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Medellín

El ojo perezoso del mundo frente a la migración

La película contrasta dos mundos que nunca se cruzan, ni en la vida real ni en el documental. Archivo particular

La película contrasta dos mundos que nunca se cruzan, ni en la vida real ni en el documental. Archivo particular

Foto:Archivo particular

La cinta 'Fuego en el Mar', digiriga por Gianfranco Rosi, contrasta dos mundos.

“No podíamos quedarnos en Nigeria. Muchos estaban muriendo… el mar no es un lugar de tránsito, el mar no es una calle”, explica uno de los nigerianos rescatados en el mar de Lamepedusa, una pequeña isla de 20 kilómetros cuadrados, más cerca de Túnez que de Sicilia.
De maleza árida y costas rocosas es el territorio italiano ubicado más al sur. Hasta sus aguas han llegado miles de migrantes ilegales de África, Asia y Oriente Medio, desde 1990. En 20 años más de 17.000 personas se han ahogado intentando cruzar el Mediterráneo.
La problemática no puede ser más actual: la migración es sin duda el tema con mayúsculas, probablemente el más importante de la agenda mundial.
De otra parte, Fuego en el mar (Fuocoammare) confirma el protagonismo que viene cobrando el documental no solo en Colombia sino también en el resto del mundo. Para la muestra, el Oso de oro que obtuvo este filme el año pasado en el Festival de Berlín.
La película contrasta dos mundos que nunca se cruzan, ni en la vida real ni en el documental. De una parte, la vida tranquila de los habitantes de Lampedusa y de otra, el drama de los inmigrantes cuyas voces de auxilio son captadas por los radares.
La vida cotidiana de la isla tiene como protagonista a un niño de 12 años llamado Samuele y su familia, con un padre pescador. “Quise convertir la isla en un elemento en sí mismo porque es así: hay una separación real entre la vida cotidiana de la gente y el mundo de los inmigrantes”.
La cinta estuvo nominada a Mejor Documental Largo en los Premios Óscar.

La cinta estuvo nominada a Mejor Documental Largo en los Premios Óscar.

Foto:Archivo particular

“El elemento clave es la historia de Samuele con su “ojo perezoso”, donde hay una metáfora de la mirada perezosa que los occidentales tienen con los inmigrantes”, como afirma el director.
Gianfranco Rosi cuenta que antes de rodar, le toma meses y meses escuchar. Para el caso de Fuego en el mar filmó durante un año la cotidianidad de la Isla.
En su documental hay no solo una mirada atenta- que guarda distancia la mayor parte del tiempo sino también una escucha paciente. Su cámara acompaña a los barcos oficiales que interceptan las embarcaciones en mar abierto. Y el método, según explica, se basa mucho en esperar. “En mi trabajo, el 90 por ciento es no grabar”.
Fuego en el mar evita el subrayado, el editorial y también se niega a aprovecharse del drama y del dolor. Se aleja, también, de todo sensacionalismo y aborda el tema con extrema delicadeza. No hay música, comentarios o narradores. Sólo vemos dos realidades, la de la Isla en su día a día, el locutor de la emisora local, la familia de Samuele. Y la realidad de los inmigrantes, la de quienes sobreviven y la de quienes no.
Rosi, que hace las veces de director, camarógrafo, sonidista y productor, ha mostrado su compromiso con temas sociales que lo han llevado al Río Ganges o al desierto de California y al comercio mexicano de drogas.
En su contacto con emigrantes nigerianos, cuenta que en su lugar de origen tienen una muerte segura y que prefieren luchar por una posibilidad, así sea mínima y enfrentar los riesgos.
El documental pone el dedo en la llaga en la tragedia más grande no solo de Europa. De acuerdo con Acnur (agencia de la ONU para los refugiados) una de cada 113 personas en el mundo es solicitante de asilo, desplazado o refugiado. En el mundo, 24 personas por minuto se ven obligadas a huir de sus hogares. Y se calcula que hay 65,3 millones de personas refugiadas, desplazadas y apátridas en el mundo.
Pero Colombia no se queda atrás, Acnur revela que más de 340.000 colombianos han cruzado las fronteras en busca de protección internacional. En Colombia viven 245 refugiados, en su mayoría de Cuba Venezuela, Etiopía y Nicaragua.
Una de las mejores películas de ficción sobre inmigración es Le Havre, El puerto de la esperanza (2011) el último filme del finlandés Aki Kaurismäki. En forma de cuento de hadas señala como única salida posible a este gigantesco problema, la solidaridad. La misma que ofrece Lampedusa, símbolo de los migrantes, frente a una crisis que Europa y el mundo parecen incapaces de resolver.
Martha Ligia Parra
Crítica de cine
Para EL TIEMPO
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