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La guerra de los sexos llegó a la RAE

En un informe se aclara que de siguir al dedillo guías de lenguaje no sexista, no se podría hablar.

El perro es el mejor amigo del hombre, pero si se acogieran con estricto rigor las recomendaciones de algunos manuales que buscan evitar el sexismo en el idioma, lo correcto sería decir: 'los perros y las perras son los mejores amigos y las mejores amigas de los hombres y las mujeres'. La frase es políticamente correcta, pero ¿se corresponde con el principio de economía del idioma que promulga el español? Y, sobre todo, ¿podríamos comunicarnos con fluidez si se cumplieran a rajatabla estas reglas?
Antonio Bosque, miembro de la Real Academia Española (RAE), analizó nueve guías de lenguaje no sexista, editadas por universidades, gobiernos locales, sindicatos e instituciones españolas, para determinar hasta qué punto las normas que sugieren esos textos son útiles para el fin que persiguen y correctas desde el punto de vista idiomático.
El resultado es un demoledor informe ('Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer') que acaba de aprobar la RAE y con el que la mayor autoridad en la lengua española sienta su posición sobre los intentos de promover la visibilidad de la mujer en el idioma.
El documento, que despertó un apasionado debate en España, admite que hay comportamientos sexistas en la sociedad y reconoce la importancia de dar a la mujer un lugar en igualdad de condiciones al hombre. No obstante, advierte que cuando esta buena intención es llevada al extremo por los fundamentalistas del lenguaje no sexista, no solo se contravienen normas básicas, sino que se cae en lo absurdo.
Este llamado a la sensatez -según lo define su autor- se refiere no solo a las repeticiones que sugieren tales guías para evitar el masculino genérico (todos y todas, ciudadanos y ciudadanas, etc.), sino también al uso de algunas fórmulas que no solo atentan contra la gramática o la sintaxis, sino que podrían incluso llevarnos a decir justo lo contrario de lo que queremos.
El informe destaca, por ejemplo, que en la mayor parte de las guías "se recomienda omitir, siempre que sea posible, los artículos masculinos para evitar el uso no marcado (genérico) de este género, sin tener en cuenta que la supresión del artículo da lugar unas veces a secuencias anómalas, y otras muchas a notables cambios de sentido". En otras palabras, la frase 'Conozco a especialistas' no quiere decir lo mismo que 'Conozco a los especialistas', ya que la primera hace suponer que quien la dice conoce a algunos especialistas y la segunda, que los conoce a todos.
¿Con qué autoridad?
Pero el texto no se queda en sutilezas idiomáticas. Su autor critica duramente el hecho de que casi todas las guías analizadas hayan sido escritas sin la participación de lingüistas y asegura que, en algunos casos, las propuestas incitan a quebrantar aspectos gramaticales o léxicos firmemente asentados.
"Hay acuerdo general entre los lingüistas en que el uso no marcado del masculino para designar los dos sexos está firmemente asentado en el sistema gramatical del español, como lo está en el de otras muchas lenguas románicas y no románicas, y también en que no hay razón para censurarlo. Tiene, pues, pleno sentido preguntarse qué autoridad poseen las personas que tan escrupulosamente dictaminan la presencia de sexismo en tales expresiones, y con ello en quienes las emplean".
"Pareciera que se quiere dar a entender -dice con sorna el informe- que la mujer que no perciba irregularidad alguna en el rótulo 'Colegio Oficial de Psicólogos', y no considere conveniente cambiarlo por 'Colegio Oficial de Psicólogos y Psicólogas', debería pedir cita para ser atendida en dicha institución".
Las posiciones encontradas, tanto sobre el contenido como sobre el tono del informe, no se hicieron esperar. "Pretender modificar a voluntad el uso de las palabras es una exhibición de analfabetismo", afirmó el filósofo y catedrático de la Universidad Complutense Gabriel Albiac.
En la orilla opuesta, el prestigioso escritor Juan José Millás atacó duramente a la RAE por "despachar el asunto como un problema de ignorancia colectiva". "Sería estimulante -según Millás- que los peritos, en vez de calificar de idiotas a quienes sienten cierta incomodidad al hablar o ser hablados, se preguntaran por las razones de tal desasosiego".
La catedrática de Sociología de la Complutense Inés Alberdi cuestionó también el tono del informe. "La propuesta que hacen algunas guías, de reiterar constantemente el masculino y el femenino de todo, no le gusta (a la Academia) y lo ridiculiza. A mí tampoco, pero no me burlo porque el tema me parece muy serio -afirma Alberdi-. Creo que hay formas posibles de evitar esa reiteración. Por ejemplo, hablar del género humano en vez del hombre cuando se habla de la evolución".
