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Gastronomía

El ‘sommelier’ que trabaja en Mónaco y elige los vinos del 'jet set'

Stratico nació en Argentina. A los 25 años se trasladó a París, donde comenzó a interesarse por los vinos. Se graduó de ‘sommelier’ en la escuela WSET, de Londres.

Stratico nació en Argentina. A los 25 años se trasladó a París, donde comenzó a interesarse por los vinos. Se graduó de ‘sommelier’ en la escuela WSET, de Londres.

Foto:Cortesía Emiliano Stratico

El argentino Emiliano Stratico trabaja en una cava donde compran estrellas como Falcao y Madonna.

¿Conocen algún lugar del mundo en donde etiquetas de Cheval Blanc, Pétrus, Haut-Brion, Angelus, Ausone, Mouton Rothschild, Latour, Margaux, La Romanée-Conti y otros grandes nombres estén reunidas en la misma mesa de degustación?
Champagnes como Clos du Mesnil o Dom Pérignon, y grandes vinos de otras tierras también están en la bodega de la vinoteca más famosa del Principado de Mónaco.
Un lugar donde hasta hacen ‘yatch delivery’ a las personalidades más variadas del mundo. Les Grands Chais Monégasques es la tradicional vinoteca del principado y la única que cuenta con un club privado de vinos para clientes VIP, de donde surge su clientela. Gente muy conocida y tradicional de Mónaco, del ámbito del deporte, el espectáculo y la realeza, todos van por consejos para pasar un buen momento.
Emiliano Stratico es un ‘sommelier’ argentino que está en ese privilegiado lugar. Director de cava y mánager de ‘marketing’ de Les Grands Chais Monégasques, Stratico tiene su máxima: “A los clientes les gusta ser reconocidos, siempre con discreción, y que nos acordemos de sus gustos”.
El argentino tiene 43 años. Vivió en la Argentina hasta los 25 años, cuando decidió radicarse en París. Allí estudió lingüística en la Universidad de La Sorbona y se interesó por el vino. La tesis de su maestría fue ‘Cómo enseñar idiomas a través del vino’, con la que dio conferencias de idiomas respecto del tema. Recorrió viñedos y realizó la carrera de ‘sommelier’ en la reconocida escuela WSET, de Londres. En la actualidad se especializa en el armado de programas y contenidos de cursos sobre idioma y vino para ‘sommeliers’.
Les Grands Chais Monégasques, su lugar de trabajo, funciona desde hace más de cien años. Hoy cuenta con 300 metros cuadrados y más de 1.000 referencias a disposición.

Nuestros clientes son de lo más selecto de la escena mundial. Proveemos al Palais Princier y tuve el honor de compartir galas con el príncipe Alberto II

¿Quiénes pasaron recientemente por la cava?
Nuestros clientes son de lo más selecto de la escena mundial. Proveemos al Palais Princier y tuve el honor de compartir galas con el príncipe Alberto II. El creador de EasyJet, Stelios Haji-Ioannou (empresario griego), viene para equipar su bodega con las más selectas botellas. Del mundo del deporte tenemos clientes como Radamel Falcao, a quien oriento personalmente. El año pasado, Madonna compró algunas botellas para su cumpleaños, que suele festejar en la Costa Azul.
¿Cómo llegó a Mónaco?
Había visitado el principado en varias oportunidades y tenía gente conocida en el área. En un momento se abrió un puesto de trabajo y decidí postularme: quería cambiar mi vida citadina de Londres o París por algo más mediterráneo pero internacional.
¿Por qué el vino?
Desde muy chico me interesó la mesa, explorar restaurantes y bares. Siempre me gustó además la geografía, el contacto con el terruño, y en el vino encontré una pasión en la que pude hacer converger todo lo que me gusta: el buen vivir, el arte de la mesa, los viajes, los idiomas, la geografía, la historia y el ‘storytelling’.
¿Qué es lo más antiguo que hay en la cava?
Es la más grande y antigua del principado, las cavas son de piedra. Entre las botellas raras hay un Château Latour de 1871, La Romanée-Conti de 1936 y un champagne Dom Pérignon de 1969.
¿Qué fue lo más raro que le pidieron?
Un cliente que no conocía un día entró y me dijo: “Voy a comprar todo lo que brilla”, y en su gran compra se llevó todas las botellas que tenían algún brillo, entre ellas un mathusalem (botella de litros) de ‘champagne’ Moët et Chandon bañada en oro.
¿La gente pasa y compra o hay que hacer una cita?
La gente pasa y compra, es espontáneo. Si quieren hacer una cata, tomar un curso, o bien recorrer la cava y tomar una copa, deben hacer cita (salvo clientes muy VIP). El uso del bar y ‘lounge’ es solo para los VIP. La mayoría pasa y listo, porque justamente les gusta que mantenemos mucha discreción con los famosos. Mucha gente en Mónaco busca tener perfil bajo, y en nuestro espacio, como es íntimo y reservado a ciertos clientes, encuentran un lugar de relax en donde el vino es el protagonista.
¿Conoció la bodega de algún personaje?
Estuve en la del príncipe Alberto, en la de Stelios Haji-Ioannou y en la del Hôtel de Paris, que fue la más impresionante. En general, no podemos develar muchos datos de las cavas privadas.
¿Sus compradores son conocedores?
Sí, la mayoría son grandes conocedores y coleccionan botellas de mucho prestigio. Esto me obliga a tener que formarme y aprender aún más de forma constante. Por otro lado, tengo la oportunidad de degustar vinos de primer nivel mundial con frecuencia, como por ejemplo Cheval Blanc, Pétrus, Massetto, Adrianna de Catena, Latour, Romanée-Conti, ‘champagne’ Dom Pérignon, y muchas otras cosas, algo que podría hacer en muy pocos lugares del mundo. Si bien la lengua oficial de Mónaco es el francés, el país es trilingüe (francés, inglés e italiano), y eso me hace practicar a diario los tres idiomas, mi otra pasión. Todo en un ambiente internacional exigente, ‘haut de gamme’, que me propone un desafío extra.

