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Gente

¿Las diosas no envejecen?

Para Amparo Grisales, la soledad es la edad del sol. Es la iluminación.

Para Amparo Grisales, la soledad es la edad del sol. Es la iluminación.

Foto:Gabriel Márquez Archangel

¿Qué tiene la belleza eterna de Amparo que a muchos seduce y a otros enfurece?

La he entrevistado en muchas etapas de su vida. No sé en cuál la he visto más bonita… Y me tiene sorprendida: anoche, en ‘Yo me llamo’, la vieron 8 millones de colombianos…
Es una locura. Me siento muy honrada, muy halagada porque este es un trabajo de equipo.
Estuvo unas temporadas por fuera. Decían que se llevaba pésimo con los otros jurados...
La verdad es esa. Me tocaron dos personajes que cuando no se conoce muy bien el público, no lo saben manejar. Vienen confrontaciones, celos, competir por popularidad... Conozco muy bien los medios, llevo 44 años nadando en estas aguas, y la esencia nunca cambia cuando uno conoce y ama esta profesión. No es fácil un ‘reality’ en ‘prime time’. Hay que saber cómo es el juego y cómo jugarlo.
Aquí tiene dos jurados con los que aparentemente se lleva muy bien. El maestro Escola y Pipe Bueno…
Tengo relaciones divinas con ambos. Con César Escola nos conocemos hace años y hay un respeto profesional. Cuando él llegó a Colombia hacía la música de los grandes musicales de Fanny Mickey, de los cuales tuve el honor de hacer ‘Doña Flor y sus dos maridos’ durante dos años. Ya nadie patrocina proyectos como esos. Se ha vuelto muy difícil hacer teatro.
¿Y qué pasa con Pipe Bueno? O lo desbarata Amparo, o se va a enamorar profundamente de usted…
(Risas) Él se sorprendió mucho al comienzo porque, claro, muevo unas energías. Como de rectora de colegio, según me calificó Escola. Esta es una generación que cree que el mundo solo existe desde los celulares y la música de Maluma, y no es así.
Por eso yo le tomo el pelo a la gente y digo: yo nací con el ‘big bang’ como una manera de burlarme. Pipe es de la nueva generación, me quiere y me respeta, pero insisto: no todo el que sabe cantar sabe de música, y no todo el que sabe de música sabe cantar.
¿Qué busca usted básicamente en un concursante?
Si estoy sentada ahí es porque sé de música y porque busco la parte integral del concursante. Fui la que impuso desde un comienzo no exigir simplemente el parecido, como en otros países, como una Shakira que era un chico que ganó en otro país, y por ahí hacía unas notas pero ni se parecía físicamente.
Veo ‘realities’ en el mundo entero. Los (que son) bailando, los cantando. Los de Inglaterra, Italia, EE. UU. Desde que me llamaron para ‘Yo me llamo’ era conocedora de los jurados y sabía cómo se movían las energías y qué llamaba la atención.
Por más de que mucha gente me tilde de arrogante, antipática, humillante, grosera –me han dicho de todo–, siento que no soy nada de eso. Soy una profesional.
Como jurado tiene una mezcla. A veces sale esa Amparo tierna, comprensiva con un mal momento de un concursante, y a veces sí sale la más exigente, la más dura…
Nada es negro ni blanco. Los seres humanos tenemos todos los colores, todas las emociones y sentimientos. Sé que es parte de mi esencia. En mi vida personal soy muy estricta conmigo misma. Soy disciplinada, comprometida con lo que hago y sé que es la única manera de llegar al éxito. Y en ese camino al éxito tiene que dejar de importar lo que digan los demás.
¿Que la molesten con su edad ya le dejó de importar? ¿Ya no existe esa conflictiva relación entre la verdadera Amparo y el paso inexorable de los años? ¿Quedó superada esa bronca?
Yo nunca he tenido esa bronca con mi edad. Los que la tienen son otros. Desde que yo cumplí 25 años cuando hice ‘Tuyo es mi corazón’, con Carlos Vives, comenzaron a molestarme.
Él es tres años menor que yo. Ya me decían vieja. Lo más duro para mí fue la llegada a los 30 porque tenía un novio que me decía que ya no me pusiera minifaldas ni escotes, que le dejara eso a las de 20. Si hubiera tenido el conocimiento y la sabiduría que tengo a los 60, me hubiera muerto de la risa.

