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Violinista cartagenero fue exaltado por el presidente de Alemania

El músico dice que le importa que los niños se integren y aprendan a expresarse.

El músico dice que le importa que los niños se integren y aprendan a expresarse.

Foto:Archivo particular

Gino Romero enseña música a 540 niños en Hamburgo.

Redacción El Tiempo
Una carta membreteada con el logo de la presidencia de Alemania llamó la atención de inmediato al cartagenero Gino Romero Ramírez, tras entrar a su apartamento ubicado en el cuarto piso de un edificio cerca al puerto, en el barrio Sank Pauli, en la ciudad de Hamburgo, en ese país de Europa.
Ocurrió a final de julio pasado, cuando el violinista, pianista y compositor, de 55 años, se dirigió raudo hacia el arrume de correspondencia acumulada durante el tiempo que estuvo de vacaciones en Colombia, aprovechando la llegada del verano.
Era un regreso poco común a la ciudad que lo acogió desde 1987, pues al leer la misiva se enteró de que el mismo presidente alemán, Joachim Gauck, lo iba a condecorar con la medalla ‘Cruz Orden al Mérito de la República Federal de Alemania’, la máxima distinción que puede recibir un residente de ese país.
“Me quedé atónito y no sabía muy bien de qué se trataba, pero investigué y fue cuando me di cuenta de lo seria que era esa invitación”, relató Romero desde Hamburgo.
El músico llamó a la colega barranquillera Patricia Rens, quien le confirmó la noticia y quien también fue condecorada por el trabajo que juntos hacen en la ‘Fundación Música Altona’, con la que desde hace 12 años vienen educando en música a niños de todos los estratos y que, además, pertenecen a diferentes culturas.
“La idea es unir, ser multiculturales. Y eso al final lo que hace es demostrar que se puede hacer paz con la música. Eso es precisamente lo que vio el presidente de Alemania”, aclaró.
Así las cosas, el nacido en el barrio Torices de la capital de Bolívar armó su equipaje y viajó hacia el Bellevue Palace, sede de la presidencia en Berlín, para recibir la distinción el pasado 4 octubre, un día después de cuando se celebra el aniversario de la entrada en vigor de la Reunificación alemana en 1990.
Ese inolvidable día le corroboraron que el citado galardón se otorga a los ciudadanos alemanes o extranjeros “por su destacado servicio al bien común y la convivencia”.
Romero Ramírez es el profesor de música de 540 alumnos que asisten al Louise Schroder Schule, plantel educativo en el que trabaja de planta en el barrio St. Pauli, y más tarde, muy cerca de allí, se dirige a Música Altona, donde instruye a niños de Alemania, de otras partes de Europa y del resto del mundo.
Muchos de ellos tienen una igual característica: no cuentan con los recursos monetarios para recibir clases. Sin embargo, como su objetivo es unir, lo que más le interesa al músico es que se mezclen las culturas y las clases sociales.
“Aquí no se excluye porque se tenga o no dinero, lo que más llama la atención es que cuando hacemos un concierto, los niños se ven diferentes, si se comparan físicamente, pero la música se expresa con el mismo sentimiento y así se evidencia en el público que los va a ver”, reiteró.
El violinista relató que en uno de sus conciertos, en una iglesia de Hamburgo, se reunieron en torno a la música un rabino, un pastor y un musulmán. “Los tres disfrutaron, lloraron y se abrazaron al ritmo de nuestras canciones”, anotó.
Pero este ejemplo colombiano para el mundo no surgió de una familia con tradición musical. Con todo y eso admite fue seducido por la música desde muy temprana edad cuando empezó a estudiar la guitarra y la flauta, instrumentos con los cuales ingresó al desaparecido Instituto Musical de Cartagena, donde se inició en el violín.
En 1979 se marchó a Bogotá a estudiar en la Universidad Pedagógica Nacional. En 1982, a los 21 años, aprovechó un viaje gratuito que consiguió su padre, quien hacía parte la mercante Gran Colombiana. Y así, tras un largo viaje, arriba al puerto de Hamburgo, en donde siguió estudiando violín, piano y composición.
Antes de convertirse en docente, organizó un grupo de música folclórica colombiana con el que subsistió un tiempo.
“Siento la música en mí desde que tengo 13 años, o desde antes, pero un buen día, estando en Hamburgo, ciudad de paz que apoya la diversidad, me di cuenta de que lo mío era la pedagogía, y entonces con la compatriota Patricia Rens decidimos hacer realidad este sueño”, sostuvo.
Y es que a Música Altona llegan niños de todos y los más diversos lugares. Se les puede ver en calidad de refugiados, de países africanos como Ghana, pero también de naciones asiáticas como Turquía y Vietnam. Otros arriban desde España, Argentina y Chile, cada uno con una historia distinta, pero con la ilusión de conectarse con la música.
Es muy fácil verlos con el violín junto al pecho unidos con la melodía de la película Star Wars, por ejemplo, o cualquiera de los ritmos del mundo, porque lo que el profesor Romero intenta es enseñarles música global con la que puedan aprender, de paso, a ser multiculturales a la hora de expresarse.
Cada año, Romero y sus pupilos realizan varios conciertos, tanto en Hamburgo, como en otras ciudades de Alemania. La música de los niños de Música Altona también ha llegado a España y próximamente a Argentina, donde se llevará a cabo el Festival Mundial de Música, en el que el colectivo estará representando a Alemania.
“Me gusta que los niños disfruten al llevar su música a diversos lugares y puedan viajar. Anhelo con algún día llevar esto a Colombia y en algún momento emprender algo parecido en San Bernardo del Viento, de donde es oriunda mi madre. Estoy haciendo contactos con la Fundación Músicos Sin Fronteras a ver qué tan viable es hacer algo en el país, de donde extraño muchas cosas en especial la música del Caribe.
Sin embargo, soy consciente de que allá las cosas no son tan fáciles de materializar como acá en Hamburgo, donde se le presta tanto apoyo a proyectos de este tipo y más si son de cultura”, agregó el profesor.

