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'En las manifestaciones los policías actuaron defensivamente'

Luis Eduardo Martínez, comandante de la Policía de Bogotá, habló sobre lo sucedido en la capital.

MARÍA ISABEL RUEDA
General Martínez, ¿qué pasó el jueves en Bogotá?
Es una respuesta compleja. Pensaría que nuestra generación no había vivido una situación tan difícil en casi 30 años de vida institucional en temas de protesta social.
¿Cuál es su reporte oficial?
Entre el 19 y el 31 de agosto, hubo 326 acciones vandálicas, 109 policías lesionados, 21 marchas, asonadas contra tres CAI, 326 establecimientos comerciales afectados y seis estaciones de TransMilenio gravemente averiadas.
¿Cuándo vio lo que se le venía encima?
Cuando vi la Pedagógica, la Nacional y la Distrital pude medir lo que iba a suceder. Llamé a mis hombres que estaban sobre la séptima y la plaza de Bolívar para advertirles que el ambiente era muy belicoso. Les recomendé mucha paciencia y prudencia, y que si había que utilizar la fuerza, teníamos que hacerlo de manera muy medida.
La Policía tiene el deber de proteger la protesta legítima…
Es cierto que el Estado debe garantizar la protesta. ¿Pero quién dijo que para protestar hay que taparse la cara? Eso era en épocas aciagas. Estamos en un Estado de derecho. Es más: a los policías que tenían bufandas para taparse de los gases se las hice quitar: un policía no se tapa la cara por nada del mundo. Quien se encapucha para protestar es porque algo raro va a hacer.
¿Cómo convence a un policía de que aguante estoicamente las agresiones físicas, los insultos y las provocaciones de un joven -encapuchado o no- que probablemente tiene su misma edad?
Una persona que nazca con esa tolerancia a toda prueba no existe. Se logra construir a partir de una mística institucional. La sicología para mantener el autocontrol es fundamental en las instrucciones previas a una protesta.
Hubo amplia difusión de videos en los que se mostraban excesos de la policía contra campesinos…
Los policías eran los primeros conscientes de lo que se venía presentando en redes sociales para desprestigiar a la institución. Pero esta es una misión. Cuando una persona ingresa a la Policía debe ser consciente de que asume un riesgo voluntario y segundo, que si le toca en un momento dado ofrecer la vida para salvar la de otra persona, lo hace.
Pues quiero reconocer que si la Policía no hubiera mostrado tanta contención, paciencia y valor, el balance del jueves habría sido más trágico…
No sabe lo que le agradezco ese reconocimiento. Hemos pasado por momentos de tremendo desprestigio en los últimos días por la difusión de esos videos. Que haya personas que reconozcan ese trabajo, no solo nos enaltece sino que nos compromete. La Policía está conformada por los mismos muchachos que vemos en las protestas. Recibe en sus filas lo que la sociedad da. Nuestra aspiración es cambiarles un poco la mentalidad y reeducarlos.
¿Cuándo debe la Policía acudir a la fuerza?
El uso de armas no letales para atender las protestas y el uso de la fuerza solo son el último recurso ante situaciones como el vandalismo. En la manifestación del jueves 29, los policías actuaron defensivamente. Y ante el grado de agresión de algunos manifestantes contra la policía, la misma comunidad sirvió de contención. La Policía tiene la suficiente instrucción para que en disturbios y control de multitudes no haya armas letales. Las que usamos son convencionales, como gases, granadas de aturdimiento y de humo, y pare de contar. En unos casos llevados al extremo, la tonfa.
¿Qué es la tonfa?
Lo que vulgarmente se llama bolillo. Ahora le decimos tonfa. Es que el jueves hubo hasta bombas molotov. Y los utensilios que algunos jóvenes manipulan, como papas explosivas (que contienen clorhidrato de potasio, nitrato de aluminio, pólvora negra), son durante una marcha un factor de peligro, ya que frente a cualquier tipo de fricción o cambio brusco de temperatura, puede matar desde a quien lo porta hasta a muchas personas a su alrededor. ¿Se imagina las consecuencias si uno de esos morrales donde generalmente portan esos elementos explota el jueves entre 13.000 personas que alcanzaron a reunirse en la plaza de Bolívar?
¿Quién tiró la primera piedra: los vándalos o la Policía?
Yo instalé mi mando al frente del Palacio de Justicia. Lo único que les decía a mis policías mirando eso era: aguanten. Protéjanse con sus escudos. Hasta que ya me vi obligado a actuar. Fueron tres oportunidades cuando las cosas se salieron de cauce.
¿Qué hacía mientras tanto la Alcaldía?
Siempre estuvimos en contacto, siguiendo la instrucción de que la protesta que hasta ese momento llegaba a la plaza de Bolívar no se le fuera a dañar. Pero a través de mi permanente comunicación con el Alcalde le advertí que había puntos muy críticos donde se necesitaban urgentemente gestores de convivencia y Personería para contener la situación. Cuando vi que ni siquiera ellos podían hacer nada, tuve que intervenir. La primera vez, para proteger a los policías que estaban en la Casa del Florero, a quienes iban a linchar.
Es cuando la señora se para frente a la policía para protegerlos...