Lo que más se vende es vino francés de entre 75 y 750 euros, y mucho ron, whisky y ‘cognac’ de los que tenemos botellas de colección como la de ‘cognac’ Louis XIII de Rémy Martin

¿Qué es lo que más se vende y a qué precio?
Lo que más se vende es vino francés de entre 75 y 750 euros, y mucho ron, whisky y ‘cognac’ de los que tenemos botellas de colección como la de ‘cognac’ Louis XIII de Rémy Martin, que está hecha en cristal opaco, o botellas de porto Taylor cosecha 1863.
¿Tienen vinos argentinos?
Sí, y desde que estoy aquí le he dado mucho impulso. Trabajamos más que nada con Rutini y Catena. Vendo mucho Cheval des Andes, por ejemplo, o Adrianna de Catena (son vinos de 90 euros, más o menos). Durante abril, en convenio con Wines of Argentina, organizo el Malbec Day. Desde que empecé aumentó la venta de vinos malbec y otras cepas de la Argentina.
¿La bodega tiene relación con el nacimiento del principado?
Comenzó hace más de cien años, en La Condamine, antiguo barrio de comerciantes de Mónaco. Este barrio aún hoy refleja el espíritu de la época y siguen perdurando los negocios más tradicionales. El espacio lo comenzó un monegasco, el señor Ginocchio, quien compraba vino en Francia y luego lo ponía en barricas en Mónaco, lo embotellaba, y la gente venía al mismo lugar donde estamos hoy a buscar sus vinos. El negocio fue galardonado en París en 1909 durante la Exposición Universal, y empezó a prosperar pero siempre con el mismo espíritu local y en el mismo lugar. Aún hoy están las viejas barricas tan arraigadas a la historia del principado.
¿Cómo es vivir en Mónaco?
Si bien viví mucho en Francia, mi raíz es italiana. En Mónaco pude encontrar ese equilibrio entre las culturas francesa e italiana, porque el principado está a 20 minutos de Niza y a 20 minutos de Ventimiglia (Italia). Así voy recorriendo los mercados de los tres países en pocos minutos, algo que para un ‘sommelier’ amante de la buena mesa es una gran felicidad. Con respecto a los vinos, en Mónaco tenemos acceso a todos los cercanos a la Provence, los de otras regiones de Francia y muchos de Italia. Todo este ‘mix’ hace que el principado sea para mí un lugar confluyente de sabores, aromas, idiomas, exigencia, oportunidades, jet set, mercados, todo junto y en pocos kilómetros, lo que en pocos lugares del mundo podría encontrar. Y además, con el agregado de despertarse con el marco del Mediterráneo y las montañas.
SABRINA CUCULIANSKY
LA NACIÓN (Argentina) - GDA
En twitter: @LANACION
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