20 violines en Sant Paoli

En 2010, mucho antes de que el gobierno alemán le manifestara sus deseos de enaltecer su labor, el equipo de producción, conformado por Barbara Metzlaff, Alexandra Gtramatke y Christian Bau, logró tener lista la edición final del material recopilado durante tres años en las actividades del profesor Romero y Música Altona.
Esas vivencias inspiraron una taquillera película denominada 20 violines en Sant Paoli.
La cinta, de hora y 10 minutos, fue proyectada con mucho éxito en Rusia y Canadá y tuvo que permanecer varias semanas en cartelera debido a la demanda de asistentes.
Allí aparece el trabajo del profesor Romero, sin actuaciones, todo muy real con el hilo conductor que se inició desde que los niños llegan la fundación hasta hacer el primer concierto.
“Me pidieron el permiso para rodar y me captaron en mi cotidianidad. Fue una película que le gustó mucho a la gente mayor y que ojalá algún día pueda verse en Colombia. Eso sería un sueño”, manifestó.
Ahora que cuenta con la distinción alemana, Romero está seguro de que su fundación no necesitará carta de presentación y así los apoyos llegarán más.
De esta manera, precisa que comenzarán a verse con más dinamismo los aportes que particulares le hacen a Música Altona y siempre sirven para reinvertirse en mejores instrumentos y equipos.
Cuenta que su método a la hora de enseñar es el conocido como Suzuki, el cual consiste en la repetición tras un largo tiempo de práctica.
“Luego sin darse cuenta, ya comienzan a hacer música. Escogí el violín porque es un instrumento que se presta para que muchas personas toquen al tiempo. Su sonido, y todo lo que se puede hacer con él no se limita a solo la música clásica y de ahí que puedo hacer un repertorio más diverso”, concluyó. 
ANDRÉS ARTUZ FERNÁNDEZ
BARRANQUILLA
Redacción El Tiempo
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