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'No puedo ocultar que soy mujer trans y no hombre': profesora de Tuluá

Andrea Gómez Ospina, de 56 años, se presenta como mujer trans.

Andrea Gómez Ospina, de 56 años, se presenta como mujer trans.

Foto:Archivo particular

Cuando tenía 56 años, Andrea Gómez tomó la decisión más importante de su vida. Su esposa la apoya.

Este lunes, un grupo de padres de estudiantes de una escuela tulueña protestó por la llegada de la profesora Andrea Gómez Ospina, quien antes tenía el nombre Rubén Darío. La docente dice que ha formado a más de 7.000 niños y nunca les hizo daño.
“He guardado silencio, pero eso no me ha llevado a ninguna parte. Hoy, tengo miedo. Soy una docente amenazada, desplazada y revictimizada de Tuluá, pero no puedo ocultar que soy mujer trans y no hombre”, argumentó Andrea Ospina Gómez, como reza la cédula que se atreve a mostrar hoy a sus 59 años. Hace tres años, en febrero de ese 2015, visibilizó su decisión de ser transgénero, es decir, ser una mujer en el cuerpo de un hombre. 
“He tardado en usar topitos en orejas y pintarme uñas, pero ya no me llamo Rubén Darío”, agregó Ospina junto a Lida, la esposa con la que tiene tres hijos y a quien, afirmó, nunca dejará. Ella fue la primera persona a quien decidió contarle que era transgénero, precisamente, hace tres años y con quien formó su familia hace más de 30.
Decidió hablar ante el alboroto en días pasados, cuando llegó a la escuela María Inmaculada, donde algunos padres de estudiantes de quinto de primaria lo recibieron con frases como “qué asco”.
A esa escuela lo trasladaron porque venía de recibir amenazas. El pasado 19 de enero, cuando iba en bicicleta de una escuela rural a su casa, cerca de Tuluá, lo alcanzó una moto y el parrillero le gritó: “Profe, pare”, pero también le dijo "profe maricón". Cuenta que le vio un arma y aceleró. “Eso me salvó porque el tiro dio en un morral y el celular que llevaba en el bolsillo trasero. Sé que es transfobia porque me gritó maricón y volvió a dispararme”. Llegó temblando a casa. No sabía si denunciar, pero su psicóloga desde hace dos años le dijo: “Andrea, ya no puedes callar más”.
Lida, la esposa con la que ha tenido tres hijos, hoy profesionales, dice que fue impactante y hubo llanto, pero el amor que han tenido en familia hizo que todos acompañen a Andrea en su nueva vida.
Cédula de la profesora Andrea Gómez Ospina.

Cédula de la profesora Andrea Gómez Ospina.

Foto:Juan Bautista Díaz / EL TIEMPO

La docente contó: “Llevo 40 días en que todo me suena a disparo desde una moto hasta una puerta”. Su pedido de traslado llegó a la Secretaría de Educación de Tuluá.
En estas angustias, recuerda que en 2004 debió salir entre habitantes de una localidad rural por el conflicto armado. Luego volvió al terruño, pero regresó la violencia por la “falta de respeto”, dice.
Gómez señaló que entiende que la Policía no tiene efectivos para tantos amenazados, pero espera que la Secretaría gestione el estudio de la Unidad de Protección Nacional para su caso. “Por estas peticiones me han tildado de grosero y rebelde”.
Aseveró, también, que lo enviaron a una escuela donde salía a las 8:00 de la noche y la Policía le recomendó autoprotección, como no salir en esos horarios.
El 22 de febrero, a Andrea la reubicaron en La Inmaculada. Se presentó al rector que lo remitió a la coordinadora y pasó ante un orientador que se sorprendió cuando le preguntó su nombre. “Choqué con él porque me dijo: ‘Profe para que no impactemos a los niños, un día vaya de hombre y otro de mujer’. Le respondí que lamentaba que dijera eso porque era retroceder 56 años y no negaría mi derecho por Constitución”.

He aprendido que entre menos edad se tiene, se es más comprensivo

El lunes se presentó ante la profesora a la que iba a relevar. Ella se despedía de los niños y le dijo que pasara a saludarlos. “Pensé que era necesario y sentí los cuchicheos de los niños en su inocencia. Les expliqué que era un ser humano que había tomado una opción de vida y que me llamaba Andrea”.
Al día siguiente, vino la protesta y una carta que aparece a nombre de padres que temen se les cause una confusión a los niños.
Pero, la profesora Opsina afirma que ha formado a unos 7.000 estudiantes y con ellos a un número mayor o similar de padres. “He aprendido que entre menos edad se tiene, se es más comprensivo. Y me alegró que los niños y niñas, cuando despedían a la maestra, corearon: Queremos a las dos, queremos a las dos”. 
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