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En estación que puede irse al piso trabajan los bomberos de Medellín

Sindicato del Cuerpo de Bomberos asegura que es un peligro. Dagrd dice que edificación no colapsará.

Incluso para un rescatista es tétrico ir al baño de la estación Libertadores del Cuerpo de Bomberos de Medellín. Lo hacen con sigilo, observando las grietas de la segunda planta que se juntan con las paredes desvanecidas por la humedad. La pintura ya no existe, las ventanas se caen del óxido, las tuberías lucen sobre las cabezas, goteando aguas negras.
Es un oscuro salón adornado, en el centro, con 10 lúgubres lavamanos y cuatro orinales en el fondo. Todo un riesgo bañarse, y lavarse los dientes.
Pero así van, 24 horas, cada dos días. En ese lapso las cómodas camas son reemplazadas por colchones de paja, polvorientos, con cobijas y almohadas que ellos mismos llevaron.
Esa es la vida de los bomberos de la estación Libertadores, de la que hace cuatro años dijeron que estaba por caerse. La declararon tan peligrosa como el Space, pero ahí trabajan los bomberos: “Es paradójico que uno en una emergencia le diga a la gente que no habite su casa porque corre peligro y luego nos devolvemos para acá”, dice su comandante William Correa Álvarez.
Es de familia de bomberos. Su tío fue capitán. Un cuñado de su mamá también, al igual que un hermano y un sobrino que después ingresaron.
Nunca se imaginó que iba a comandar la estación insignia de los Bomberos de Medellín, donde nació la entidad. Menos que se iba a ganar la vida poniendo en riesgo la propia y, menos, cuando vuelve de una emergencia a descansar un rato.
“Es cierto, la estación no cumple con las normas de sismorresistencia”, dice prudentemente.
Quien no lo es tanto es el presidente del sindicado de Bomberos, Juan Valencia. Asegura que esa estación debe ser demolida y cuanto antes: “Quieren que nos pase lo mismo de Armenia, que cuando en el terremoto del Eje Cafetero los bomberos que quedaron vivos tuvieron que sacar a sus compañeros antes de rescatar a los civiles atrapados”.
Son cuatro años desde que se supo que la estructura, que tiene más de 50, tiene serios problemas. Pese a ello, argumenta Valencia, no se ha hecho nada más que arreglos superficiales.
La zona de la cocina es prohibida porque en cualquier momento se puede ir al piso. Además hay ratas y mucha humedad.
“Es prohibido entrar a la cocina, tuvimos que evacuarla. Había ratas, las paredes se caen. Los baños es igual, allá se está peligro”, dice sin dejo de dudas.
El Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres (Dagrd), sin embargo, no comparte esa posición.
Aclaran que no niegan las fallas estructurales de la edificación, pero saben bien que se debe a la antigüedad de la misma y que “no tiene un concepto de riesgo inminente de colapso”, de se ser así, ellos, sin dudarlo, habían ordenado la evacuación y posterior demolición.
“Ellos dicen que no hay un concepto de riesgo inminente, pero ellos mismos son la autoridad para darlo. Y zapatero a tu zapato, por eso dicen que no hay ningún problema. El doctor Carlos Gil (director del Dagrd) asegura que las estaciones no se van a caer, pero es que la naturaleza no avisa ¿y qué tal si lo primero que se cae es la estación de bomberos?”, se pregunta Valencia.
Hay cosas más graves
En la mañana del pasado 9 de marzo se le dañó ‘la quijada de vida’ a William Vélez. Es una especie de tijera que corta con facilidad la lata de los vehículos. En ese momento atendía, con otros compañeros, un accidente de tránsito en el que hubo involucrados 11 vehículos. Una volqueta sin frenos se los llevó. Un muerto y cinco heridos fue el resultado.
“Ya no tenemos ni herramientas con qué trabajar”, dice el hombre que cuando niño no soñó con apagar incendios. Quería ser policía, como su padre. Fantaseaba con verse de uniforme verde oliva, atrapando a los malos, no en abultado traje. No metiéndose al río Medellín, sacando vidas de escombros mortales, menos bajando del árbol al travieso gato, y sin tener las herramientas adecuadas.
Lleva 30 años en el Cuerpo de Bomberos y no puede creer lo que hoy vive: “La peor época de la institución que en otro tiempo fue envidia de los organismos de rescate del país”.
Valencia denuncia que les deben horas extras desde hace tres años, alrededor de 3.500.000 pesos por bombero. Aparte de eso tienen un déficit de por lo menos 123 unidades, pues con la construcción de tres nuevas estaciones (San Antonio, San Cristóbal y Santa Lucía) se trasladó personal que nunca fue sustituido.
“Tenemos un bombero por cada 38.000 habitantes (hay 223, de los cuales solo 190 están repartidos en dos turnos). No tenemos conductores, son los mismos bomberos los que manejan. Por norma debemos ir en cada unidad tres tripulantes, un comandante y el conductor. Pero aquí solo salimos tres o cuatro, contando al conductor”, dice.
Departamento de gestión de la ciudad dice que han invertido
Pese a la delicadeza de las denuncias del Cuerpo de Bomberos de Medellín Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres (Dagrd) ha asegurado que han hecho las labores de gestión adecuadas para que estos presten sus servicios, sin negar la falta de personal y algunas intervenciones pendientes en tres estaciones, entre ellas Libertadores.
“El Dagrd realizó la compra de cinco vehículos de fabricación americana, especializados para la atención de emergencias, que estarán al servicio de la ciudad finalizando este año”, aseguraron en un debate que se realizó en días pasados en el Concejo de la ciudad. Según su director, Carlos Gil, esas costaron 4.600 millones de pesos que, sumados a la compra de equipos hidráulicos para rescate de personas atrapadas en emergencias, supera los 6.000 millones. Así mismo han hecho capacitaciones por 200 millones y se renovó el equipo de protección personal con una inversión, también, de 200 millones.
Pero de lo que se vanagloria el Dagrd no deja contentos a los bomberos. Para ellos lo principal es el relevo de los que se han ido pensionando y de un aumento del personal.
Frente a la estación Libertadores, que estaría en riesgo de colapso, el Dagrd expresó que lo que existe es un concepto de la Secretaría de Salud frente a que la piscina no cumple con las normas, pero que aún ellos no han emitido un concepto de riesgo inminente de colapso para esa estructura, aunque saben que por su antigüedad ya no cumple con las normas de sismorresistencia actuales.
Pero, aclararon, eso no quiere decir que los bomberos estén habitando un edificio que tenga el mismo riesgo que otros de la ciudad, pero que si padecen errores de obras.
YEISON GUALDRÓN
Redactor de EL TIEMPO
MEDELLÍN
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