Si me veo regia, si hago ejercicio, si estoy sana, si me puedo poner un bikini en la playa, no merezco un ‘bullying’ por Twitter

¿Y cómo asumió su edad a los 40?
Ya tenía superado eso. Comencé a imponerme una evolución espiritual desde temprano porque aunque en mi vida he tenido relaciones largas, también he tenido prolongados períodos de soledad. Y la única manera de estar solo es poder estar acompañado de uno mismo.
¿Y a los 50?
Ahí sí que menos. Hice la portada de ‘Soho’, la más vendida, donde me vi más estupenda. Hay que estar preparado para los retos, especialmente en esta profesión.
No es que te llamen para algo y te pongas a hacer ejercicios y a ponerte la mascarilla a ver si te ves linda. No. Es una forma de vivir. Desde pequeña hice mucho ejercicio, fui del equipo de Caldas de ‘basquetball’ y voleibol, todo se fue entrelazando por las bellas sincronías del universo.
¿Y a los sesenta?
Ahorita que los cumplo le digo a la gente: no se enoje. Porque si para que no se enoje tengo que dejarme deteriorar o acabar, no les voy a dar ese gusto.
Mi mamá me decía desde pequeña: “Nunca digas la palabra vejez ni la palabra pobre”. Como decir, no decretes. Aprendí desde antes de los 30 a no comer carnes rojas, a ser vegetariana, a conocer el mundo de la naturaleza (de ahí, el éxito de mi libro ‘Sabia naturaleza’). Todo eso ha dado resultado, pero también los pensamientos y de ir siempre aprendiendo, creciendo, tratando de no acumular rabia porque eso te enferma.
También hay que entender que cuando la gente pregunta cuántos años tiene usted es porque la ve muy bien. No es de rabia. También es de admiración.
Sé que muchos me admiran. Pero lo he hecho más que todo por mi salud.
Si me veo regia, si hago ejercicio, si estoy sana, si me puedo poner un bikini en la playa, no merezco un ‘bullying’ por Twitter.
¿Qué es envejecer con dignidad?
Dejar de ser joven sin volverte mayor. Eso la gente no lo entiende. Lo leí en el libro ‘Las diosas nunca envejecen’. Alguien me contestó: “¡Es que usted está mayor y quiere parecer joven!” No. Es dejar de ser joven porque ya no tengo 30 años, pero sin tener achaques, sin perder los dientes, corriendo las millas que quiera, ser flexible, tener la mente despejada. Esa ha sido mi filosofía toda mi vida. A eso me dediqué los últimos tres años, en que no trabajé. A ejercitarme y a comer sano. Entonces cuando te llaman para un proyecto importante, la gente sí quiere ver a sus ídolos y a su gente bien, o mal para criticarla y acabarla, y eso es dar papaya. Me inventan todas las cirugías, me ponen todos los años encima; por eso les he dicho: mi primera nota musical la aprendí en el ‘big bang’, entonces no me molesten. La edad no la podemos evitar. Hay que dar gracias a Dios por poderla capotear. Mi primera meditación en la mañana es una oración por estar viva, por poder respirar. La gente no da gracias por eso.
Lo importante es que a Amparo Grisales no le importe ya esa pelea que otros tienen contra su edad…
Siempre me he preguntado por qué tienen tanta rabia. Me dicen que me jubile. El arte no se jubila. Que coja el bastón. Pero para qué, si puedo llegar a pie y hasta trotando. Me insultan mucho. Como si no tuvieran mamá, o abuela, o no fueran a envejecer. Nunca he luchado con mi edad ni nunca la he escondido.
La cédula la deja uno en todas partes. Imposible de ocultar. Es obvio que me lleven las cuentas desde que empecé en televisión. En un momento no era enojo sino la pregunta de por qué no tengo derecho de cumplir años como todo el mundo. Ellos no son testigos de mi proceso. De lo que he hecho. De lo que la guerreo. De lo que hago de ejercicio físico y espiritual. Esa gente que vive pensando en los demás es la que no hace nada porque no tiene una vida propia. Cuando me cuestionaba por qué les ofendía tanto que me viera bien descubrí que la respuesta era: encontré la manera de dejar de ser joven sin volverme mayor.
¿Y lo de las cirugías plásticas?
Soy la primera en defender las arrugas. Míreme la cara. En ella tengo el mapa de mi vida. Si no, no hubiera reído, no hubiera llorado, no hubiera tenido ningún tipo de emoción.
Colegas mucho más jóvenes se ven patéticas y han sido ejemplos para mí: yo vengo adelante, aquí las espero. Pero yo me hago unas esferas de protección grandísimas para que no me llegue tanta mala leche. También hay gente amorosa que me quiere y me defiende por esas redes. Más que todo las mujeres. Compran mis libros, leen mis entrevistas, quieren saber qué me pongo en la cara y en el pelo. Nunca luché con la edad ni la he escondido. Lo que me enoja es que algunos gocen cuando me referencian con una determinada edad, para luego reírse de que no la aparente.
¿Si le incomoda ser objeto de tanta observación, deseo, envidia, comparación, no habría preferido ser otra cosa?
