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Jóvenes viven Semana Santa a su propio estilo

La Semana Mayor es un espacio vivido de distintas maneras por la juventud paisa.

“La Semana Santa tiene un gran sentido en mi vida, más que tradicional, es el valor espiritual. Vivirla es poder sentir con Jesús cada uno de esos momentos de agonía en la pasión, acompañarlo en ese camino de amor y sacrificio que realizó por la salvación de la humanidad”.
De esta manera define Andrea Paola Navarro el significado que para ella tiene la Semana Mayor. Ella tiene 23 años y recibió su formación a partir de la fe cristiana católica que sus padres le enseñaron.
Navarro proviene del municipio de Ocaña, Norte de Santander, y vive en Medellín hace seis años, donde estudia Ingeniería de Alimentos en la Universidad de Antioquia.
Para la nueva generación, las distintas maneras de concebir la Semana Santa tienen que ver con que la fe de los jóvenes es cada vez más personal. Las prácticas que rigieron la sociedad durante más de 15 siglos hoy han cambiado para dar paso a la expresión de diversas creencias. Aunque el credo católico permanece en algunos jóvenes, otros optan por hábitos diferentes.
Así lo explica el sociólogo e historiador Luis Julián Salas, para quien, si bien es cierto que la Iglesia Católica ya no posee una influencia tan marcada en el comportamiento de los jóvenes, también lo es el hecho de que estos aún expresan su espiritualidad, pero no de manera uniforme como lo hacían en años anteriores.
“Hay valores distintos y nuevas costumbres en la sociedad actual. La relación que tienen las personas con la iglesia en la actualidad es diferente. Muchos jóvenes ya no tienen esa tradición de conmemorar la Semana Santa o una profesión de fe, y en esto influye que la sociedad es más laica; por ende, la figura de la iglesia ya no es tan preponderante como lo era antes”, aseveró el sociólogo y docente de la Universidad Eafit.
Dicho estilo de vida se refleja en Juan Diego Posada, un joven de 25 años oriundo de Medellín que fue criado por sus padres en el catolicismo, aunque confiesa que no ejerce ningún tipo de hábitos específicos en esta época religiosa.
Posada piensa que este tipo de prácticas, tales como la abstención de ciertos alimentos, la reflexión y la oración, entre otras, se han vuelto aburridoras para muchos jóvenes, precisamente por la forma en que se mueve el mundo. “Para el joven actual, es más interesante poder explorar otros campos”, expresó Juan Diego.
Este giro tiene una explicación de carácter generacional. Según José Gregorio Henríquez, antropólogo de la Universidad de Antioquia y experto en simbología religiosa, este desinterés actual por la iglesia se debe a que no hubo una correcta transmisión de las costumbres y hábitos por parte de la generación anterior, los padres de la juventud contemporánea. Otro argumento que expone el investigador está en las dinámicas productivas actuales.
“La población joven adulta en la actualidad espera este tipo de fechas para viajar y descansar. Esto tiene que ver con los ritmos productivos y de trabajo que hoy existen. Hace 50 años esta era una semana en la que se detenían las actividades, pero para invitar al recogimiento y encontrar en la familia el grupo propicio para compartir. La sociedad ha entrado en unas dinámicas más mecánicas que de interiorización espiritual”, dijo Henríquez.
Sin embargo, Luis Salas afirmó que también es posible hallar jóvenes que pertenecen a asociaciones cristianas y expresan abiertamente su espiritualidad.
Tal es el caso de Dalia Rodríguez, que tiene 28 años y pertenece a la denominación cristiana protestante.
“La Semana Santa no debe dejar de ser ese espacio en que se recuerda que alguien (Jesús) nos dio libre acceso al cielo. Está la persona que piensa que es un tiempo de reflexión, hay otro que cree que es de parranda, otro toma esta semana para cesar actividades, compartir en familia, salir a pasear o a conocer. Con los años, el grado de importancia en el significado real va disminuyendo”, opinó Rodríguez.
En las congregaciones protestantes, aunque se vive la semana santa en torno a la figura de Jesús, no hay más rituales que los cultos realizados durante este tiempo. La alimentación no cambia ni tampoco el ayuno o las procesiones se practican. Sin embargo, dicha semana cobra un significado especial y se emplea, en muchos casos, en jornadas de evangelización.
María Isabel Ortiz fue criada en una familia cristiana protestante de Medellín. Para ella, la semana santa es un tiempo que dedica a compartir en familia y al completo descanso. “Nuestra generación no practica estas tradiciones por convicción, sino por herencia. Por esta razón no tenemos costumbres tan arraigadas”, dijo Ortiz.
Para Andrea Navarro, tradiciones como la del ayuno del viernes de cuaresma, el viacrucis del viernes santo, las eucaristías de la última cena y la de resurrección cobran un significado especial. “Es por ello que cada vez me preocupo por vivir mejor mi semana santa, y darle así el sentido que Jesús le dio: un tiempo de redención”, concluyó la joven.
Luis Carlos Padilla Berrío
Para EL TIEMPO
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