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Un gurú del liderazgo inspira a mentes jóvenes

Luego de hablar ante 800 personas, Orlando Ayala sirvió de mentor a 50 estudiantes.

Luego de hablar ante 800 personas, Orlando Ayala sirvió de mentor a 50 estudiantes.

Foto:Claudia Rubio/ EL TIEMPO

Orlando Ayala habló en días pasados con alumnos de colegio y universidad, en los 60 años de Cafam.

Andrés Montenegro
—¿Qué marca de celular usa usted y qué marca usa Bill Gates?
La inocente pregunta de una niña del colegio Cafam hizo tambalear al colombiano más exitoso en la historia de la industria informática.
Orlando Ayala, quien compartió el viernes pasado con jóvenes estudiantes las lecciones de la carrera que lo llevó a ser vicepresidente mundial de Microsoft, sonrió al escuchar el interrogante y admitió que tiene no solo un dispositivo móvil con software de la empresa de Gates, sino que también utiliza un iPhone, es decir, la plataforma competidora. “Incluso a Bill Gates le encanta probarlos todos, para ver quién hace el mejor trabajo”, aseguró.
El ejecutivo bogotano –pero caleño de corazón– llegó a tener el puesto más codiciado de la industria de computadores, como jefe de 40.000 personas en todo el mundo, y se retiró del gigante del software en 2016 al cumplir 60 años. Ahora disfruta en su papel de mentor de jóvenes emprendedores, en particular si son mujeres, pues lo escandaliza el desbalance de género que hay en la industria.
“Recientemente hablé con una muchacha que quería trabajar en Nueva York con una fundación sin ánimo de lucro orientada al emprendimiento, llamada Endeavor. Se presentó, pero no la eligieron. Estaba obsesionada con ayudar a organizaciones sociales y trabajar con gente joven. Ella, muy frustrada, me dijo que habían escogido a alguien con más experiencia. Le dije: ‘Mándale un correo a la persona que te descartó y dile que te dé la oportunidad de trabajar sin que te paguen por tres meses’. Me hizo caso, y ese jefe aceptó, ya que jamás se esperaba encontrar a alguien que tuviera tantas ganas. Le dieron la oportunidad de trabajar y hace tres semanas me mandó un mensaje desde Dubái. Al terminar sus tres meses, le dieron un puesto permanente allá, en Emiratos Árabes. Piénsenlo: Un ‘no’ no necesariamente es un no. Un ‘no’ se acaba cuando tú dices ‘sí’ ”.
Su sacudón a las mentes jóvenes se produjo en el marco del undécimo foro de liderazgo de Cafam, y luego de impartir una conferencia en el teatro de Bellas Artes, al cual asistieron más de 800 personas. En cambio, la charla posterior fue más íntima, en un salón de clases de la Fundación Universitaria Cafam, con 50 jóvenes seleccionados por haber demostrado inquietud en torno a la tecnología: diez de la universidad, diez del Liceo Campestre y 30 del colegio de la misma caja de compensación.

Ayala se remontó a sus orígenes modestos, para inspirar al público con las experiencias que forjan a un líder. De niño, se inventó con sus hermanos una vuelta a Colombia casera

Ayala se remontó a sus orígenes modestos, para inspirar al público con las experiencias que forjan a un líder. Por ejemplo, contó que, de niño, se inventó con sus hermanos una vuelta a Colombia casera, con pequeños ciclistas de plástico a los que pintaban de color sus camisetas para distinguirlos. Cada hermano tenía un equipo y empujaba a los muñecos para que resbalaran sobre los baldosines del patio. Si el ciclista no se caía, avanzaba. De lo contrario, permanecía en su sitio. El problema es que tenían que cuantificar el avance en distancia o en tiempo para decidir el ganador. “Desde muy pequeñito, siempre me imaginé cómo la tecnología podía resolver problemas tan mundanos como ese de simplificar la matemática a ver quién tenía los mejores tiempos en nuestro juego”.
Citó que supo aprovechar las posibilidades que tuvo, pues siempre quiso estudiar fuera del país, pero en algún momento perdió la posibilidad de una beca en la entonces llamada Alemania oriental (la comunista) cuando se cerraron ciertos cupos por el golpe de Pinochet en Chile. “Mi familia era humilde, ninguno de mis padres terminó el bachillerato, pero ambos nos dejaron unos valores profundos. Siempre nos sembraron la idea de estar dispuestos a aprender”.
Al encuentro concurrieron también profesores de sistemas y de innovación tecnológica. Una de ellas le insistió a Ayala sobre su relación con el fundador de Microsoft y le preguntó qué podríamos aprender de él. “Bill Gates es un iluminado intelectualmente –respondió–, se ha imaginado escenarios que nadie pensaba. Pero lo que más me impresionó fue su absoluta obsesión con la lectura. No sé si ustedes han visto la lista que él publica cada año. Se las recomiendo: son 50 libros que leyó en ese período. No se adquiere conocimiento si no se compromete de base con la lectura. Ustedes no pueden leer menos de cinco o diez libros al año, porque van a competir contra jóvenes que leen 30 o más”.
De hecho, el exitoso líder bogotano reconoció que duerme muy poco, entre 4 y 5 horas diarias, y que todos los días (incluidas las noches) le dedica dos o tres horas a la lectura, comenzando con los medios de comunicación de todo el mundo.

