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Vigilante herido recuerda cómo se desplomó la torre del edificio Space

Yáder Arley Lopera contó que antes del derrumbe, escuchaban ruidos extraños que venían del edificio.

Yáder Arley Lopera sintió a las 8:00 p. m. del sábado, un estruendo que venía de la torre seis de la urbanización Space; “como si alguien cerrara con fuerza una ventana y después el vidrio se quebrara”.
Dos años atrás había ingresado a trabajar a la empresa de vigilancia Valuarte, y desde hace cuatro meses lo habían asignado a la urbanización. Cuando escuchó el ruido realizaba su usual ronda de vigilancia.
Ese sábado inició su turno a las 5:00 p. m. Otros vigilantes le advirtieron que el Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Emergencias y Desastres de Medellín había evacuado a 50 familias de la torre seis.
Los trabajadores comentaban entre ellos que había grietas en las paredes y escaleras, y escuchaban sonidos extraños que parecían provenir de la estructura de la edificación.
Lopera salió desplazado a los 8 años del municipio de Campamento, en el norte de Antioquia, después de que grupos al margen de la ley amenazaron a su abuela, María Valderrama.
Desde entonces trabajó en varios poblados de Antioquia como empleado de fincas y vendedor ambulante, para apoyar económicamente a su mamá y a su abuela. Ellas fueron las primeras personas que se le vinieron a la cabeza cuando sus compañeros le hablaron de la evacuación.
“Yo me asusté. Así que como la vigilancia se hace en Space y en Asensi (otro conjunto residencial), decidí irme a los lados de Asensi; pero cuando iba pasando por los lados de la piscina, al escuchar ese sonidos como de ventana rota, me devolví a ver”, recordó.
Después de eso solo recuerda los gritos de gente pidiendo ayuda. “El edificio empezó a caerse a pedazos”, dice y recuerda que empezó a caminar de lado a lado sin saber a dónde ir, escuchando gritos que no sabía de dónde venían.
“Se me borraron cosas. No sé en qué momento sucedió todo (…) Me acuerdo de todo lo demás, de mi vida, de lo que comí ese día, pero después no tengo memoria”, contó.
Decenas de losas de cemento, polvo y piedras cayeron encima de su cuerpo. Cuando abrió los ojos, el domingo al medio día, estaba en una habitación iluminada, respiraba con la ayuda de una máquina, repleto de heridas en su cuerpo, hinchado, adolorido. Había sido internado en la Clínica del Rosario, en El Poblado.
El parte médico del día de ingreso en la clínica señaló que Yáder Arley Lopera, de 23 años, se encontraba en estado de confusión, aturdido, sangrando, con una herida de cinco centímetros en la cabeza, que no tuvo que ser operada.
“Ha evolucionado muy bien; neurológicamente está bien, ha tenido una buena evolución. Hoy, por ese motivo, lo vamos a trasladar a una habitación en un piso para que continúe con la rehabilitación”, dijo Heidi Castro, médica intensivista.
PAOLA MORALES ESCOBAR
Corresponsal de EL TIEMPO
Cinco minutos para sacar lo más valioso
“En el ambiente solo se sentía miedo. Las mujeres se despedían de sus parejas como si fuera la última vez que los iban a ver, y cuando nos veían salir con lo poquito que podíamos sacar nos recibían como héroes”.
Así describió Carlos Ruiz el momento en que los residentes de las torres 1, 2 y 3 del edificio Space lograron ingresar el pasado lunes a los apartamentos, para sacar sus pertenencias más valiosas. Hacia las cinco de la tarde, organismos de socorro autorizaron que solo una persona por vivienda podría ingresar durante cinco minutos, y sacar en una maleta pequeña las pertenencias que allí cupieran.
Fueron casi tres horas de angustia y de rezos para que no ocurriera otra tragedia mientras los residentes, uno por uno, sacaban sus pertenencias. Carlos ingresó hacia las 5:45 p. m. a su apartamento, el 818 de la torre 1. “Era un riesgo; afuera se sentía el miedo. Como mi esposa es médica saqué sus implementos de trabajo, estetoscopios, carnés y ropa para que pueda ir a trabajar. Para mí saqué un par de zapatos y dos pantalones”, contó.
Otras personas lograron extraer cajas fuertes, documentos y computadores, y algunos pocos hicieron caso omiso y sacaron varias maletas y objetos como guitarras y ganchos para la ropa.
Carlos y su esposa residían en Space desde hacía un año y dos meses, en un apartamento que medía 70 metros cuadrados y les costó 280 millones de pesos. Hoy, asegura que, como él, mucha gente ya no quiere saber nada del Space.
“Se supone que mi torre es la menos afectada, pero cuando ingresé nos tocó abrir la puerta del apartamento a la fuerza, porque el techo de arriba cedió. Hay grietas profundas en la cocina y los baños. Aquí ya nadie quiere volver”, subrayó.
Denunció además que hacía tan solo un mes habían recibido una notificación de la constructora, en la que ante las reclamaciones formales que se hacían, aseguraban que la estructura no presentaba peligro y mucho menos un riesgo de colapso.
ANGELICA P. CERVERA
REDACCIÓN ADN MEDELLÍN
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