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'Querido hincha cartagenero, la B no es el infierno'

A pesar del dolor que significa, el torneo de ascenso es otra fiesta vivida a su modo.

Aníbal Marín Castaño
La atención de este fin de semana se podría reducir a un asunto: clasificar. Eso para los que aún no tienen cupo asegurado a los cuadrangulares. Otros, que ya sumaron lo suficiente, cruzan dedos para no quedar sorteados con los ‘cocos’ del torneo, esos que vienen cultivando pinta de campeones, hecho que por cierto les espanta a ellos mismos.
Entre toda esa agitación, que para el segundo torneo suele mezclarse con la algarabía decembrina, hay una minoría que pasa desapercibida, que está excluida de la fiesta, que se recoge callada: los hinchas del descendido.
El turno esta vez es para el Real Cartagena, que se despide este sábado de la primera división en su visita al Atlético Nacional, equipo que por estos días es polo opuesto a lo que vive el hincha cartagenero: celebra el título de la Copa y mira con hambre el de la Liga.
Descender es algo tan indeseable como recibir una carta de despido. Es pasar de jugar en El Campín, el Atanasio o el Metropolitano, al Luis Carlos Galán de Soacha, el Alberto Grisales de Rionegro o el Marcos Henríquez de Sabanalarga.
Jugar en la B te limita. Ya no vale esperar la sección deportiva del noticiero para ver los goles y toda la parafernalia entretenidísima que brinda. Lo que pase en el descenso no está programado en la llamada continuidad de los noticieros, aunque sí hay que decir que desde que el América cayó la cosa ha cambiado un poco.
Con este preámbulo, queridos cartageneros, aquí va un mensaje de un renovado hincha del Pereira, otro descendido.
Ustedes que han optado por el gol en vez del strike, el out o el homerun... tranquilos. La B no es un escenario desconocido para Cartagena, y eso es importante en la medida en que han logrado superar ese obstáculo para regresar a la A.
Aunque desde arriba la B luce despreciable, una vez arranca el torneo de segunda división la cara del hincha se va transformando hasta recuperarse del todo. Yo ya luzco aliviado, es más, contento y esperanzado en volver a ascender.
Antes de llegar a mitad de este torneo se me olvidó cómo era la A, y todo gracias a eso que lleva por nombre ‘costumbre’.
Sin desconocer el nivel que hay en la B, lo recurrente es que los equipos que descienden sean favoritos y hagan campañas de lujo en esta división. Eso es alentador.
Hay que decir también que en la vitrina ahora están el América, el Bucaramanga, el Unión Magdalena, el Tulúa y el Pereira, que han sido protagonistas del fútbol colombiano de primera división. Eso ayuda, o por lo menos a mí, a contrarrestar la amargura cuando es a uno al que se le abre la tierra en la A y cae aporreado.
Espero no encontrarme con ustedes. El deseo pereirano en el momento es regresar a primera división, pero de no lograrse, los esperamos para jugarnos la B, finalmente es la fiesta del fútbol la que aquí también se vive, aunque sea a su modo.
Aníbal Marín Castaño
ELTIEMPO.COM
Aníbal Marín Castaño
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