Estómago y corazón

El ejecutivo escogió tres partes del cuerpo humano para ejemplificar las características de un líder: “Es una combinación de cabeza, el intelecto que no viene de nacer inteligente, sino que se forma en la capacidad de expandir tu conocimiento. Lo siguiente es estómago, la capacidad de tomar decisiones difíciles. Y la última, que puede ser la más débil, es tener corazón. La combinación de esos factores hace a un líder balanceado”.
Sin embargo, enfatizó en los valores como condición inequívoca al momento de encabezar un equipo. “En mi trabajo tuve peleas con Bill Gates, y yo estaba dispuesto a que me botaran del trabajo. Pero defendía mis valores. Lo que hoy pasa con la corrupción en Colombia es un quiebre grande en los valores, y no nos podemos conformar con que sea así. Solo podemos avanzar a través de valores éticos. Siempre digo que los valores y los porcentajes no van bien: no puedo ser 90 por ciento honesto. O lo soy o no lo soy (…). Tener ética es esencial para el liderazgo”.
Esa fue la esencia de la reunión, ya que en estos foros de liderazgo han participado personajes de otras disciplinas, como Humberto de la Calle, el profesor Luis Fernando Montoya y hasta una premio nobel: el primer foro abierto al público invitó a Rigoberta Menchú, en el 2013, según confirmó su coordinadora, Carolina Marín.
No obstante, las mejores preguntas no provienen de los profesionales experimentados. Tomás Sarmiento, un muchacho de ojos despiertos, con cara de ser apenas un niño, sorprendió al indagarle a Ayala sobre los computadores cuánticos, que ofrecen una altísima capacidad de cálculo.
“En este momento, el mundo pasa por una agregación de información masiva como nunca se ha visto en la historia –contestó–. En los últimos cinco años se creó más información que en el resto de la historia. Celulares, cámaras, redes sociales, etc. Esta cantidad masiva de información requiere computación de grandes magnitudes, que son imposibles para un ser humano. Ahí entran los computadores cuánticos, y mucho de su operación se concentra en la nube, que no podría operar si no tuviera por detrás estos computadores de gran desempeño. Los grandes centros de datos del mundo que tienen Amazon, Google o Microsoft consumen tanta energía como África, Asia y Medio Oriente juntos: esto es insostenible. Los computadores cuánticos también ofrecen otra ventaja: un costo de consumo de energía muy bajo”.
No faltaron los cuestionamientos a la manera como las familias parecen incomunicadas, no obstante los avances. Para Ayala, eso no se debe a la tecnología, y mencionó una anécdota: “Mis hijas ya son adultas; la menor tiene 27 años y la mayor, 34. Para familiarizarse con la tecnología, hace unos años veían estas charlas breves que hay en internet (las famosas TED talks). ¿Qué hice yo? En diciembre, invitaba a que cada una hiciera una TED Talk para los demás miembros de la familia. Lo chévere era que el tema lo escogía cada una. En la mía, arranqué diciendo que iba a hablar de computadores cuánticos, pero en cambio dibujé escenas de la vida familiar en las que ellas eran los demonios. Se rieron mucho. Ahora, ellas lo hacen con sus hijos. Y hasta los novios de ellas tenían que hacer sus propias TED talks o los echaban”.
Fue entonces cuando este gurú del liderazgo invitó a no rezagarse del tren del progreso: “Ninguna generación, como la de ustedes, ha vivido la revolución tecnológica que se presenta hoy. No se olviden de que están frente a la mayor oportunidad de generar soluciones dentro del mundo tecnológico. Y Colombia necesita muchas soluciones”.
Hacia el final de la charla, convocada también con motivo de los 60 años de Cafam, una pequeña estudiante de secundaria preguntó qué características debe tener una persona para cumplir sus sueños. La respuesta conmovió al auditorio: “Hay que imaginarse lo que parece imposible. Soñar nunca es una pérdida de tiempo. Es importantísimo imaginarse dónde quieres estar dentro de cinco años. Tener claro ese horizonte. Y lo otro es posicionarse en el lugar adecuado. Para eso hay que quitarse eso de tener pena, hay que saber proponer. Pensar en cómo sorprender (…) No tengo nada contra las plazas de mercado, pero si quiero salir al mundo, quedarme sentado en una plaza no ayuda mucho”.
Por último, Ayala reconoció su entusiasmo con la orientación social de las nuevas generaciones, de aquellos a quienes a veces despectivamente llaman millennials. Reconoció su motivación para involucrarse en ir más allá de sus propios intereses. Y les pidió pensar en el impacto de su actividad profesional con respecto a la comunidad. “Colombia es uno de los países del mundo que más oportunidades tiene, pero mi motivación siempre ha sido entender otras culturas. Para nada me puedo quejar. Con Microsoft visité más de 110 países. No los conozco: entraba tres días, hacía negocios y me iba. Pero me dio la oportunidad de conocer culturas. Así que les digo: ‘Salgan, pero nunca se olviden del país’. Es importante ver otras realidades, para venir a ayudar a hacer la diferencia”.

Colombiano exitoso

Orlando Ayala llegó a ser vicepresidente ejecutivo mundial de Microsoft, encargado de las áreas de ventas, mercadeo y servicios, en el año 2000. Luego fue nombrado vicepresidente corporativo de negocios emergentes, y por muchos años trabajó de tú a tú con el fundador de la empresa, Bill Gates.
En 1980 se graduó de sistemas de información en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, de Bogotá, en la cual hoy es miembro de la junta directiva. Nació en Bogotá en 1956 y vive hace cerca de 20 años en inmediaciones de Seattle (EE. UU.), en compañía de su esposa, Adriana Cañizales. Tiene cuatro hijas.
JULIO CÉSAR GUZMAN
Editor Cultura y Entretenimiento
Andrés Montenegro
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