Nunca pensé en ser otra cosa. Desde que vi el primer cajón de televisión que llevaron a mi casa. Mi mamá nos metió al conservatorio a estudiar bellas artes, arte dramático. Lo mío no es improvisado. No fui reina de belleza o modelo que tuve una oportunidad por azar. Lo traigo en la sangre desde chiquita. Mi mamá no ponía sino ópera. Siempre nos inculcó las artes. Ella tenía alma de artista. Llegó en tacones altos a urgencias, siempre con el lema de que la elegancia no se compra. Era muy vanidosa, aunque nunca tuvo una cirugía ni un novio después de mi papá. (Se le quiebra la voz). Se dedicó a sus hijos. Era mágica, contadora de historias. Nunca habría preferido ser otra cosa. Dios me puso donde tenía que ponerme. No siempre fue fácil.
¿Qué es la soledad para usted?
La edad del sol. Sol-edad. Es la iluminación. Para eso no se necesita tener ni 60, ni 50, ni 40 ni 20. Son los momentos de la vida que uno puede tener y lo llenan a uno de luz y lo hacen crecer. Estoy en esa evolución. Y que quede claro: doy gracias todos los días de existir, de vivir, de la familia en la que me puso Dios, de la mamá que me dio y de los años de felicidad, de belleza y de educación que me entregó. Siempre he sido protectora de mi familia y trataré de seguir volando. Si me dicen: jubílate que ya estás mandada a recoger; yo pienso: pues entonces este es el momento en que más tengo que dar.
Perdió muy seguido a su mamá y a su hermano…
La única manera de no dejarse apachurrar o deprimir por los dolores emocionales de las pérdidas que se tienen es comprender que el dolor es inevitable pero el sufrimiento, opcional. Hay que ponerlo en práctica.
¿Está enamorada actualmente Amparo Grisales?
Tengo un arrocito en bajo en Brasil. Pero cómo han cambiado los parámetros de la sexualidad. La gente joven no quiere compromiso, se conoce por internet, los sentidos se han perdido, las maripositas no se sienten. Cómo se ha perdido eso, tengo transiciones muy largas sin relaciones sexuales. No quiero tener ese vacío al día siguiente de alguien que no quiere ese compromiso, sino el de solo echarse unas plumas al aire con la actriz. Ya el sexo no tiene misterio, enigma, eso tan delicioso que se disfrutaba antes. Ya todo es fácil, escueto, sin sensualidad. Por el celular se muestran el pompis, las lolas.
Ya no es esa delicia de descubrir a la otra persona. Me ilumino más, aprendo más, crezco más y acaparo más para mi propio bienestar y satisfacción y felicidad estando sola que en una noche con un condón. Se aprenden a manejar esas soledades. Nunca fui promiscua. No me gustan los hombres ajenos. Soy de relaciones largas, comprometidas y lindas.
No hay duda de que gran parte del ‘rating’ de ‘Yo me llamo’ se le debe a usted. ¿Qué sigue cuando se acabe esta temporada? ¿Qué le falta por hacer?
Cine en grande, y lo voy a hacer. Compré los derechos hace dos años de ‘Melodrama’, un libro de Jorge Franco, y voy a hacer el personaje de Perla. Se viene trabajando en el libreto, ya se terminó el ultimo ‘draft’ que hizo Marcelo Figueiras, argentino, nominado al Óscar. Bruno Barreto será el director. Lo conocí en un Festival de Cine de Cartagena, en la época en que servía para conocer grandes profesionales.
¿Cómo así?, ¿ahora no?
No. Ahora en el Festival de Cine de Cartagena te apartan de los grandes invitados internacionales.
Pero mi película será una producción en grande, con la nueva tecnología, pero cine de verdad. Es una historia fuerte, pasional, que quiero que se vea en el mundo entero.
¿Quién va a ganar en ‘Yo me llamo’?
Lo único que le puedo decir es que esta temporada tenemos dobles exactos. Vas a ver Martas Trevis, Marc Antonys y Vicentes Fernández exactos.
Tenemos un ramillete que ya con la escuela van a quedar idénticos y serán un disfrute los conciertos en directo. Soy rigurosa, estoy en los zapatos de ellos como artista, y me da mucha lástima cuando se van unos que con más escuela podrían llegar. Pero hay otros más vivos que se ganan el concurso porque lo merecen. En ningún país les han exigido que sean dobles tan exactos, y en eso me doy el crédito.
Cuando Amparo dice en el programa: “¡Estoy erizada”! ¿Qué quiere decir?
Como la palabra lo dice. Siento que se me erizan todos los poros de la piel desde los pies hasta la nuca.
Es una emoción de la pasión. No la puedo explicar. Es como una magia. Es como cuando uno ve a alguien, le gusta mucho, y piensa que es el hombre de su vida. Por eso no lo uso sino cuando alguien me superimpacta.
La expresión se la han copiado sus compañeros de jurado…
Les llamaron la atención. Porque eso es de Amparo, y solo lo digo en momentos muy especiales.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO
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