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En Antioquia prenden alarmas por consumo de droga a temprana edad

Curiosidad, diversión, familias disfuncionales, son algunas causas por las que los niños prueban.

A los 13 años, Ferney Andrés Madrid probó por primera vez la marihuana y el alcohol, cuando aún no había terminado su educación primaria. Cuenta que todo inició como un juego, por la curiosidad de tener nuevas experiencias.
“Hasta ese momento todo era bueno. Hoy tengo 33 años, 15 de los cuales los dediqué al alcoholismo y a la drogadicción”, dice Ferney, que en la actualidad es el director de ‘Levántate y Resplandece’, fundación que acoge a jóvenes que padecen la farmacodependencia y trabaja por la resocialización de drogadictos en San Antonio de Prado.
Como Ferney, 379.600 jóvenes de Antioquia, el 13 por ciento de esta población, habría comenzado el consumo de cannabinoides (marihuana y derivados) entre los 12 y los 15 años, según un informe de la Empresa Social del Estado Carisma, entidad especializada en servicios de salud mental.
Esta situación ha prendido las alarmas de las autoridades, entes de la Alcaldía y de la Gobernación, sobre las consecuencias sociales y económicas que podrían derivar del consumo de drogas a temprana edad.
Según Carolina Uribe Botero, coordinadora del Comité Departamental de Prevención en Drogas de Antioquia, el estudio evidenció que un promedio de cuatro a cinco por ciento de los niños, niñas y jóvenes encuestados señalaron que en algún momento de sus vidas habían probado ‘popper’, cocaína, éxtasis, roches y ruedas, además de bazuco y éxtasis.
Los jóvenes aseguraron que los lugares más frecuentes de consumo de estas sustancias son las fiestas, bares y cantinas. Alucinógenos como el bazuco o la heroína son consumidos en otros espacios, como casas, parques y canchas de barrios de la ciudad.
La investigación señala además que los sitios más comunes para acceder a las drogas son la calle, con un 42 por ciento; casas de expendio, con un 32 por ciento, y las plazas de mercado, con un 4 por ciento.
Ante esta problemática, el comité está apoyando estrategias –basadas en la Política Nacional para Reducir el Consumo de sustancias Psicoactivas– de prevención, mitigación, superación y la capacidad de respuesta de los territorios a la problemática.
“En prevención trabajamos habilidades para la vida, enfocadas con diferentes rangos de edad. También tenemos un plan de intervención en instituciones educativas, dirigidas a niños, docentes y padres. El objetivo es crear ambientes sanos y entornos que prevengan el consumo”, señala Uribe Botero.
Para ella, la sociedad y el Gobierno deben aunar fuerzas para hacer énfasis en la prevención, pues a largo plazo resulta más económico invertir en programas y proyectos educativos, de deporte y creación, de bienestar comunitario y familiar, que construir grandes centros de rehabilitación para esta población.
Causas del inicio
El estudio revela que, además del poco reconocimiento social a los jóvenes, otras de las causas para iniciar el consumo de sustancias psicoactivas son la curiosidad, la diversión, la posibilidad de relajarse, la necesidad de inclusión en ciertos grupos sociales, vencer la timidez y los problemas familiares.
“Aspectos como la disfuncionalidad familiar, representados en la falta de dedicación de los padres con la educación de sus hijos y en el deficiente control por un excesivo liberalismo en la educación, son, sin duda, generadores de alta vulnerabilidad, pues imposibilitan la adquisición de herramientas en los jóvenes para hacer frente a las necesidades cotidianas de la vida”, explica el documento.
Por eso, para Jhon Mejía, operador terapéutico egresado de la Fundación Universitaria Luis Amigó, los problemas al interior de un hogar se reflejan en las conductas que los niños adoptan a temprana edad; por lo cual, agrega que ni las restricciones ni la libertad excesiva son componentes de una buena crianza.
‘Educación es la medida en contra del consumo’
Jorge Giraldo Ramírez, decano de Humanidades de la Universidad Eafit y estudiosos como pocos del conflicto armado, conversó con el diario EL TIEMPO sobre la problemática que padecen los jóvenes del departamento sobre el consumo de sustancias.
¿Cuáles son los factores que inducen a los jóvenes al consumo de sustancias a tan temprana edad?
Hay un patrón cultural presente, y es la falta de sobriedad, que en las nuevas generaciones se expresa en el consumo de sustancias muy baratas como la marihuana y el bazuco. La sociedad antioqueña no se caracteriza por un consumo moderado de alucinógenos, incluido el alcohol, sino más bien por el abuso de este tipo de sustancias.
La disponibilidad del mercado es otro factor, pues la amplia oferta de estupefacientes genera que las drogas sean de fácil acceso para los jóvenes. Otro factor es que no hay modelos llamativos fuertes en la escuela y en la sociedad que establezcan que la sobriedad es una cualidad valiosa. En algunos casos, es muy común encontrar niños que conviven con adultos adictos a sustancias distintas al alcohol.
¿Qué medidas debe tomar la administración para controlar el consumo de sustancias psicoactivas en los jóvenes?
La política pública se ha caracterizado por ser represiva con los consumidores y esto no conduce a nada. Frente al consumo, la represión es un mecanismo, no solo ineficaz, sino contraproducente. La única alternativa seria con respecto a las drogas está en la prevención y en la educación. Tienen que haber también tratamientos de salud pública.
La represión debe estar sobre los grandes oferentes, no sobre los jóvenes. Mientras no se combatan los cultivos y laboratorios en los que se procesa la droga, la oferta en las grandes ciudades va a seguir siendo lo suficientemente lucrativa para que muchas personas intenten entrar a ese negocio.
¿Cuáles son las consecuencias del consumo de sustancias en la juventud?
Los efectos son evidentes: pérdida de capital humano y ruptura del tejido social, tanto familiar como comunitario. Los adictos se van volviendo disfuncionales y, con el consumo, se rompe cualquier participación en los procesos de cooperación social que necesita toda ciudad y todo país del mundo.
LUIS CARLOS PADILLA BERRÍO
EL TIEMPO
PAOLA MORALES ESCOBAR
Redactora de EL TIEMPO
Twitter: paoletras
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