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Música y Libros

Karol G: reguetón colombiano con voz de mujer

La artista es una de las principales voces femeninas en la música urbana de América Latina.

La artista es una de las principales voces femeninas en la música urbana de América Latina.

Foto:Tomado de Twitter @KarolGmusic

La artista habla de su disco y sus desafíos en una industria conformada, en su mayoría, por hombres.

Cuando Maluma lanzó su canción de ‘trap’ ‘Cuatro babys’, el año pasado, muchos se escandalizaron. Ese género, heredero del reguetón, es machista, solo denigra a las mujeres, dijeron. Dicen. Qué pensarían si supieran que la colombiana Karol G hizo una canción de ‘trap’ para defender a las mujeres (el ‘girl power’, como ella lo llama), que ya llegó a 200 millones de vistas.
La artista es una de las principales voces femeninas en la música urbana de América Latina. Es versátil: así como hace ‘trap’ y reguetón, está preparando una fusión con sonidos electrónicos para su álbum, que saldrá en octubre.
Ha colaborado con Bad Bunny, Nicky Jam y Ozuna, y ha tenido éxitos tan distintos entre sí como ‘Ahora me llama’, ‘Hello’, ‘A ella’ y ‘Eres mi todo’. Pero nunca ha perdido su estilo. “Aunque mi sonido evolucione y haga ‘trap’, sigo siendo Karol G, y con mi música quiero dejar bien parada a la mujer”, dice la cantante, nacida en Medellín.
Karol G habló con EL TIEMPO sobre el papel de la mujer en la música urbana, las dificultades que enfrentó, cómo mantuvo su voz y su mensaje, y la importancia de las redes sociales.
¿Cree que existen tabús alrededor de las cantantes de reguetón?
Sí. Hay un estereotipo según el cual las reguetoneras tenemos (o deberíamos tener) una personalidad y un estilo sexual iguales a los de los hombres. La gente, sin embargo, es cada vez más abierta y entiende que nosotras también podemos construir un estilo particular en este género. Yo, por ejemplo, me planté como un árbol en la idea –bastante difícil de posicionar, por cierto– de hacer música para las mujeres, un reguetón que ellas puedan cantar. Y quizá por eso se sienten tan identificadas con mi trabajo.
Ya que incursionó en el ‘trap’, ¿cree que este género está ocupando un espacio más crudo y duro que el que ocupa el reguetón?
Cien por ciento. Si el reguetón causó furor, fue porque los jóvenes sintieron que sus experiencias resonaban en ese género. Lamentablemente, se volvió muy limpio y comercial. Hoy, el ‘trap’ recoge eso que años atrás caracterizaba al reguetón: la liberación sexual de la juventud.
Yo he querido incursionar en el ‘trap’ sin ser tan explícita, sin decir que estoy en la cama. Junto con Bad Bunny saqué la que, hasta ahora, ha sido mi canción de ‘trap’ más exitosa (‘Ahora me llama’). Ya pasamos de los 360 millones de vistas en YouTube.
¿Cree que sus ‘traps’ expresan una liberación activa respecto del hombre?
Creo que como mujeres hemos sentido una falsa necesidad de estar al lado de alguien para no sentirnos ‘incompletas’. Y eso no puede ser así. Con mi música quiero mostrarles a las mujeres que si él falla, su momento pasa, y que nada ni nadie debería impedirte avanzar en tus propios proyectos. En esta época, la mujer sabe que no tiene que estar debajo de nadie y que es dueña de sus ideales y de su rumbo. Ya nadie puede decirle que se quede en la casa.
¿Enfrentó obstáculos en la industria del reguetón por ser mujer?
Lo más difícil es que por el hecho de ser mujer te convierten en un objeto intercambiable, consumible y ‘con precio’.
Como buena paisa soy extrovertida, me gusta compartir. Los hombres con los que empecé a trabajar me hacían propuestas despreciables. Eran muy oportunistas. Como en esta industria son escasas las mujeres, se aprovechaban. Con el paso del tiempo aprendí a manejar esas situaciones.
Para llegar donde está han sido necesarios 11 años de trayectoria artística. ¿En algún momento pensó en rendirse?
Sí. Hubo un momento en el que casi tiro la toalla. A pesar del empeño que le ponía, sentía que nada resultaba. Pero hoy no me arrepiento de nada. Todos esos años me prepararon para una industria que es muy difícil.
¿Por qué difícil?
Como hay tanta gente, si no sacas una canción cada tres meses estás fuera. Además, uno no puede estar nunca en la casa. La soledad es horrible. Tus amigos te dejan de buscar, o si te escriben, es para pedirte favores. Cantas en un concierto lleno de gente, luego llegas al hotel y nadie te espera. Tu familia es la única que permanece. Muchos artistas se suicidan o se les raya la cabeza.
¿Por qué va a lanzar un álbum de un género en el que priman los sencillos?
El álbum es mi meta personal. Me inspiró ‘Lemonade’, de Beyoncé, porque se arriesgó con la idea y con cada letra. Tener un álbum también es importante para los Grammy.
Estoy muy emocionada, porque estoy haciendo fusión con ritmos electrónicos y mi evolución es más notoria. Yo no quiero hacer la nueva versión de ‘Despacito’; quiero posicionar mi onda, mi color, mi estilo. Sale este mes.
¿De qué dependen hoy las finanzas de un músico como usted?
Dependemos de plataformas digitales, de estrategias que llevan a la gente a sentirse desesperada por ver el nuevo video. La imagen es muy importante, porque de ella dependen los ingresos más grandes. Es ideal que te paguen para ser la cara de una campaña o de una marca, o por promocionar un producto en tu video.
Entonces, para usted son muy importantes las redes sociales...
Sí, todo tiene que ser superaspiracional. Que la gente me vea y diga: “Yo quiero ser como Karol G” o que comenten: “Mira cómo se viste, cómo se expresa”. Así es como nos ganamos al público y a las marcas. Uno sí calcula la estética de cada foto, pero en Snapchat prefiero salir sin maquillaje y con el pelo desarreglado. Los perfiles profesionales en exceso se vuelven aburridores.
SANTIAGO CEMBRANO
Redactor de EL TIEMPO
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