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La coronación de la 'birreina' olímpica

Para Mariana Pajón no había lugar a la derrota, ni la plata, ni el bronce podían ser una opción.

LISANDRO RENGIFO
Cuando Mariana Pajón entra a una competencia en su mente solo existe una palabra: ganar. Esa mentalidad la ha llevado a grandes victorias y este viernes debía repetir lo hecho en Londres 2012. No había lugar a la derrota, ni la plata, ni el bronce podían ser una opción.
El favoritismo, el ser el mejor, en algún momento en una competencia pueden pesar, pero Mariana tenía más confianza que cualquier colombiano. Desde que agarró su bicicleta y recorrió la rampa para subir a la colina de salida se le vio segura, concentrada en llegar a la meta de primera.
Una a una fueron presentadas todas las ciclistas. Al llegar al carril número uno, el Centro Olímpico de BMX estalló en una sola algarabía. Mariana Pajón salió en la pantalla del complejo y a pesar de tener el casco que le cubría toda la cara, no era difícil imaginarse la sonrisa de mejilla a mejilla que siempre le regala a su público.
Saludó con su mano derecha a los aficionados que aguardaban la carrera y luego se señaló el brazo izquierdo, en donde el uniforme decía: Colombia. Se acabó el protocolo, era la hora de la verdad, había que ir por el oro.
Mientras el silencio se apoderaba de la pista, las ciclistas recibieron la orden para pararse en los pedales, solo restaban segundos para que sonara el pito de salida para iniciar la carrera.
Desde ese momento, restaban 34 segundos y 93 milésimas para que Mariana cruzara la meta. Al bajar la colina de salida, Pajón se ubicaba segunda, la holandesa Laura Smulders le sacó una rueda a la colombiana al inicio de la prueba.
Pero desde el segundo montículo del circuito, el cual pasó volando, en adelante fue dominio total para Mariana. Al llegar a la primera curva, solo la acompañaba de cerca la estadounidense Alise Post quien se resistía a dejar ir a la colombiana.
Pero la imagen que se repite en cada campeonato de BMX en el que está Pajón, estaba siendo registrada en Río de Janeiro. Al salir del segundo peralte, Mariana metió el popular ‘golpe de riñón’ y sacó una luz de ventaja importante.
La colombiana hacía una auténtica contrarreloj por el trazado brasileño que borraba el recuerdo de las caídas en los Panamericanos de Toronto 2015 y en la Copa Mundo de Holanda este año. Todo quedaba atrás, tanto como sus rivales en la pista.
La única que parecía cerca de arrebatarle el sueño a Mariana era Post, quien siempre estuvo cerca, pero era como ver la imagen del correcaminos y el coyote, por más cerca que se viera jamás la iba a alcanzar.
Y no la alcanzó. En el BMX no hay otra número uno del mundo, no existe una mejor, el nombre de Mariana Pajón se instalaba al lado de la medalla de oro, otra vez, como en los Juegos Olímpicos de Londres, como en los mundiales, como en el parqués y el dominó, porque ella es así, siempre es la primera.
Pero a pesar de ser la costumbre, la emoción invadió a la colombiana, agitada se agarró la cabeza, buscando explicación, como si no creyera que fuera la bicampeona olímpica. Tomó su bicicleta y la levantó hacia el cielo, saludo a sus rivales y de nuevo se montó en su bicicleta para ir a saludar al público colombiano, que hizo de Brasil un pequeño Carnaval de Barranquilla.
Al levantarse el casco y quitarse las gafas que le cubrían el rostro fueron evidentes los ojos encharcados. Alzó su índice derecho y empezó a cantar y a saltar al ritmo de los cantos que bajaban de las tribunas, “¡Colombia, Colombia, Colombia!”, se repetía una y otra vez.
Al terminar los compromisos con los medios y después de ver cómo su compañero Carlos Ramírez ganó la medalla de bronce era momento de ir por su premio dorado.
Su nombre se escuchó para subir al primer cajón del podio, otra vez, como hace cuatro años. Ahora la historia dice que es la mejor deportista olímpica de la historia colombiana, un título que nadie más tiene.
LISANDRO RENGIFO
Enviado especial EL TIEMPO
LISANDRO RENGIFO
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