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Música y Libros

El escritor que narra la situación social en Aranjuez, Medellín

Comuna de Aranjuez, testigo de un pasado marcado por el terrorismo en Medellín.

Comuna de Aranjuez, testigo de un pasado marcado por el terrorismo en Medellín.

Foto:Daniel Bustamante / EL TIEMPO

Con 'La cuadra', Gilmer Mesa ganó el Premio de Novela de la Cámara de Comercio de Medellín.

Redacción El Tiempo
“Niñito lindo, hermanito, yo te voy a cuidar para siempre y te voy a querer mucho”, le dijo Alquivar –de 7 años– al pequeño Gilmer cuando este tenía 3. Con frases tan sentidas, así como anécdotas, el escritor colombiano Gilmer Mesa recuerda a su hermano, quien murió hace 25 años a manos de la violencia en el barrio de toda su vida: Aranjuez, en Medellín.
Esta es la historia que plasma en La cuadra (Random), obra ganadora del Premio de Novela de la Cámara de Comercio de Medellín del 2015.
Mesa no solo relata ese momento doloroso que tuvo que vivir junto con su familia, sino el de toda una generación de niños que “coqueteaban con la esquina”, como dice Mesa, y que vieron en el sicariato una oportunidad para ser respetados y sobrevivir.
Esto se evidencia a medida que relata cómo ‘los cantoneros’ o ‘carritos’ –niños entre 12 y 15 años– entraron a ese mundo mediante oficios menores, como empacar y distribuir el ‘vicio’ en las plazas del barrio.
El autor anota que al crecer, los menores se dedicaban a actividades de limpieza y exterminio luego de ganar la confianza de sus jefes. “Todo fue motivado por una pobreza punzante, por las necesidades básicas insalvables y por un afán de pertenencia”, dice.
Por eso, la delincuencia se volvió cotidiana en Aranjuez; tanto, que los padres se resignaron al comprobar lo que hacían sus hijos, hasta que la muerte cambió la situación.
“Todos los ‘pelaos’ que sobrevivieron fue porque su vida se interrumpió por la muerte de un familiar. Ni mis padres, ni mi hermano menor ni yo volvimos a ser los mismos”, dice Mesa.
Por eso, decidió plasmar su historia en la novela que presentó en la Fiesta del Libro de Medellín, entre un dolor incesante y la nostalgia de su barrio.
“No quería únicamente hablar de la truculencia en sí de las historias, sino del dolor que produjo esa época, que no se me ha quitado y que ahí va”, reflexiona.
En su historia, la ficción y los hechos reales se entrelazan. El lector tiene el desafío de leer con atención para descubrir hasta dónde llega la realidad.
“Que convivan esos desequilibrios me parece interesante. Algunas de las historias no ocurrieron en la misma época o en el mismo lugar”, cuenta Mesa, quien también es filósofo y profesor en la Universidad Pontificia Bolivariana.
En cada capítulo narra desde su perspectiva y con un lenguaje autobiográfico, cómo fue estar en medio de las bandas delincuenciales y de la calle, esa que satisfacía la sed de aprendizaje y la aventura propia de la edad.
Los hechos que Mesa muestra en su obra son narrados con crudeza y detalle. Un ejemplo es el caso del ‘revolión’: violaciones colectivas en las que participaban los jóvenes.
Pese a esto, el cariño hacia su gente y la añoranza del pasado están impregnados en cada historia que relata, pues aunque el momento fue una academia de formación del mal, primaba la solidaridad y concordia de toda la comuna que solo quería mejorar.
En medio de la catarsis que representó el proceso de escritura, Mesa, sin proponérselo en un principio, terminó escribiendo la historia de una época en Colombia y no solo de Aranjuez, donde aún vive.
“Todos los registros que tuve en la adolescencia fueron también los que tuvo mucha gente de mi generación. Si alguien de Bogotá lee el libro, se va a identificar”, añade.
La música, especialmente la salsa y las letras de Rubén Blades, son fundamentales para dar cuenta del especial aprecio de la calle, la cuadra y el barrio.
“Nosotros, los de los barrios populares, que llegamos tarde a los libros, vemos en la música la verdadera literatura que todos nos aprendimos”, remata.
LAURA GUZMÁN DÍAZ
Para EL TIEMPO
Redacción El Tiempo
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