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La última lucha de Aldemar en un territorio con dos bandas

Los restos de Aldemar Parra permanecen en una improvisada bóveda del cementerio de La Loma, corregimiento del municipio de El Paso (Cesar).

Los restos de Aldemar Parra permanecen en una improvisada bóveda del cementerio de La Loma, corregimiento del municipio de El Paso (Cesar).

Foto:Carlos Capella / EL TIEMPO

El presidente de la Asociación Apícola del Cesar fue asesinado por sicarios en enero del 2017.

Juan Rodriguez
Yulieth Parra conducía, como cualquier día, la moto de propiedad de su madre por la trocha de arena rojiza y tiznada de polvillo de carbón que de la vereda El Hatillo conecta con La Loma, corregimiento del municipio de El Paso, en el centro del Cesar.
Eran las 3 de la tarde del sábado 7 de enero del 2017, cuando en el trayecto, de unos 10 minutos, se encontró de frente con tres hombres que llevaban cascos en dos motos de alto cilindraje, uno de ellos sujetando un revolver, lo que la llevó a suponer, en medio del susto, que el del arma se disponía a cometer un robo más adelante.
La mujer, robusta y de piel de ébano, prefirió concentrarse en el camino en medio de palos de eucalipto y aumentó la velocidad hasta toparse, a unos cuantos metros, con una multitud de personas que rodeaba, atónita, el cuerpo moribundo de un hombre que acababa de ser baleado. Yulieth se bajó de la moto y corrió a ver de quién se trataba, pues pensó que había ocurrido un accidente entre dos motocarros, el medio de transporte que pulula en la zona.
Pero el silencio era sepulcral hasta que se percató de que quien estaba tendido en el suelo era Aldemar Parra, su hermano y líder comunitario, asesinado a los 30 años por causas que siguen siendo un misterio. Se arrojó sobre él, intentó levantarlo hasta lograr abrazarlo y, luego, notó que la vida se le había esfumado, al igual que sus asesinos que escaparon, sin dejar rastro, por la trocha que comunica a El Hatillo con los municipios de Becerril y Agustín Codazzi.
“Yulieth fue la primera de la familia en verlo con los disparos, aunque ella creyó que se había accidentado en la moto y que estaba con vida. Fue el pastor Félix Barrios, que estaba entre los curiosos, quien le confirmó que mi hermano ‘Maro’ estaba muerto y que lo habían asesinado. Después, mi hermana cayó en cuenta en que los hombres que había visto eran los asesinos”.
Las anteriores fueron declaraciones de Gloria Parra García, quien un año y cuatro meses después de la tragedia que aún enluta a su familia, intenta encontrar respuestas sobre el homicidio de su hermano, el mayor de 8 hijos de Carmen Rosa García Robles, una humilde habitante de esa vereda, y William Parra ya fallecido.
Gloria, o ‘Goya’ como la conocen en la comunidad, refirió que cuando le dijeron que su hermano estaba muerto tras recibir cuatro disparos, no fue capaz de creerlo. No lo asimilaba, dado que Aldemar nunca reportó amenazas contra su vida, ni siquiera por ser activo crítico de la afectación que producen desde inicios de la década de los 90 en El Hatillo las multinacionales dedicadas a la explotación de carbón.
En la actualidad, la vereda de casas de bahareque, zinc y palma, con antenas de televisión satelital, está rodeada por las cinco minas que operan la Drummond Ltda., Prodeco y la Sociedad Colombian Natural Resources (CNR).
El líder social tampoco manifestó que lo hubieran increpado por ser sobrino de Alfonso Martínez, Yolima Parra y Diana Fonseca, líderes comunitarios de la misma vereda que hacen parte de la mesa de concertación en el proceso de reasentamiento de las comunidades de El Hatillo, Plan Bonito y Boquerón, ordenado desde el 2008 por el Estado a dichas compañías. Precisamente, hace dos años, ellos fueron amenazados, a través de panfletos, por las ‘Autodefensas Gaitanistas’ que, junto con el ‘Clan del Golfo’ hacen presencia en la zona.
“Él (Aldemar) asistía a todas las reuniones y no le temblaba la voz para decir lo que no le parecía en el proceso de reasentamiento. No hacía parte de la mesa de concertación, pero le llamaba la atención ser presidente de la junta de acción comunal de El Hatillo”, refirió Gloria Parra.

