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"La tierra se movía como gelatina y hacía un extraño ruido"

A cuatro municipios de Santander se extiende declaratoria de calamidad pública por temblor.

Exponiendo su integridad física la campesina Elcida Oviedo recorre lentamente su destruida vivienda para buscar algún objeto que pueda rescatar tras el temblor que el martes pasado afectó las casas de más de 1.000 familias en 18 municipios de Santander.
Enterrando sus cotizas en los tumultos de tierra, que cubrieron el piso de su finca en la vereda El Filo, en Matanza (Santander), la mujer escarba con sus cayosos y arrugados dedos para sacar varias prendas de ropa que por su deterioro no sirven para nada.
Así, sin resultados positivos, ha sido la búsqueda de la labriega que, durante tres noches, en compañía de su familia, durmió al lado de las ruinas de su casa cubierta por un plástico que no mitigaba el frío y no la protegía de la lluvia.
“La tierra se movía como gelatina y hacía un ruido muy extraño. La casa se ladeaba de un lado a otro como si fuera un pedazo de cartón. Gracias a Dios el temblor fue de día (3:55 p.m.) porque si hubiera ocurrido de noche no estaría contando mi historia”, dijo la mujer que anoche dormía en la colchoneta que, junto a elementos de aseo y cocina, recibió de la Gobernación de Santander.
En la misma situación de Elcida se encuentran 150 familias más de su municipio que vieron como, en cuestión de segundos, el sismo destruía sus casas. Orlando Lizcano García, alcalde de Matanza, dijo que 310 viviendas más deben ser demolidad y en 225 hay que hacer reparaciones inmediatas.
“Fuimos el pueblo más perjudicado con el temblor de 6,6 Mw que por casi medio minuto tuvo como epicentro el sector de la Mesa de los Santos (Santander). Contamos con un presupuesto de apenas 2.500 millones de pesos y necesitamos 10.000 millones”, aseveró el funcionario.
Richard Aguilar, gobernador de Santander, dijo que en los próximos cuatro meses deberán ejecutarse los recursos que la Nación, a través de la Unidad Nacional de Riesgo, destinará para la reconstrucción de más de 500 casas y reparaciones para la misma cantidad.
“Por eso declaramos la calamidad pública en Matanza, Rionegro, Betulia y El Playón para que los recursos lleguen más rápido. Los damnificados nos han dicho que quieren ellos levantar de nuevo sus casas y les vamos a dar material para hacerlo. Mientras tanto recibirán un subsidio de arriendo de 250.000 pesos mensuales”, les dijo el Gobernador este jueves a los afectados.
Historias de vida
A media hora de El Filo, por una algosta y serpenteante carretera destapada, se encuentra el corregimiento Santa Cruz de la Colina, recordado por haber sido un ‘santuario’ de las guerrillas del Eln y Epl a comienzos del siglo.
Allí, en medio de enormes grietas y una vieja casa a punto de caer, a María Nelly Blanco se le quiebra la voz cuando narra los momentos que vivió con los 12 niños que hasta el martes pasado alimentaba y cuidada en la guardería que funcionaba en su semidestruida vivienda.
“Corrimos todos al patio de la casa y nos arrodillamos a orar. Mientras la casa se estremecía y todos los platos caían al piso de la cocina los niños me abrazaban fuerte”, agregó la madre comunitaria de 65 años que busca una casa para atender a los menores entre los 2 y 5 años.
Dos escuelas, otra guardería rural, un ancianato y la iglesia del casco urbano también sufieron severos daños estructurales.
En el corregimiento, lleno de cultivos de café, mora y pancoger, los 15 integrantes del grupo de teatro del Colegio Técnico Agropecuario ofrecen boletas de una rifa para arreglar el salón de sus ensayos que se vio afectado como la casa de Elvia Caballero Gamboa, quien había viajado y este jueves llegó al sector para encontrar su vivienda destruida.
FÉLIX LEONARDO QUINTERO
Enviado Especial EL TIEMPO
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