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Medellín

Monumento a La Raza espera con ansias un día de limpieza

Fuertes marcas parecen cicatrices en la escultura. El excremento de las palomas comienza a deteriorar los materiales.

Fuertes marcas parecen cicatrices en la escultura. El excremento de las palomas comienza a deteriorar los materiales.

Foto:Jaiver Nieto / EL TIEMPO

A simple vista se observa el deterioro que presenta la obra. Las palomas se han apoderado de ella.

“¡No! pero qué abandono en el que tienen esa obra por Dios”, dice un ciudadano al ver el estado actual del monumento a La Raza, del maestro antioqueño Rodrigo Arenas Betancourt, inaugurada en 1988.
Y es que la emblemática obra que se erige en la plazoleta del Centro Administrativo La Alpujarra, como homenaje a la historia de los pueblos conquistados, está impactada por los años, el ambiente y el excremento de las palomas.
Los 38 metros de obra sirven como escenario para las fotografías que a diario los grupos de turistas guardan en sus memorias como recuerdo de uno íconos culturales de la región.
“Es bien bonita la escultura, imponente por su tamaño, una lástima que este llena de tanta suciedad”, opina Daniel Cortés, un mexicano que aprovechó su paso por la ciudad para tomarse una foto en el monumento.
El olvido, por parte de las autoridades responsables, le ha dado un punto a favor a las palomas en la batalla diaria por el estado de la obra, sus hábitos alimenticios y su capacidad de vivir en zonas urbanas, con una alta reproducción que las convierte en el principal enemigo, sumado a las condiciones ambientales, como la contaminación.
Fuertes marcas parecen cicatrices en la escultura. El excremento de las palomas comienza a deteriorar los materiales.

Fuertes marcas parecen cicatrices en la escultura. El excremento de las palomas comienza a deteriorar los materiales.

Foto:Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Fuertes marcas parecen cicatrices en la escultura. El excremento de las palomas comienza a deteriorar los materiales.

Fuertes marcas parecen cicatrices en la escultura. El excremento de las palomas comienza a deteriorar los materiales.

Foto:Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Para Diego Arango, coordinador del doctorado en Artes de la Universidad de Antioquia, la situación con las palomas es un problema difícil de manejar. Piensa que ejercer un control sobre ellas, como plagas, es delicado por la polémica que generaría en los grupos ambientalistas.
“Proteger un monumento al aire abierto es de alta complejidad, no se pueden poner mallas porque afectaría estéticamente la obra. Se requieren planes permanentes de mantenimiento, conservación y restauración de las esculturas que están en el espacio público”, agrega Arango.
También destaca que no se debe operar con acciones reactivas. Es decir, no esperar a que las obras se deterioren para tomar medidas de fondo. Es necesaria una política pública permanente y regular para mantener en buen estado los bienes de interés cultural y patrimonial.

Se requieren planes permanentes de mantenimiento, conservación y restauración de las esculturas que están en el espacio público

“Un comité asesor podría establecer un diagnóstico claro para el estado de salud de las obras, ver sus condiciones y generar una línea de mantenimientos restaurativos si es del caso. La calidad de los materiales, condiciones ambientales, humedad, plagas e intervenciones humanas”, opina el experto.
Mientras tanto, las palabras de Rodrigo Arenas Betancur en la ceremonia de inauguración, hace 30 años, parecen causar eco entre los cientos de turistas que a diario cruzan la plaza y se detienen a observar, mientras se preguntan por qué están dejando en tal mal estado la obra.
“Nos toca inaugurar este monumento a Antioquia en momentos aciagos de inmenso, intenso y extenso dolor; momentos en que la patria se va desmembrando, se va mutilando inexorablemente, sumergida en la destrucción y el canibalismo”, expresaba el artista en su momento.
Fuertes marcas parecen cicatrices en la escultura. El excremento de las palomas comienza a deteriorar los materiales.

Fuertes marcas parecen cicatrices en la escultura. El excremento de las palomas comienza a deteriorar los materiales.

Foto:Jaiver Nieto / EL TIEMPO

El maestro es reconocido por ser el pionero de la obra monumental en bronce en el país. Sus creaciones pueden encontrarse en parques, plazas y universidades de diferentes ciudades de Colombia e incluso México, donde hizo la primera obra monumental: un Prometeo para la Universidad Nacional de México, en los años 50.
Juan Camilo Escobar, magíster en Historia de la Universidad Eafit, resalta la importancia de la obra como un discurso imaginario de identidad que construyó el concepto de la raza antioqueña.
Para él, era un criterio de clasificación de los seres humanos, de las poblaciones, que fue muy predominante en las explicaciones de antropólogos, médicos, naturalistas y al mismo tiempo se difundió entre políticos y otros grupos sociales, especialmente entre intelectuales. En el departamento, se ancló fuertemente esta idea de raza antioqueña.
Fuertes marcas parecen cicatrices en la escultura. El excremento de las palomas comienza a deteriorar los materiales.

Fuertes marcas parecen cicatrices en la escultura. El excremento de las palomas comienza a deteriorar los materiales.

Foto:Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Para él, era un criterio de clasificación de los seres humanos, de las poblaciones, que fue muy predominante en las explicaciones de antropólogos, médicos, naturalistas y al mismo tiempo se difundió entre políticos y otros grupos sociales, especialmente entre intelectuales. En el departamento, se ancló fuertemente esta idea de raza antioqueña.
En agosto de 2016, el gobernador de Antioquia, Luis Pérez, anunció una ayuda para la restauración y creación de la casa museo Rodrigo Arenas. El anuncio lo hizo durante un homenaje realizado al escultor en la conmemoración de los 203 años de la Independencia de Antioquia.
En este homenaje, también fueron trasladados parte de los restos de Arenas a una urna junto al monumento a La Raza.
En la casa, que fue también taller del maestro, aún vive su esposa María Elena Quintero. Ella, desde la muerte del artista ha estado buscando apoyo para que no se pierdan entre el polvo y la humedad las piezas escultóricas y los archivos que dejó en su taller, antes de morir.
Ahora, dos años después, esta promesa aún no se cumple y parece que la suerte de la casa, como la de la gigantesca obra que separa al edificio de la Gobernación del de la Alcaldía está destinada al olvido.
Nadie en el centro administrativo La Alpujarra parece ser el responsable de la conservación de la obra. A pesar de cruzar a diario por el lugar, parece que no la ven.
Jaiver Nieto Álvarez
Fotoperiodista de EL TIEMPO
jainie@eltiempo.com - en twitter @jaiverPress
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