Él asistía a todas las reuniones y no le temblaba la voz para decir lo que no le parecía en el proceso de reasentamiento

Recordado por la gran mayoría de los 600 habitantes de la vereda por su don de servicio, talento para el fútbol, la alegría que le imprimía a lo que hacía y por el vallenato de Los Betos, La dama del ajedréz, canción considerada como la oficial de esa población, no ocultaba la felicidad por la llegada de Aldemar Isaac, su tercer hijo, hacía 21 días.
Comenzaba el año nuevo optimista motivado en sacar varios proyectos adelante, sobretodo el de la Asociación Apícola del Cesar (Asograce), que no alcanzaba el primer año de haber sido constituida legalmente y de la cual era su presidente. Dicha asociación fue creada para impulsar la economía de unas 20 familias de El Hatillo, mediante la extracción de miel de colmenas de abejas africanizadas.
Y es que como parte de ese proceso de reasentamiento de los habitantes de la vereda nacieron varios proyectos productivos, como Asograce, que tiene dos años de estar avanzando. Las empresas mineras apoyaron, a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), la ejecución de esas iniciativas.

Estaba sindicalizado

Todo transcurría normal para Parra García, quien antes de encontrar la muerte, con argollas compradas, esperaba a que Lianis Suárez Madera, su compañera sentimental y madre de sus tres hijos (hoy de 9, 6 y 1 año), se repusiera de la cesárea para contraer nupcias a finales de ese mes de enero. “Me cambió la vida porque él era mi compañía, mi seguridad; era un hombre bueno que no le hizo mal a nadie, seguimos sin respuestas sobre su crimen”, anotó Suárez Madera.

Me cambió la vida porque él era mi compañía, mi seguridad; era un hombre bueno que no le hizo mal a nadie, seguimos sin respuestas sobre su crimen

Tanto Lianis Suárez como Gloria Parra coinciden en que son varias las preguntas que se hacen a diario para algún día poder esclarecer el asesinato. El primero de esos interrogantes tiene que ver con que minutos antes de haber sido asesinado Aldemar fue visto en la casa de su madre. Allí, Yulieth, su hermana, le pidió que la llevara a La Loma para una actividad de la iglesia a la que asisten, pero este se negó aduciendo que ya venía de allá y no iba a regresar.
Sigue llamando la atención que pese a haber dicho que no regresaría a La Loma, Aldemar fue interceptado por sus asesinos al final de la vía, antes de ingresar al corregimiento.
“El asesinato de mi hermano nadie la vio, por lo que no existen testigos que puedan decir lo que pasó. Lo que sí se han suscitado son comentarios, como que Aldemar tenía una relación con una mujer ajena, lo que sabemos no fue así. También se dice que al momento de haber sido baleado iba en compañía de Jáder Mercado, un amigo que tenía en La Loma y que fue asesinado tres meses después”, insistió Gloria, quien es presidenta de Asograce.
Aldemar Parra fue trabajador de Vale Coal Colombia, multinacional de carbón cuyas concesiones mineras fueron vendidas a la CNR, que hace tres años dejó de extraer el mineral de la mina El Hatillo, por lo que un sinnúmero de empleados, incluido el líder comunitario, quedó cesante.
Sin embargo, Parra García quedó cobijado por el sindicato de la compañía, por lo que no dejaron de reconocerle su salario y las prestaciones como auxiliar de trituradora hasta el momento de su asesinato, aunque no estuviera trabajando. Sus familiares confirmaron que tenía la intención de tomar la liquidación que le ofrecían para comprarse una camioneta que sirviera para fortalecer la operación de Asograce.

Pedirán celeridad

Gloria Parra había concertado con su familia que dejaría de averiguar sobre la investigación del asesinato de su hermano. Sin embargo, dice que hace poco soñó que William Parra, su padre ya fallecido y quien también fue líder en El Hatillo, le sugería no dejar el crimen en la impunidad.
Por eso se dirigirá en próximos días a la Fiscalía 24 de Chiriguaná, Cesar, a pedir celeridad en el proceso. Una fuente oficial que pidió no ser citada dijo a EL TIEMPO que se cuenta con el retrato hablado del presunto autor, pero no hay más información. En la zona se ha alertado sobre la presencia de las ‘Autodefensas Gaitanistas’ y el ‘clan del Golfo’.
ANDRÉS ARTUZ FERNÁNDEZ
Twitter: @Andretuz
Enviado especial de EL TIEMPO
Juan Rodriguez
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