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Las historias de otros dos colombianos condenados a muerte en China

Alrededor de 14 están en el país asiático. Algunos de sus familiares llevan años sin saber de ellos.

Cinco minutos al mes. Ese es el tiempo que durante los últimos dos años y tres meses, Luis Antonio Alzate Moreno, de 73 años, ha podido hablar con su familia desde que fue detenido y enviado a la cárcel de Guanzhong, en China, en noviembre del 2014.
Él es uno de los más de 120 colombianos que, a la fecha, se encuentran detenidos en cárceles del gigante asiático, de los cuales cerca de 14 están condenados a la pena de muerte.
La situación de Luis Antonio, pese a ser condenado a muerte, aún está en vilo, ya que su caso permanece en espera luego de una apelación que se presentó por parte de su defensa.
“Se envió una carta con ayuda de la Cancillería, porque él se encuentra invalido de una pierna. Aún esperamos una respuesta”, explica Marinella Alzate, hija de Luis Antonio.
Su familia asegura que tras un año de haber sido capturado, Luis solo pudo comunicarse con ellos a finales del 2015. Solo hablan por cinco minutos cada mes y las cartas que intercambian suelen no llegar a las manos de este pereirano, pues las autoridades consideran que no se le deben entregar porque contienen información ajena al drama familiar.
Como el caso de Luis Antonio, son muchos los colombianos que habitan en las cárceles chinas. De acuerdo con datos de la Cancillería, 12 hombres y dos mujeres están sentenciados a muerte, de los cuales tres tienen pena de muerte efectiva, nueve tienen suspensión a dos años (el tribunal puede cambiar la condena en ese tiempo) y dos se encuentran a la espera de apelación.
De acuerdo con cifras de la Cancillería, tres personas han sido ratificadas y están a la espera de que China les fije fecha de ejecución; dos están en proceso de apelación y diez, suspendidas por dos años.
“En la carta se pidió ayuda por un indulto que le habían dado a personas mayores de 65 en China, yo estoy esperando esa respuesta, la esperanza es que lo devuelvan para que cumpla una condena en Colombia”, expresó Marinella.
Diana Pérez, una economista caqueteña de 25 años, fundadora de la Asociación de Familias Colombianas Unidas, lucha por buscar la repatriación de personas que, como su padre, cumplen condenas en el exterior que no están contenidas en el Código Penal Colombiano.
Pérez asegura que su grupo busca la manera de tener a sus familiares de vuelta, además de brindarles apoyo a los allegados de los colombianos que viven esta pesadilla lejos de casa.
A través de redes, o por medio de reuniones esporádicas, Diana atiende los casos de personas de diferentes partes del país, ya que ella conoce de cerca lo que una familia tiene que vivir cuando su ser querido comete este delito en China. Casos como personas que no sabían a qué se enfrentaban o algunos que no tenían otra opción que arriesgarse, hacen parte de las historias que esta mujer recibe casi a diario.
‘Las deudas lo estaban agobiando’
En marzo, Elver Emilio Quique, también de 73 años, cumplirá dos años de haber sido detenido por tráfico de estupefacientes en Qingdao.
Quique, oriundo de Buga, en el Valle del Cauca, no encontraba cómo sostener su casa con los 400.000 pesos mensuales que recibía de pensión, por lo que decidió hacerle caso a un viejo conocido que le ofreció un buen dinero por llevar la droga al país oriental.
“El amigo cayó antes, pero lo condenaron a cadena perpetua. Mi papá sí permanece a la espera de los dos años para saber cuál será su situación, pero, hasta ahora, se sabe que permanece con pena de muerte”, dice Kelly Johana Quique, una de sus ocho hijos, quienes esperan por el regreso de este hombre.
Otra apresurada aventura fue la de Fabián Enrique Buitrago, de 39 años, que en abril del 2014 fue detenido por tráfico y enviado a una prisión en Guanzhong, donde, según familiares, debe esperar cerca de seis meses para conocer la respuesta de la justicia China.
Fabian Enrique Buitrago. Archivo Particular
“Él pudo apelar, pero debe esperar a que le respondan y eso lleva tiempo. No hemos sabido nada de él, todo lo hemos manejado a través de la Cancillería y no sabemos qué más hacer”, cuenta Martha Buitrago, hermana de este estilista bogotano.
Fabián partió de Bosa, en la capital, con la intención de conseguir un poco más de dinero, pero este episodio lo condenó a ser recluido en una prisión de dicho país.
Hasta ahora, sus allegados no han podido escuchar la voz de Fabián, pero mantienen la ilusión de que sea condenado a cadena perpetua para iniciar, de nuevo, el proceso que les permita repatriarlo.
Por ahora, las familias se mantienen en contacto. Se dan apoyo, se colaboran unos a otros en cada trámite, mientras las personas que permanecen recluidas en China rezan para regresar a su país y purgar los errores cometidos, sin la idea macabra de ser ejecutados en una tierra que no es la de ellos.
MIGUEL ÁNGEL ESPINOSA B.
Redactor NACIÓN
EL TIEMPO
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