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Jóvenes de Medellín construyen en zonas de violencia

En la ciudad, 4.500 jóvenes hacen parte de clubes juveniles, la mayoría son de estratos 1, 2 y 3.

En el 2014 hubo 658 homicidios en Medellín, de ellos, el 50 por ciento correspondió a personas entre 14 y 28 años.
Estos datos hacen parte del informe de la Secretaría de la Juventud, ‘Carrera de obstáculos: crecer y resistir’, que fue escrito por el periodista Esteban Duperly y aborda la relación que hay en Medellín entre el tema de seguridad y juventud.
La investigación, que reconstruye las historias, problemáticas y anhelos de los jóvenes más vulnerables de la ciudad, encuentra que también son los jóvenes los propensos y vulnerables a caer en la ilegalidad.
De este círculo de extorsión, tráfico, fabricación y posesión de psicoactivos, hurto y homicidios, actividades de las Organizaciones Delincuenciales Integradas al Narcotráfico y las bandas y los combos, también hacen parte jóvenes, que son usados como mano de obra.
Con un agravante, señala el periodista en su libro, “son trabajadores muy calificados, pues el adolescente aprende rápido y las competencias que debe adquirir para destacarse en ese negocio están relacionadas con ser avezado y sagaz, dos características del clima emocional de su edad”.
Para Duperly, esta realidad se debe a la excitación que produce la velocidad, a lo que se suma la creencia de estar ascendiendo en la escala social de manera rápida y la sensación de respeto, además del dinero fácil y sin el menor trabajo. “Todo esto, además, ligado a una expectativa de vida corta. Un círculo vicioso”, dice el documento.
La otra cara de esta historia es que hay esperanza y anhelo de adquirir conocimientos y llegar a convivir en paz. En las zonas y comunas en donde hay altos índices de violencia y homicidios, también hay grupos culturales y sociales que emergen.
En la ciudad, según la Secretaría de la Juventud, son 4.500 jóvenes hacen parte de clubes juveniles. Estos son policulturales, por absorber Medellín la migración de los departamentos vecinos.
Cuando se toma un mapa de la Secretaría de Seguridad con los puntos críticos de homicidio o delincuencia, y sobre él se superpone otro con presencia de clubes –o grupos juveniles– ambos casan de manera casi idéntica.
“Allí donde la ciudad se agita de manera más violenta y se convulsiona y desconcierta, allí también emerge, se organiza y se sostiene un grupo de jóvenes que quieren hacer las cosas al derecho. A eso se le llama resiliencia y los pelaos de Medellín lo llevan en la sangre”, dice el informe.
Con esto –señaló Duperty– se da un vuelco en la concepción de que el joven es un actor peligroso y, más bien, reconoce la capacidad de resistencia y organización que pueden llegar a tener aquellos que viven en medio de la muerte, las drogas, la violencia familiar y social, además de otras formas de exclusión.
Allí, en estas zonas, en estos lugares existen clubes y grupos de jóvenes que se reúnen para hablar y compartir por medio de las artes plásticas, la danza, el teatro, además de otras iniciativas de convivencia, cultura y deporte.
“Esto nos deja ver que en los lugares en donde aparecen los temas más dolosos, a la par aparecen unas grandes soluciones dadas por los mismos jóvenes desde su ejercicio cotidiano”, señaló la secretaría de la Juventud de Medellín, Valeria Mejía.
Para ella, el mensaje es que no se pueden invisibilizar las acciones creativas, honestas y valientes de los jóvenes de la ciudad, por las conductas violentas e ilegales que unos pocos de ellos asumen.
Obstáculos
El subregistro de violencia intrafamiliar es alto. La investigación señala que en Medellín, entre enero de 2013 y diciembre de 2014, hubo cerca de 4.200 víctimas femeninas, “pero si los estimados de Profamilia son acertadas, la cifra puede ser tres veces mayor”.
Las riñas intrafamiliares se extiende más allá del ámbito privado. Según el periodista, las riñas entre familiares, castigos físicos y maltrato sicológico se hacen visibles en escenarios públicos. “Y algo todavía más silencioso: el hambre”.
También está el miedo, sobre todo entre las mujeres, que las lleva a dejar transitar ciertos espacios, les limita algunas actividades y les restringe comportamientos. Las cifras de violación más altas se presentan en mujeres jóvenes.
A todo esto, señaló, se agrega “la estigmatización o que, según el sector de donde alguien venga, conduzca a que le nieguen o le concedan un trabajo, es una violencia pasiva pero muy destructiva”.
Ingresos y horas de trabajo
El 60 por ciento de los jóvenes entrevistados para la investigación trabaja más de 9 horas diarias y, de ellos, el
15 por ciento lo hace por 13 horas al día. El 8 por ciento de adolescentes trabajadores recibe 442.152 pesos, mientras que en el rango de 18 a 21 años es de 587.250 pesos. Son los que están entes 22 a 26 años lo que logran obtener un promedio por encima de los límites legales, de 670.538 pesos.
PAOLA MORALES ESCOBAR
Redactora de EL TIEMPO
MEDELLÍN
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