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El Papa orará por 6.000 adoloridas víctimas del conflicto

El grupo de teatro El Tente existe desde el 2011. El colectivo de mujeres espera presentar su obra ante el Papa, en el Meta.

El grupo de teatro El Tente existe desde el 2011. El colectivo de mujeres espera presentar su obra ante el Papa, en el Meta.

Foto:Cortesía Grupo El Tente

Villavicencio será el punto del Gran Encuentro para la Reconciliación. La invitación es a perdonar.

Juan Carlos Rojas
“Si tengo la oportunidad de hablar con el Papa, lo único que quiero pedirle, como lo hago todas las noches, es que me ayude a rezar y a tener salud para saber qué pasó con mi hijo, dónde está, qué le hicieron”, dice Ruth Elizabeth Suárez.
Esta mujer tiene 65 años. Ha dedicado 11 de ellos a preguntar por su pequeño Jairo Alexánder Miranda Suárez, secuestrado en julio del 2006 por el frente 48 de las Farc cuando realizaba una misión de salud en la zona rural del Putumayo.
Ella es una de las 6.000 víctimas del conflicto armado que estarán en el Gran Encuentro para la Reconciliación, en el parque Las Malocas de Villavicencio, este viernes.
En este lugar, el Papa pronunciará una oración de 45 minutos por la paz y el perdón entre los actores de la guerra en Colombia. Fuentes sostienen que habrá un acto de perdón entre dos víctimas y dos victimarios, tema con el cual han sido herméticos en la capital del Meta.
“Siento una dicha grande –señala Ruth–. Es muy importante que el enviado de Nuestro Señor Jesucristo venga, porque va a traer cosas muy buenas. Lo que queremos nosotras las víctimas es que nos digan la verdad, que, por favor, para que exista un proceso de paz verdadero, nos digan la realidad de lo que pasó con nuestros seres queridos”.
A Ruth, humilde ama de casa, la pena por la desaparición de su hijo le quebró su salud. No obstante, su voz y la manera de expresarse denotan que el amor de una madre que quiere saber la verdad la mantiene de pie, dispuesta a viajar más de dos horas en avión desde Puerto Asís hasta Bogotá para luego viajar alrededor de tres horas por carretera hasta Villavicencio.
Esta mujer no necesita un gran equipaje. Lo único que no puede dejar en casa es una pancarta que ella misma escribió para la ocasión, que reza: ‘Las víctimas del conflicto armado en Puerto Asís creemos y estamos con la paz, queremos la verdad y saber de nuestros hijos’.
Maritzabel Ramírez, gerente de la visita del Papa en Villavicencio, sostiene que la preparación de este evento tomó tres meses. “Todos estarán sentados –explica la funcionaria–, es un coliseo cubierto que hay en el parque. La idea es que las víctimas tengan la oportunidad de estar con el Papa”. El evento se iniciará a las 3:40 de la tarde, según el cronograma.
“El Meta ha sido uno de los departamentos más afectados por el conflicto armado –anota Ramírez–. Una de las razones por las cuales viene el Papa es para reconciliar a los colombianos con Dios y la naturaleza”.
La Unidad Para la Atención de Víctimas se encargará de movilizar a algunas de las personas que participarán en este evento, donde se espera que quienes han sufrido la guerra tengan la oportunidad de hacer una oración con el sumo pontífice.
Albani Castillo es de piel oscura. Su sonrisa y su trabajo con otras víctimas del conflicto la mantienen enfocada. Todo lo que pueda hacer para no recordar que los paramilitares abusaron sexualmente de ella cuando apenas tenía 7 años y vivía en zona rural de Riohacha, en La Guajira.
Ahora tiene 36 años. Llegó hasta Puerto Tejada, en el departamento del Cauca, huyendo de los guerrilleros de las Farc que la desplazaron de La Bocana, en Nariño. Parece que toda la violencia acumulada en la historia del país la persiguiera.
“A mí me tienen amenazada por mi labor con las víctimas –aclara Albani–. Trabajo con una organización de víctimas y de defensa de los derechos humanos. Yo espero que la visita del Papa no sea solo un acto protocolario, que realmente esté con nosotros y ayude a que el proceso de paz continúe”.
“Se supone que nosotros (las víctimas) somos el centro de todo esto que hicieron en La Habana –señala la joven mujer–, a veces no pareciera así, pero esperamos que si el Papa apoyó en su momento el proceso de paz, entonces ahora que viene ayude para que seamos tenidos en cuenta y el proceso no se detenga”.
Desde la organización con la que trabaja Albani, las mujeres señalan lo importante de este encuentro, ya que de él depende que el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc no se detenga.

La hora del perdón

Por otro lado, además de pedir que el proceso de paz no se detenga y que, antes, se impulse con la visita del Papa, Quimio César Gómez viajará desde Yopal, en Casanare, para pedirles a las otras víctimas que, como él, hagan un verdadero proceso de perdón.
Esto se trata de reconciliarse; más allá de todo lo que significa la llegada del Papa, quiero que todas las personas que han sido víctimas, como yo, dejen el rencor a un lado. Mire, yo conozco a mucha gente que aún no han podido dejar el odio. El dolor que sentimos en algún momento no se borrará jamás, pero en nuestras manos está perdonar y continuar”.
Gómez trabaja con adultos mayores que, como él, fueron víctimas del conflicto, en una entidad a la que bautizó Nueva Esperanza. Es oriundo de San Ángel, en Magdalena, de donde los paramilitares lo obligaron a partir en el 2003. Perdió a su esposa y casi muere en otro atentado en Bogotá. “Esperamos una verdadera reconciliación, eso es lo que le diría al Papa”, explica.
–¿Y ella de dónde viene?
–Viene del Guaviare, está muy triste porque perdió a su hijo.
–¡Ay, qué dolor!
Así empieza el diálogo de la obra de teatro 'Anunciando la ausencia', del grupo teatral El Tente, un equipo de 10 mujeres que perdieron a sus hijos en diferentes pasajes del conflicto armado. La idea nació en el 2011; cada una guarda algo de los hijos que la guerra se llevó.
“El tente es un ave en vía de extinción acá en el Meta –explica Paulina Mahecha, miembro del grupo–; los indígenas lo utilizaban para que anunciara el peligro y protegiera a sus hijos. Nosotras hemos creado una pequeña galería con las cosas que aún guardamos de nuestros hijos y hacemos una conversación para que cada una cuente lo que pasó y cómo se llevaron a sus muchachos”.
Paulina perdió a su hija, María Cristina Cobo, el 19 de abril del 2004. Miembros de las Autodefensas la bajaron del vehículo en el que iba, al parecer por su labor de enfermera, en la que solo se dedicaba a ayudar sin mirar a qué bando pertenecía la persona atendida.
“Nos encantaría mostrarle esta obra al Papa”, confiesa Paulina.
MIGUEL ÁNGEL ESPINOSA
Redactor de EL TIEMPO
Juan Carlos Rojas
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