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Música y Libros

'El último donjuán' , los primeros amores que trajo internet

Andrés Mauricio Muñoz ha escrito dos libros de cuentos: 'Desasosiegos menores' y 'Un lugar para que rece Adela'. El autor nació en Popayán (Cauca), en 1974.

Andrés Mauricio Muñoz ha escrito dos libros de cuentos: 'Desasosiegos menores' y 'Un lugar para que rece Adela'. El autor nació en Popayán (Cauca), en 1974.

Foto:Claudia Rubio / EL TIEMPO

El libro aborda los cambios en las relaciones humanas a partir de los chats en línea en los 90.

¿Qué tan infiel hace a alguien entablar una relación virtual? La pregunta es una de varias que rondan El último donjuán, novela del escritor colombiano Andrés Mauricio Muñoz (Popayán, 1974).
El autor había escrito antes libros de cuentos (Desasosiegos menores y Un lugar para que rece Adela), que tienen en común, explica, “el abordar pequeños agobios cotidianos, que nunca son tan graves como para tomar decisiones radicales, pero que sí se llevan a cuestas”.
Parte de esa experiencia como cuentista y de esa temática se vislumbra en la novela que entrelaza pequeños relatos que se van uniendo a partir de un punto común: las relaciones virtuales de sus protagonistas, que llegan a cambiar sus vidas.
Está la mujer que es sorprendida por su marido exhibiéndose ante un desconocido a través del hoy antiguo messenger. También, el padre cuya hija intenta suicidarse y va descubriendo la relación entre su tragedia y un romance en red.
Sobre los motivos de poner la web como escenario, Muñoz explica: “Para mí fue tardío el descubrimiento del messenger, en el 2004, y la gente lo usaba desde finales de los 90. Cuando vi el universo de posibilidades que la virtualización abría en las relaciones humanas, se me hizo un escenario muy interesante”.
Antes de escribir la primera letra, se sumergió en ese mundo virtual durante años. “Entré a foros, chats –describe–, encontré cosas maravillosas y desgarradoras, otras truculentas de personas que se arriesgaron a darle la cara al amor desde ese punto de vista”.
La frontera entre lo real y lo virtual es el tema de su novela...
Me llamaba la atención que las personas cuestionaran qué tan legítimo era el amor cuando los hechos sucedían en un mundo virtual pero influían en su realidad. Me gusta abordar desde la perspectiva narrativa los nuevos condicionamientos de la sociedad, los agobios contemporáneos.
Su novela se ubica en el 2002. ¿Cómo fue ambientar ese mundo anterior a las redes sociales?
Comencé a escribirla en el 2010, ya estaban Facebook y Twitter, pero mantuve la mirada en los primeros años del messenger, cuando no había redes sociales, porque buscaba mostrar los primeros merodeos de una generación que no sabía a qué se enfrentaba. En ocasiones se la daba a leer a otros escritores y me preguntaban por qué no me situaba más adelante y exploraba esto otro, pero quería registrar los comienzos.
El título se descifra al final...
Al definir la arquitectura de la novela alrededor de diferentes historias con el objetivo de contar el amor en tiempos de internet, pensé en diferentes perspectivas. Cada persona tiene un pasado: frustraciones, inseguridades. Eso te hace más o menos vulnerable en la red.
El desafío era mantener la atención del lector alrededor de esas historias y que fuera encontrando pistas que se unen solo al final. La novela plantea que al decidirse a amar por internet, se viene configurando la figura de un mítico donjuán que busca el amor a través de relaciones que parecen imposibles.
¿Esa generación que vivió los primeros chats era más ingenua?
Ahora creer es más difícil, la dinámica cambió. Antes las personas se sentían seducidas por la palabra. En esos primeros chats a veces no se podían enviar fotos y la cámara era difícil. Decían: ‘Hablé con alguien hasta las 3 a. m. y fue delicioso’. Ahora tienes un Tinder y ves la foto y de inmediato dices ‘me gusta’.
Configurar un artificio es más difícil porque crear una identidad distinta exige otro perfil de Facebook, subir fotos y hacer amigos. Antes solo era meterse, decir ‘me llamo así y hago esto’. Por eso mantuve la novela en esa etapa, cuando todo era más primario.
LILIANA MARTÍNEZ POLO
Cultura y Entretenimiento
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