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Un proyecto basado en el amor y la música para curar la enfermedad

Carolina Jaramillo llevará musicoterapia a los niños del Hospital San Vicente Fundación de Medellín.

MÓNICA MARÍA JIMÉNEZ RUIZ
La música tiene un poder sanador. Carolina Jaramillo, economista de profesión y cantante por vocación, es testigo de ello y quiere que muchas más personas también lo sean.
Con esa intención ideó un programa de musicoterapia para los niños con cáncer del Hospital Infantil San Vicente Fundación, que tiene como principal objetivo “estimular el cuerpo y la imaginación de los menores, que salgan del tratamiento y estén en contacto con un instrumento. Queremos darles vida y felicidad a través de la música y las lúdicas”, explicó Jaramillo, conocida artísticamente como ‘Caro’.
El programa, que estará en marcha en pocos días, hace parte de un proyecto macro que incluye el disco El amor es lo que salva, donde Caro cuenta la historia de amor con su esposo Alejandro Cock, a quien hace dos años le diagnosticaron cáncer.
La vida de ambos cambió. Sin embargo, se propusieron no “seguirle el juego a la enfermedad”, sino estar activos y seguir en sintonía con las cosas que disfrutaban hacer: trabajar normalmente, viajar y compartir con los amigos. A esta rutina agregaron las visitas al médico, exámenes, tratamientos y pastillas.
Ella siempre ha estado al lado de Alejandro. En una de sus visitas al hospital, recibieron una de las noticias más difíciles de la enfermedad. Caro tuvo un shock nervioso y se le reventaron sus cuerdas vocales, instrumento vital para ella, pues la música siempre la ha acompañado y estaba ante la posibilidad de no volver a cantar.
Por sus compromisos laborales llevaba tres años sin hacerlo. Antes cantaba con las bandas de sus amigos o en los bares de la ciudad. “Yo sentía que me moría por dentro. Estaba basando mi vida solo en la razón, tenía poca conexión con el ser que, para mí, está en la música”, recordó.
Fue al médico sin sus cuerdas vocales. Había dos alternativas: operarla o hacer una terapia vocal. Caro eligió la segunda y en tres meses, entre estudio, práctica y canto, recuperó su voz. “Sentí que debía hacerle un regalo a Alejo, porque si la música me sanó a mí, con él también podría hacer algo”, dijo la artista.
Convencida de eso reunió a varios amigos músicos y compositores para que junto a ella crearan canciones basadas en su historia de amor y en los aprendizajes que les había dado la enfermedad.
Intercaló su rutina de trabajo con la composición y grabación, pero desde septiembre pasado, cuando el cáncer de Alejandro llegó a un punto crítico, supo que el único lugar donde quería estar era al lado de él.
“De ser una ejecutiva de oficina, de estar de reunión en reunión, ahora me la paso 24 horas entre el cuidado de Alejo y la música”, comentó.
Lo logró. Gracias al trabajo, asesoría, talento y tiempo de amigos y músicos que se vincularon al proyecto desinteresadamente, grabó un disco de diez canciones que “expresan lo que pienso, lo que siento y en las que le digo cuánto lo amo”.
Caro no quería quedarse ahí, su trabajo debía ir más allá de su familia, pues cada vez más personas padecen cáncer y a través de la música podía ayudarles a cambiar un instante de su vida, a hacer la enfermedad un poco más llevadera.
Así, casi a la par con el disco, surgió la idea del programa de música para los niños con cáncer. Para ejecutarlo necesitaba recursos y contar con una institución que tuviera experiencia en labor social y donaciones.
Para ella, el Hospital Infantil San Vicente Fundación era el indicado para iniciar. Además, “es una institución, que como Alejo y yo, apuesta por la vida y es sobre todo muy humana”.
Por eso, el disco no solo es un regalo para Alejandro, también lo es para los niños de la Fundación. Con su venta financiarán el programa de musicoterapia, que le enseñará a los pequeños a tocar un instrumento musical, y por qué no, los ayudará a curar.
Además de la gestión y la energía de Jaramillo y del respaldo del San Vicente, el colegio de música Cantoalegre está vinculado a este proyecto social. Varios de sus docentes trabajan en el diseño metodológico del programa y serán los que dictarán a los menores, una vez a la semana, las sesiones musicales.
Los sueños de Caro no paran. Quiere hacer mucho más por los niños. Seguirá gestionando y sumando personas a su labor que celebra la vida con la música.
Tiene dos ideas para desarrollar en corto plazo: la primera, realizar una campaña nacional de donación de instrumentos musicales para que los niños tengan su propio instrumento y no lo toquen solo una vez a la semana. La segunda, invitar a artistas y a compositores locales para que les lleven su música a los niños del hospital.
Y claro, Caro y quienes la acompañan en tarima seguirán tocando y cantando las letras de El amor es lo que salva en cuanto escenario sea posible. Hasta el momento, más de 500 personas disfrutaron con los tres conciertos de lanzamiento que hubo en la ciudad en enero pasado.
El disco, que mezcla sonidos tan diversos como el pop rock, el jazz, el son cubano y otros ritmos gustó mucho. Ahora, quiere presentarlo y hacerlo sonar en otras ciudades del país.
“Las canciones del disco generan una ola de amor. Revives y te hacen sentir muchas cosas, sobre todo que puedes hacer algo por los otros”, comentó emocionada.
Desea que su proyecto siga creciendo, que salga de Medellín e impacte a más personas, que la música los acompañe en el proceso de recuperación. También le gustaría replicar el programa de musicoterapia en otros hospitales del país, que solo en el San Vicente beneficiará a cerca de 5.000 niños, muchos de ellos llevan uno, dos, tres y hasta más años viviendo en el hospital y al llevarles música llenarán sus días de alegría y de esperanza.
Para conocer más del proyecto de Caro y de sus próximos conciertos visite la fan page en Facebook Caro.
MÓNICA MARÍA JIMÉNEZ RUIZ
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