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Música y Libros

Pablo Montoya presenta su libro de cuentos 'Cuaderno de París'

Montoya nació en Barracabermeja, en 1963.

Montoya nació en Barracabermeja, en 1963.

Foto:Carlos Ortega / EL TIEMPO

Con esta obra, el autor regresa a sus raíces. Eran épocas de aprietos económicos y delirio.

El escritor Pablo Montoya Campuzano (Barrancabermeja, 1963) cuenta que a lo largo de los once años de su estancia en París disfrutaba refugiándose en los famosos Jardines de Luxemburgo, como si se tratara de un remanso, en medio de una vida difícil, en especial en los primeros años.
“Un verano, yo me fui por la noche a los Jardines y me quedé dormido, y de pronto, a eso de las once, sentí los pitos de los guardias que estaban llamando a la gente para que saliera. Entonces, se me ocurrió la idea de esconderme allí para pasar la noche”, recuerda el recién ganador del Premio José Donoso, en Chile.
Esa imagen y ese momento particular dieron origen a uno de los relatos cortos que conforman ‘Cuaderno de París’, en el que Montoya experimenta con una narrativa particular que transita por los terrenos de la prosa y la poesía.
“En realidad, mi personaje sí se queda en el jardín, las estatuas se mueven y hay una comunión con la ciudad. Porque a pesar de que yo sentía que París me sacaba a todo momento, había instantes en que sentía que me acogía y me abrazaba”, anota el también ganador del Premio Rómulo Gallegos 2015.
Precisamente, esos sentimientos encontrados son los que el escritor le transmite al lector de su libro.
“En realidad, ‘Cuaderno de París’ es como una especie de memorias personales de la vida de un exiliado colombiano que se va paseando por los diferentes sitios de la ciudad a la que llega: calles, plazas, parques, jardines, el metro. Hay un tono como de desgarramiento, de nostalgia por Colombia o por esa pérdida de seguridad que uno podía tener acá”, agrega.
Y en paralelo a ese tono de una París gris, aparecen destellos narrativos de una vida nocturna delirante, de fascinación, que va encontrándose con todos esos fantasmas de la historia, la literatura y la música, que allí se respiran.
El también autor de ‘Tríptico de la infamia’ anota que esos años de vida en la Ciudad Luz no solo fueron el comienzo de su carrera literaria, sino que significaron un complejo choque existencial, como lo reflejan algunos relatos.
“París significó el conocimiento del otro, en el buen sentido de la palabra y en el más doloroso también. Porque yo fui a París y viví durante un tiempo con la condición de inmigrante. Por otro lado, también fue conocer de una manera más compleja lo que es el colombiano y el latinoamericano”, comenta.
Aunque el libro lo comenzó siete años después de estar viviendo en la capital francesa, cuando ya gozaba de cierta comodidad, Montoya también plasma el sentimiento de aquellos días de penurias económicas.
Al tocar el estilo narrativo de los textos, el escritor acepta que hay en ellos un divertimento entre la prosa y la poesía, que va encantando al lector a través de frases cortas y juguetonas con la palabra.
“Los modelos para escribir este libro fueron como dos. En primer lugar, ‘El spleen de París’, de Charles Baudelaire, que yo estaba traduciendo en ese momento al español. Y el otro es el ‘Cuaderno de Nueva York’, de José Hierro. Son como los referentes que tuve en la cabeza cuando estaba en este trabajo”.
Agrega que “no sabría definir este libro. Si es de cuentos o si es de prosas poéticas, o si es un largo poema en prosa, dividido en fragmentos. Eso se lo dejo al lector para que lo interprete a su modo”, explica Montoya.
A lo largo de estas estampas, en ciertos momentos, de sueños, en otros, y de homenajes a lugares y personajes, el lector irá descubriendo una París memorable, como si fuera de la mano del autor.
De esta manera, al cruzar una esquina se encontrará también con la estatua de Simón Bolívar, que no goza del protagonismo de estar en una plaza central, como el que se le da en las ciudades colombianas.
“En realidad yo tengo una actitud con Simón Bolívar un poco fuerte. En este relato hay un encuentro con un personaje más humanizado. Y está la confrontación con la idea de patria, pues pienso que la patria es, además de la infancia, la lengua, y no toda esa estructura marcial militar que nos han enseñado en la escuela. Y en París, a ciertos monumentos les palpita esa idea de patria, pero con Bolívar pasa que es una pequeña estatua oculta, al lado del Sena”, comenta.
Por eso, anota el autor en el cuento: “Perteneces a esta categoría de hombres que siempre nos acompañan. Al principio como una esperanza. Luego como una decepción. Y después como una maldición. Y por último, como un equívoco irrisorio. Acaso esta realidad no te corresponda directamente. Sino que sea atribuida a la Historia”.
CARLOS RESTREPO
Cultura y Entretenimiento
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