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Historias que la lana teje entre artesanos y diseñadores

Laura Acevedo escogió los colores naturales de la suave lana alpaca para sus bolsas y chales.

Laura Acevedo escogió los colores naturales de la suave lana alpaca para sus bolsas y chales.

Foto:Claudia Rubio / EL TIEMPO

El 19 y 20 de noviembre se lleva a cabo una nueva edición de Festilana, en Cucunubá.

Redacción El Tiempo
Ellos, los artesanos del Valle de Ubaté, saben hilar y tejer la lana. Lo han aprendido de sus mamás o abuelas, en una región donde las ovejas se crían con familiaridad. Tienen un conocimiento ancestral, de tradición, que en muchas familias se está perdiendo.
Los otros, los diseñadores de Bogotá, conocen sobre tendencias, teorías del color, mercadeo y diseño. Han ido a la universidad y también tienen una larga experiencia.
La lana ha tejido puentes entre los dos, gracias a la Fundación Compartir que desde hace 10 años promueve el uso de esta fibra natural y la conservación de esta tradición para lograr productos de mayor calidad, que redunden en una mejor calidad de vida de los campesinos de la región.
Así surgió Festilana, que se llevará a cabo el 19 y 20 de noviembre próximos en el municipio de Cucunubá, en el Valle de Ubaté, un evento en el que el público conoce todos los procesos de la lana y puede admirar y comprar el resultado del trabajo de 45 artesanos vinculados a la fundación y otros tantos de la región: ruanas, chales, cojines, mantas, capas, cobijas... un sin fin de bellos objetos artesanales y utilitarios cargados de diseño y moda.
La idea es que los artesanos puedan vivir de lo que hacen, por eso los diseñadores piensan en productos comerciales, durables, de calidad, atemporales, decorativos y útiles que la Fundación Compartir vende en sus tiendas y que ellos a la vez pueden ofrecer a turistas y propios. Una forma de preservar oficios, técnicas y trabajo manual mirando al futuro.

Soy toma los colores de los Misak

El negro, el blanco, el fucsia y el azul rey, los colores característicos de la indumentaria tradicional de los indígenas Misak o guambianos, del Cauca, llenó los ojos y las mentes creativas de María Luisa Ortiz y Diego Guarnizo durante el viaje que hicieron por esta región pensando en la segunda temporada de su marca Soy.
Con ellos, y con las hábiles manos de los artesanos de Cucunubá frente a un telar vertical, desarrollaron un tejido boucle (con lanas de diferentes grosores) para hacer pashminas y bufandas.
“Son amplias, permiten envolverte, usarlas como chal o como bufanda”, dicen los diseñadores, quienes se han empeñado en llevar el trabajo artesanal al diseño contemporáneo de manera digna y respetuosa con el saber ancestral y así reconocer esta labor hecha con las manos y con mucho talento.
Ellos también diseñaron toallas de cortesía para el baño en color crudo para ampliar el universo de productos de lana.

Con el sello de Papel de Punto

Con la idea de refrescar el legado ancestral que tienen los artesanos con las ovejas y su lana, “y para que la gente apoye el diseño y el trabajo artesanal”, Laura Acevedo, con su marca Papel de Punto, diseñó una bolsa en telar con lana alpaca y unos caballos bordados; un chal con borlas, ínconos de la marca, y un gorro.
“Son accesorios pensados para los más jóvenes, para que se acerquen y conozcan este trabajo que se hace en Cucunubá”, dice la diseñadora dedicada al tejido de punto. “Son ideas fáciles de desarrollar, con toque de diseño, que sirven para enriquecer el trabajo de ellos y el mío”, dice.

Ovejas que llegaron a Londres

Para la diseñadora textil y de interiores Juliana Hurtado ha sido un regalo participar en Festilana. “Soy creyente de los oficios y del saber hacer con las manos y en esta comunidad hay mucho de esto. Tienen muchas técnicas para combinar: telar, bordados, crochet, dos agujas...”, dice emocionada porque a ella le pican las manos si no está haciendo algo con ellas.
Desde hace tres años, con su marca Mrs. Lovegood Atelier, tiene una línea de cobijas, cojines y linos. “Tomé esto que sé hacer y trabajé con los artesanos, con un muchacho en especial, para hacer en telar y lana alpaca estas piezas en tonos crudos”, cuenta.
Además retomó unos canastos y diseñó unas ovejas muñeco en crochet, y que la Primera Dama llevó de regalo para los nietos de la Reina Isabel II, en su reciente viaje a Inglaterra.

Cuellos de Juan Pablo Socarrás

Trabajar con artesanos es un placer para Juan Pablo Socarrás, quien lleva más de ocho años vinculado a este proyecto. Capas y cuellos son dos de los productos que más se venden año tras años, por lo que este diseñador busca renovar estas prendas utilizando nuevas técnicas que explora de la mano de los artesanos.
“Esta vez utilizamos el macramé y el motón de lana sin procesar. Como es tan grueso, las artesanas tejen, no con agujas, sino con sus brazos. Cada uno es un producto único que se puede usar en cualquier lugar”, dice Socarrás.

Los ‘suavitos’, de Julia de Rodríguez

La palabra no está en el diccionario, pero se conoce en el mundo de la moda y del toreo: los ‘suavitos’ son esas prendas, como pequeñas chaquetas, que apenas cubren los hombros.
Las usan mucho las novias y los toreros, y Julia de Rodríguez ha querido traerlos a su mundo de las pieles. “En el reto de unir la lana y la gamuza de forma artesanal pensamos en esta pieza, que es como una estola, y las artesanas hicieron un crochet que les pusimos a los lados y en el cuello, que parece un encaje y le da un toque muy elegante”, comenta Juliana Rodríguez.
Con lana gruesa y dos agujas también hicieron cuellos suaves, grandes y cálidos para sus capas o ruanas cortas en gamuza. Esta marca lleva diez años vinculada a la Fundación Compartir y sus ruanas y bufandas de lana tejidas en telar con ribete de cuero ya son un clásico en el portafolio de esta entidad.
EL TIEMPO
Redacción El Tiempo
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