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Medellín

Por contaminación en Medellín, se mantiene pico y placa de 6 dígitos

Por estos días cuesta ver a Medellín desde el mirador de Las Palmas, debido a la densa capa de esmog que la cubre.

Por estos días cuesta ver a Medellín desde el mirador de Las Palmas, debido a la densa capa de esmog que la cubre.

Foto:Jáiver Nieto Álvarez / EL TIEMPO

La ciudad padece el deterioro de la calidad del aire y ve aumentar las infecciones respiratorias.

Al menos por una semana más, se mantendrá la medida de pico y placa de seis dígitos en la ciudad de Medellín. Así lo acordaron este sábado los alcaldes de los 10 municipios del Valle de Aburrá, como una forma de atenuar la emergencia ambiental.
Una de las cosas que más preocupan de la alerta roja activada esta semana en la ciudad es la magnitud del impacto que puede estar teniendo la mala calidad del aire en la salud humana.
Entre el primero de enero y el 18 de marzo, las consultas por infecciones respiratorias en esta capital aumentaron 21 por ciento frente al mismo periodo del 2016; en cuanto a las hospitalizaciones, el crecimiento fue del 9,5 por ciento.
No obstante, las 106 muertes por esta causa que se registraron en ese mismo lapso representan un aumento de apenas 1 por ciento con respecto a hace un año, precisó Rita Almanza, epidemióloga de la Secretaría de Salud de Medellín. La cifra podría cambiar cuando se tenga en cuenta la información de la última semana, que aún no está disponible.
“Si bien la contaminación puede estar contribuyendo a los casos de enfermedades respiratorias, hay que tener en cuenta que el año pasado, en la misma época, la crisis era mayor (algunas estaciones reportaron valores de 118 µg/m³ de PM 2,5, frente a los 50 µg/m³ que constituyen el promedio diario máximo, según la norma colombiana)”, subraya Juan Gabriel Piñeros, doctor en salud pública y coordinador del estudio epidemiológico que adelanta Área Metropolitana, autoridad ambiental del valle de Aburrá, sobre los efectos de la polución.
El experto señala que, aun cuando hay una correlación entre los picos de consulta y los picos de contaminación del aire, esto no necesariamente implica una causalidad. “La contaminación es un factor, y uno muy importante, pero no es el único”, explica.

‘Aquí hay una epidemia’

