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'Skinheads': temidos, odiados y rechazados

Hay con ideas políticas opuestas. Volvieron a ser noticia tras ataque a asesores de una concejal.

CARLOS GUEVARA
Identificarlos es sencillo: sus cabezas están rapadas, visten prendas estrechas y de corte militar, llevan botas con punteras de acero, utilizan simbología nazi o comunista, no tienen cara de buenos amigos y generalmente andan en grupos de entre 20 y 50 miembros.
El aspecto de los skinheads (cabezas rapadas) genera temor entre los ciudadanos del común y aunque una buena parte piensa que todos son nazis, homofóbicos y racistas, existen tendencias internas con marcadas diferencias entre unos y otros.
Investigaciones del Distrito señalan que en Bogotá hay cerca de 1.500 simpatizantes de la ideología skinhead, pero que son 200 de ellos los activistas que se ven inmersos en conductas agresivas y hasta criminales, como la que el 2 de junio terminó en una golpiza contra los tres asesores de la concejal Diana Rodríguez, frente a una tienda del barrio Quirinal de Teusaquillo (ver nota anexa).
Un repaso por la historia
El movimiento skinhead surgió en Inglaterra en los años 70. Su ideología original se inspiró en la cultura obrera –de ahí el uso botas, overoles y tirantas– y se asoció con la afrodescendencia.
Su tesis central se basó en la oposición a las normas que rigen a la sociedad, por lo que adoptaron la violencia como una forma de manifestarse. Sin embargo, la influencia de partidos de ultraderecha hizo que se generaran conflictos entre ellos y así se tejieron las dos corrientes, que hasta el día de hoy se mantienen: anarquistas (70 por ciento) y nazis (30).
En Bogotá –según el Centro de Estudio y Análisis en Convivencia y Seguridad Ciudadana (CEACSC), adscrito a la Secretaría de Gobierno– hay registro de los cabezas rapadas desde 1985 y fue en Bosa donde empezaron a verse los primeros brotes, que se autodenominaron ‘Virus’, según señala Rubén Darío Ramírez, director del CEACSC.
Un par de años después las tendencias fueron inevitables: los calvos que comulgaban con las ideas comunistas crearon grupos como R.E.A (Rechazo a la explotación animal) que a su vez fueron los pilares de los Sharp y los R.A.S.H.
Estas comunidades se caracterizan por su defensa de los animales, su repudio por la tauromaquia e incluso una corriente, conocida como ‘veganos’, que va en contra de los excesos en el consumo de licor u otros vicios.
Por el lado de la ultraderecha la presencia más fuerte en la capital es la de ‘Tercera Fuerza’, que se califica como un centro de estudios socio-políticos anticomunista. Utilizan simbología nazi y justifican sus acciones mediante su propia interpretación de la Constitución y de los derechos humanos que se refieren a la libertad de expresión y pensamiento.
Igualmente, están los integrantes del ‘Comando radical nacionalista’, que comparten ideas xenófobas, homofóbicas y racistas. Son, generalmente, los que aparecen en marchas y conciertos generando brotes de violencia contra comunidades opuestas a su ideología. Aunque no hay plena certeza de la autoría de algunos actos vandálicos de este último grupo, no se descarta que tengan responsabilidad en las recientes amenazas contra una comunidad de teatro LGBTI, cuyo director tuvo que irse de su casa para evitar ser asesinado. Asimismo, hay registro de agresiones contra la población homosexual. “También de influencia ultraderecha hay reportes de presencia de grupos menores como las ‘Juventudes hitlerianas’ y los ‘Hammerskins’ ”.
Los skinheads, cuya presencia femenina es reducida, tienen entrenamiento de estilo militar y lo desarrollan en el parque Simón Bolívar y el parque Nacional. Hay pruebas de resistencia y fuerza. No es común que grupos de cabezas rapadas peleen entre sí.
Anteriormente frecuentaban puntos de Bosa, Chapinero (parque de los hippies), Usaquén, Puente Aranda (Ciudad Montes), Kennedy y del centro de la ciudad, pero ahora no es usual encontrarlos de una zona específica. Son nómadas.
CARLOS GUEVARA
Redactor de EL TIEMPO
CARLOS GUEVARA
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