Pero la alternativa que sugiere la socióloga es otro de las "excesos" que critica la Academia. "No es preciso, desde luego, ser lexicógrafo para intuir que la niñez no equivale a los niños, y, en general, que, si existen contextos en que alguno de estos sustantivos abstractos equivalga a un colectivo de personas, están sumamente restringidos", asegura el informe.
El autor concluye que una real lucha por la igualdad consiste en tratar de que esta se extienda en las prácticas sociales y en la mentalidad de los ciudadanos, pero "sin forzar las estructuras lingüísticas para que constituyan un espejo de la realidad". En este sentido, destaca que nadie hoy considera controvertida la propuesta de extender la formación de pares morfológicos de los nombres de profesiones y cargos (ingeniero-ingeniera, etc.).
Asimismo, asegura que si se aplicaran las directrices propuestas en las guías contra el sexismo, simple y llanamente "no se podría hablar".
En este sentido, dice entender por qué aquellos que proponen un lenguaje políticamente correcto después vulneran sus propias reglas en la intimidad. "Se ve como algo natural que la autoridad, el responsable o el gestor que desdobla usuarios y usuarias o ciudadanos y ciudadanas se olvide de su desdoblamiento cuando ya no esté delante de un micrófono. Una vez abandone la tribuna o el estudio de grabación, dirá que 'va a cenar con unos amigos', sin intención de excluir a las mujeres, o que 'tiene que ir al colegio a recoger a sus hijos', sin que hayamos de suponer que no tiene hijas. Hablará, en una palabra, como todo el mundo".
El debate en Colombia
Edilberto Cruz Espejo
Miembro de la Academia Colombiana de la Lengua
"Las normas que obligan a la repetición son congraciantes políticamente con algunos sectores, pero en términos de lenguaje su uso es antieconómico y fastidioso. En cambio, creo que la diferenciación de género en las profesiones sí es necesaria en la medida en que las mujeres empiezan a asumir determinadas posiciones".
Genoveva Iriarte
Directora general del Instituto Caro y Cuervo
"La lengua es un sistema que, como tal, debe respetar sus normas de funcionamiento, de lo contrario se destruye. El uso de ese sistema no se rige por reglas lingüísticas, sino por costumbres socioculturales. No deben existir 'cartillas' para imponer cómo usar la lengua. Si el tema del género no es una cuestión conflictiva en una sociedad, no tiene por qué tener una marca en la lengua".
Juan Carlos Vergara
Participó en la redacción de la Nueva Gramática
"La visibilidad de la mujer en el idioma debe manejarse de acuerdo con la evolución de la lengua y no de manera mecánica ni con reglas de obligatorio cumplimiento. Cuando personas u organizaciones que no tienen la competencia lingüística intervienen en el idioma pueden causarle daño y hacerlo farragoso, aunque su intención inicial sea buena".
Mónica Roa
Directora de programas de Women's Link Worldwide
"El objetivo detrás de las propuestas de lenguaje incluyente es importantísimo. Espero que los lingüistas de la RAE continúen estudiando este problema para proponer nuevas maneras de reconocer que 'hombre' no es sinónimo de humano, ni lo masculino la norma y lo femenino la excepción, sin tener que sacrificar el buen uso del castellano".
Melba Escobar
Escritora
"Flaco favor nos hacen a las mujeres retorciendo el lenguaje hasta obligar a escribir a la gente (¿y el gente?), a través de manuales, cosas como 'los gerentes y las gerentas'. Hay algo frívolo en buscar corregir la inequidad de género usando el femenino en el lenguaje, aun contraviniendo la sintaxis del idioma, los usos de su léxico, en fin, la historia de la lengua".
¿Una academia machista?
La institución ha aceptado a 7 mujeres en toda su historia
La Real Academia Española, que fue fundada en 1713 y cuyos miembros lo son a título vitalicio, solo ha aceptado a siete mujeres en toda su historia, la primera de ellas, Carmen Conde, en 1979. Por eso, algunas organizaciones feministas señalaron que el informe está influido por el hecho de que actualmente solo haya cinco mujeres en un organismo que cuenta con 46 asientos. La última en ocupar un sillón en la RAE ha sido Inés Fernández-Ordóñez, la primera filóloga que consigue llegar a la institución. Las académicas, no obstante, respaldaron el informe de manera unánime.
ALEJANDRO BAENA
Redacción Domingo
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