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Seguridad Democrática, otro acierto del Plan Colombia en Boyacá

Con este programa los alcaldes, la Policía y el Ejército regresaron a las poblaciones.

Terminando la década del 90 e iniciando un nuevo siglo, las Farc y el Eln vivían a sus anchas en el norte y nororiente de Boyacá. Los alcaldes gobernaban desde Tunja, los cilindros bomba, los asaltos a los bancos, las tomas a los pueblos y los ataques a la poca fuerza pública que patrullaba esas regiones eran una constante.
El miedo, la zozobra, la incertidumbre y la impunidad, así como la ley del silencio reinaban en las calles de Güicán, El Cocuy, Panqueba, Guacamayas, Mongua, Pajarito, Tópaga, Socha, Sócota, San Mateo, Chiscas, Gámeza, El Espino y Paz de Río, entre otras. Los muertos que dejó el paso de la guerrilla por allí se cuentan por decenas.
En los años 2003 y 2004 mientras en el Occidente de Boyacá se libraba una dura batalla contra el narcotráfico, en el Palacio de Nariño, a órdenes del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez se comenzaba a hablar de la política de seguridad democrática. Fue entonces cuando la segunda fase del Plan Colombia se empezó a ejecutar y sus principales objetivos eran las Farc y el Eln.
Gracias a la cooperación de Estados Unidos se crearon los pelotones de soldados campesinos, se activaron unidades militares especiales como el Batallón de Alta Montaña de El Espino; nació la Aviación del Ejército y regresó la Policía a los cascos urbanos de las provincias Norte, Gutiérrez, Valderrama, Sugamuxi y La Libertad de donde había salido acorralada. (Lea también Lo que le tocó a Boyacá del Plan Colombia)
El general (R) boyacense Carlos Lemus Pedraza, quien enfrentó a la subversión a comienzos de la década del 2000, aseguró que cuando inició la segunda fase del Plan Colombia retornaron la justicia, la gobernabilidad y la institucionalidad.
“Para apoyar a la Policía en los sitios más alejados se crearon los pelotones de soldados campesinos, nacieron los batallones de alta montaña y de esta manera el Plan Colombia evitó que las Farc llevaran a cabo su pretensión de tomar el poder por la vía de las armas”, indicó Lemus.
Con el Batallón de Alta Montaña, dijo Lemus, a las Farc se le cerró el corredor de movilidad ABC (Arauca - Boyacá - Casanare), pues los subversivos dominaban las partes altas de la topografía y usaban esos corredores para moverse de un departamento a otro sin mayores problemas.
Por su parte, el general (R) Carlos Alberto Fracica, otro de los oficiales ‘mano dura’ contra el narcotráfico y la guerrilla, explicó que gracias a los dineros del Plan Colombia el Ejército se fortaleció en número de uniformados, en armamento, capacidad de maniobra, logística e inteligencia, pero además, en una nueva lucha, pero esta vez contra el mosco transmisor de la leishmaniasis, el ‘pito’.
“Con los recursos del Plan Colombia se pudo acceder al glucantime (medicamento usado en el tratamiento contra la leishmaniasis), a los toldillos para prevenir la picadura, uniformes especiales para repeler al mosco transmisor y centros especiales para el tratamiento de la enfermedad”, señaló Fracica.
El Oficial hace referencia al Centro de Leishmaniasis que se ubica en Duitama y al que llegan soldados de todo el país que padecen esta enfermedad.
Ataques brutales
La voladura de Puente Pinzón (Soatá), la detonación de un caballo cargado de explosivos en Chita, el lanzamiento de cilindros bombas contra la población de El Espino y la activación de un carro bomba en el parque de Socha, son algunos de los ataques más eleves que perpetró la subversión cuando se empezó a poner en práctica la segunda fase del Plan Colombia. Luego de estos hechos, a estas poblaciones llegaron pelotones de soldados campesinos y de policías para retomar el orden.
Las tres etapas del Plan Colombia
En el gobierno de Andrés Pastrana se suscribió el acuerdo binacional con Estados Unidos. Su primera fase se orientó al combatir el flagelo del narcotráfico desde la siembra de la hoja de coca hasta el procesamiento de la misma para obtener cocaína.
El teniente Gustavo Arango, historiador de la Primera Brigada, indicó que el Plan Colombia le representó al Ejército de Boyacá la modernización, el cierre de los corredores de movilidad de las Farc y el Eln y la lucha contra los cultivos ilícitos del Occidente.
“El Plan Colombia reforzó la seguridad democrática (en su segunda fase), el resurgimiento de municipios golpeados por la subversión y la sustitución de cultivos ilícitos por plantaciones legales”, señaló el Historiador.
Según el Oficial, en una tercera fase, el Plan Colombia se ha orientado a la protección de los Derechos Humanos y a la presencia de las instituciones legítimamente constituidas en todos los rincones de la geografía nacional.
Ahora, el Gobierno nacional debe reinventarse el Plan Colombia enfocado hacia el postconflicto, la lucha contra el microtráfico y la reinserción de quienes abandonen las armas.
Andrea Rico Mendoza
BOYACÁ SIE7E DÍAS
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