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'En mi mente toda mi vida he sido una mujer'

Diana Sofía Restrepo Rojas inició su transición hace más de un año. Hoy está feliz con su apariencia

“La orientación de ser hombre o mujer la da el cerebro, no los órganos sexuales”. Clara, directa y sin titubear, Diana Sofía Restrepo Rojas, mujer transgénero, piensa así sobre la decisión que toman algunas personas de cambiar de género porque –dice– no se sienten cómodas con el cuerpo que nacieron.
Por eso, se considera a sí misma como una mujer valiente, capaz de desafiar los paradigmas de lo que es ser hombre o mujer en una sociedad que sigue siendo conservadora como la colombiana y más todavía, como la antioqueña.
Diana Sofía, estudiante de Enfermería en la Universidad de Antioquia, inició la transición, el cambio físico, hace un año y siete meses, cuando cursaba tercer semestre. Primero, durante ocho meses, tomó antiandrógenos para bloquear la testosterona de su cuerpo y luego, comenzó con los estrógenos para adquirir la apariencia femenina. Tenía 20 años.
“Antes de hacerlo, pensé mucho de si era el momento para asumir mi rol femenino en la sociedad –desde pequeña me he sentido mujer–, no me identificaba con mi apariencia masculina y tampoco me veía desempeñándome como un hombre. Entonces, tomé la decisión”, comentó.
Supo que no sería fácil, pero no importó, ya estaba cansada de mirarse al espejo y sentir que esa persona que veía no era ella. Era el momento para que “mi verdadero yo ocupara este cuerpo”, aunque hoy lamenta que no haya sido mucho antes pues cuando se inicia la transición entre los 13 y 14 años es más fácil cambiar las facciones masculinas porque todavía no se ha tenido una pubertad completa.
Con la decisión tomada, los cambios empezaron a ser notorios, pero no solo físicos, también emocionales. Antes de tomar las pastillas, Diana Sofía era una persona muy ansiosa y pasaba por largos períodos de depresión, al empezar a tomarlas esto se hizo más frecuente, se volvió más inestable. Entendió que, al ser un proceso tan serio para su vida, debía estar acompañada y asesorada por psicólogos.
Lo hizo y todo ha marchado mejor. No han faltado las recaídas, pues “en la sociedad existe un estigma hacia nosotros, es más fácil que acepten a un gay o a una lesbiana que a un transgénero”, opinó.
Pero gracias al apoyo de su mamá, de su novio Santiago Cano, de sus amigos y de la convicción que la caracteriza para seguir luchando por su sueño –ser y verse como la persona que siempre ha tenido en mente– ha superado esos obstáculos que encuentra en la sociedad.
Es una mujer inteligente, soñadora, ambiciosa y con gran sentido social, de hecho, esta última fue una de las razones que la llevaron a estudiar Enfermería en la U. de A.
“La elegí porque es una profesión dedicada a la ayuda y cuidado de los demás y aunque por el proceso que vivo he tenido algunos inconvenientes en la Facultad, sobre todo de papeleo o de relaciones interpersonales, tengo claro que voy a terminar de estudiarla y más adelante estudiaré otras cosas”, aseguró.
Ella, de 21 años, se siente orgullosa de ser un ejemplo a seguir para otras personas que quieren dar el paso que ella ya dio, que –dice– es importante para ser felices y ser quienes siempre han sido y poder hacer las cosas que les gustan como dejarse crecer el cabello, depilarse las piernas, pintarse las uñas, maquillarse y usar faldas y escotes sin que nadie les diga algo, porque esto es lo que está en su ser, es su identidad y como se sienten bien, a gusto consigo mismas.
Aunque las hormonas le han sentado bien y el proceso ha sido rápido, Diana Sofía siente que aún falta más para “estar totalmente realizada. Debo mejorar ciertas partes y claro, por estar influenciada por el estereotipo de mujer voluptuosa, quiero verme un poco así”, dice entre risas.
Hasta ahora no le han realizado cirugías, pero tiene claro que en el mediano plazo pasará por el quirófano para hacerse una feminización facial, un aumento de senos y caderas.
Pero más allá de estos anhelos físicos, tiene otros: algún día quiere ser mamá, considera que tiene las capacidades requeridas para cuidar y educar a un niño.
“Me gustaría adoptarlo y darle lo mejor para que sea feliz. Cuando alcance una estabilidad económica espero poder hacerlo, que en Colombia la identidad sexual deje de ser un impedimento para poder adoptar y dar amor a un niño”.
Sobre esto, piensa que el país no conoce mucho de la comunidad Lgbti, que hace falta más educación y que ese dicho tan popular de ‘se volvió así’ es falso, porque “uno no elige ser así, uno nace así y en algún momento lo descubre porque tiene problemas con esa identidad que no le pertenece”.
Por eso, hace un llamado a la sociedad, exigiendo respeto para los Lgbti: “Lo nuestro no es una perversión, no le hacemos daño a nadie, somos así porque es como nos sentimos mejor y no dejamos de ser verdaderas personas”, concluyó.
MÓNICA MARÍA JIMÉNEZ RUIZ
Para EL TIEMPO
MEDELLÍN
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