en el Sub-17 y en el Sub-21.
Este último equipo, dirigido por Horst Hrubesch (aquel ‘9’ rubio y grandote que formó parte de la escuadra que fue subcampeona mundial en España 1982), resultó ser muy importante para lo que venía. En el equipo que le ganó la final a Inglaterra (4-0) eran titulares Manuel Neuer, Benedikt Howedes, Jerome Boateng, Sami Khedira, Mesut Özil y Matt Hummels. ¿Les suenan? Sí, todos fueron campeones mundiales en Brasil.
Sin embargo, los alemanes también están preparados por si alguna vez les toca perder. “Escucho muchos elogios internacionales a nuestro trabajo en la cantera, pero hay que ser sinceros: esto tampoco es el paraíso”, dijo Oliver Bierhoff, el autor del gol que le dio a Alemania su última Eurocopa, en 1996, y actual gerente de la Selección.

Aporte desde el banco

A pesar del gran proceso de formación, Alemania no tiene un crac del estilo de Cristiano Ronaldo o Lionel Messi. “Cuesta ver a un alemán gambetearse tres rivales en una baldosa y colgarla del ángulo. Özil y Götze lo han hecho alguna vez, pero como excepción. La norma es control y pase. Juego a dos toques como máximo. Triángulos. Desmarques. Descarga de espalda para el compañero de frente al arco rival. Conducción de balón solo si hace falta. Buscar la supremacía numérica y encontrar al hombre libre detrás de la línea rival”, escribió el periodista argentino Juan Pablo Varsky, en una columna en el diario argentino La Nación.
Ahí viene la importancia del trabajo, primero, de Jürgen Klinsmann, que llegó en el 2004 y que se fue tras el Mundial del 2006, en el que Alemania fue local, pero se quedó con la frustración de perder el título. Con él llegaron Joachim Löw, como asistente técnico, y Bierhoff, como gerente.
Löw se hizo cargo del equipo tras la partida de Klinsmann y lleva 11 años al frente. Le tuvieron paciencia: perdió la final de la Euro 2008 con España; en el Mundial del 2010 cayó en semifinales, de nuevo con la Roja, y en la Euro 2012 perdió con Italia en semifinales. La revancha llegó en Brasil.
Ahora, Löw le apostó a una escuadra experimental para la Copa Confederaciones. Solo llevó a tres jugadores campeones del mundo: Shkodran Mustafi, Matthias Ginter y Julian Draxler. Ninguno era titular. Y siete de los 23 convocados no habían debutado con la selección absoluta antes del torneo en Rusia. Simultáneamente con la Copa, se jugó un nuevo Europeo Sub-21. ¿Quién ganó? Alemania.
“Tenemos algunos jugadores que han adquirido mucha confianza en los dos torneos, pero para esos jugadores el trabajo no ha hecho más que comenzar (...). Alcanzar la cumbre y un nivel de clase mundial representa otro desafío”, declaró Löw. Y también Bierhoff hizo un llamado a la prudencia. “Brasil, Argentina o Italia en el Mundial son de un calibre diferente a Australia o Camerún en la Copa Confederaciones”, expresó.
En Alemania les gustan los retos. Y ahora tienen uno nuevo al frente: ser el primer campeón vigente de la Copa Confederaciones que logra ganar el Mundial. Material tiene de sobra para armar un equipo competitivo. “Es importante para los jugadores habitualmente titulares que sientan la presión”, agregó Bierhoff.
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