No todos los especialistas locales son tan cautos como Almanza y Piñeros a la hora de evaluar la relación entre la calidad del aire y la salud de los más de 3,8 millones de habitantes del valle de Aburrá.
Elkin Martínez, el médico de la Universidad de Antioquia que lideró el último estudio epidemiológico de Área Metropolitana sobre el tema, piensa que el incremento en las cifras de consultas y hospitalizaciones sí son atribuibles a la contaminación atmosférica.
Después de analizar los datos de mortalidad recogidos entre 1980 y el 2012, Martínez encontró que en Medellín fallecen 3.000 personas cada año, en promedio, por enfermedades relacionadas con la polución. Es decir, ocho víctimas por día y tres cada hora.
De esas 3.000, unas 1.000 fallecen por enfermedad obstructiva crónica (Epoc); 500, por cáncer de pulmón y 1.500, por procesos trombóticos (formación de coágulos) en las arterias coronarias o en las cerebrales.
Estos datos revelan que está ocurriendo una verdadera epidemia en Medellín y en el valle metropolitano, y no en otras ciudades. La mortalidad por estas causas excede en un rango de 300 a 500 por ciento los valores regulares reportados para el resto del país, incluido Bogotá”, asegura Martínez.
Estas cifras deben analizarse con extremo cuidado, advierten Piñeros y Almanza, porque en ellas también entran en juego factores de riesgo genéticos y otros como el tabaquismo o cocinar en fogones de leña. En el caso del cáncer de pulmón, resalta la epidemióloga, el 95 por ciento de las muertes corresponde a fumadores.
En Medellín, las muertes por este tipo de cáncer constituyeron el 4,5 por ciento del total registrado en el 2015, mientras que el 30 por ciento fue por enfermedades cardiovasculares.
Martínez responde que el tabaquismo en la región ha disminuido un 12 por ciento desde 1980 y que usar fogones de leña o carbón vegetal es una práctica cada vez menos común. Sin embargo, anota, lo que sí ha aumentado es el parque automotor de Medellín, que en el 2005 era de 478.000 vehículos y en el 2016 superó los 1,4 millones, o sea que prácticamente se triplicó en apenas una década.
En lo que sí coinciden los expertos es en que la contaminación ambiental no es un fenómeno coyuntural, sino algo que viene presentándose desde hace muchos años y que tiene diferentes causas. Una de ellas es el aumento del parque automotor, pero también está el hecho de que en el valle de Aburrá hay un déficit de más de 700.000 árboles, según la Secretaría de Ambiente. Además, por su geografía, esta cuenca estrecha se convierte en una especie de olla a presión cuando el aire contaminado no se calienta lo suficiente como para ascender y ser arrastrado fuera del valle por el viento.
“Desde siempre, el valle de Aburrá ha sido estrecho, encerrado por montañas y de vientos calmos. Lo que cambia es que cada vez hay menos árboles y más edificios y, sobre todo, cada vez más automotores circulando en una ciudad que ya no puede crecer hacia los lados”, resume Martínez.
En ese sentido, los especialistas coinciden en que son necesarias medidas más estrictas encaminadas a reducir la cantidad de vehículos que ruedan por el valle de Aburrá, y a restringir la circulación de volquetas y camiones. Además, que a las industrias, que generan la tercera parte de la contaminación, no se les hace suficiente control.
“Los empresarios se negaron a un pico y placa industrial, aduciendo que contamina más estar prendiendo y apagando un carro (el 59 por ciento de la polución del aire la originan los automotores de todo tipo), en lo cual tienen razón. Pero también es cierto que no se les ha exigido lo suficiente en cuanto a la modernización de sus procesos, de manera que sean más amables con el ambiente”, comenta Piñeros.
Carlos Cadena, líder del colectivo La Ciudad Verde, está de acuerdo en que para salir del problema es necesario controlar más a las industrias. Y añade que hay que migrar a un sistema de transporte cuyo combustible no sea el diésel, que genera el 70 por ciento de las emisiones de PM 2,5, de acuerdo con un estudio de Área Metropolitana.
El director de esta entidad, Eugenio Prieto, ha señalado la importancia de medidas como solicitar a Ecopetrol el mejoramiento de los combustibles que se distribuyen en el valle de Aburrá, así como la actualización del estudio epidemiológico realizado hace diez años.
Se espera que hacia finales de este año estén listos los primeros resultados de la nueva investigación, a cargo de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia. Este documento será la base para establecer un sistema de vigilancia en salud ambiental con énfasis en la calidad del aire.

Lo que cambia es que cada vez hay menos árboles y más edificios y, sobre todo, cada vez más automotores circulando en una ciudad que ya no puede crecer hacia los lados

Según Prieto, así como alcanzar el nivel de contaminación actual fue un proceso que tomó más de dos décadas, se necesitarán muchos años para revertirlo. Por eso, argumenta, las medidas correctivas no pueden ser solo de corto plazo, como la declaración de la alerta roja y la instauración de un pico y placa ambiental todo el día.
Gustavo Cabrera, experto en salud pública y movilidad sostenible, está de acuerdo con el director de Área Metropolitana. Por eso, sostiene, es urgente que los gobernantes “tengan el coraje de tomar decisiones de fondo que realmente lleven a mejorar la calidad del aire”.
“Las personas que contaminan día a día tienen que ser conscientes de que la polución la respiran ellos y nosotros, nuestros hijos y los ancianos. Debe haber una movilización ciudadana que les exija a todos que respondan por su cuota”, concluye Piñeros.
MARÍA ISABEL ORTIZ FONNEGRA
Corresponsal de EL TIEMPO
Medellín
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