Le vamos a hacer un reconocimiento especial a esta ama de casa del sur de la ciudad. Me dio miedo que también la fueran a linchar, como a otros muchos jóvenes anónimos que no quedaron registrados y que trataban de contener la situación. Ahí ordené lanzar gases y saqué a los policías. Me llegaron como cinco heridos ahí porque les lanzaron mesas y sillas de un Juan Valdez que hay en la vecindad. Los agresores actuaban con un odio y un deseo de destruir, acabar y arrasar.
¿Considera entonces que el jueves pasado la Policía solo actuó cuando le tocó?
Ellos habrían podido actuar antes, en vista de que los estaban atacando a piedra, a garrote, los insultaban, les pegaban, “¡qué comandante ni qué nada, yo no me puedo dejar matar!”, habrían podido pensar. Pero yo les decía: ahí hay agitadores profesionales que buscan provocar a la Policía para que reaccione y hacernos ver como si nos quisiéramos tirar la marcha y ocasionar el caos total.
¿Quiénes están detrás de esos agitadores? ¿Las Farc? ¿Las ‘bacrim’? ¿O son un fenómeno social espontáneo?
Lo único que puedo decir con certeza es que uno de esos muchachos –el que sale en una foto con un escudo de la policía roto– dijo que estudiaba en el Sena, que se había reunido con unos amigos de la Nacional y que una mujer que todo el tiempo estuvo enmascarada, acompañada de dos hombres encapuchados, les había dado instrucciones: que fueran destruyendo todo lo que hubiera a su paso, y que cuando llegaran a la plaza de Bolívar se dedicaran únicamente a atacar a la Policía.
No eran propiamente campesinos en actos vandálicos…
Ni campesinos, ni transportistas, ni camioneros, ni comerciantes ni nadie que pudiera tener un interés legítimo en protestar por sus reivindicaciones en el paro agrario. Eran jóvenes que iban en el grupo de estudiantes que ante un escenario de protesta, optimizan el momento para saquear, agredir y mostrar irreverencia ante la ley. Cuando esos jóvenes llegaron a la plaza de Bolívar, la tarima los azuzaba. Ahí tiene que haber algo por detrás. ¿Qué será? Intereses muy grandes de desestabilizar, crear caos y zozobra.
¿Han estudiado cuál es el común denominador de esos jóvenes agresores? El alcalde Petro twiteó que a esos muchachos les pagaban “grupos de interés”…
Va a ver que en ese cartel que mi general Palomino publicó aparecerá una gran cantidad de menores de edad. Ya varios se han presentado voluntariamente; a otros los han llevado sus padres. Incluso a uno lo llevó un sacerdote, y tiene una historia difícil. Encuentra uno muchos dramas familiares detrás. Son menores instrumentalizados por la delincuencia común o por grupos extremos. Por manos oscuras. Cuando se va al fondo del asunto con uno de esos menores, encuentra hogares disfuncionales, sin temor ni de Dios ni de la ley, que se forman ellos mismos, sin autoridad de hogar.
¿Ante ese problema de desarraigo social, la Alcaldía no debería preparar un plan de rehabilitación educativa de esos muchachos?
Creo que el Estado, en general, debe intervenir en universidades públicas, en los colegios de secundaria, porque deberíamos recuperar la formación en civismo, valores, urbanidad, en volver a retomar la autoridad desde el propio hogar. Si un muchacho respeta a sus padres y a sus profesores, de ahí en adelante respeta todo. Me preocupan mucho estos muchachos que son el futuro del país, que tengan esos odios viscerales, esas actitudes vandálicas, que por fortuna no son las de la mayoría de la juventud colombiana.
¿En ese punto, qué responsabilidad tienen los educadores?
Hago un llamado para que examinemos qué está pasando sobre todo en las universidades públicas. Eso es un caos total. Allá no hay autoridad que tranquilice o controle eso. Por ejemplo, si los directivos de la Universidad Nacional no tienen cómo controlar lo que sucede en su interior, podrían acudir a las autoridades legítimamente constituidas para que les ayuden. ¿Porque si ahí se está formando el futuro del país, qué va a ser de Colombia en unos años?
¿Cree que se visibiliza demasiado lo que la Policía hace mal, y muy poco lo que hace bien?
No espero que se visibilicen nuestros aciertos, porque es nuestro deber. Pero como el ciudadano espera una policía eficiente, oportuna, que lo atienda, que lo escuche, que no maltrate, que no desvíe la ética institucional, entonces claro: las manchas se ven mucho y hacen daño. Se ventilan ante la opinión pública e impactan de manera directa porque ese no debe ser el actuar de los policías. Tienen razón en reclamar y exigir que esas conductas no se permitan.
¿Finalmente, general, puede darle un parte de tranquilidad a la ciudadanía?
En Ciudad Bolívar, en Suba, en Bosa, especialmente en horas de la noche, siguen saliendo jóvenes a atacar la policía, a asaltar tiendas y supermercados… Eso tampoco tiene que ver con el paro. Están creando el caos aprovechando la situación que está viviendo el país. Es un fenómeno preocupante, pero no nos va a ahogar.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO
MARÍA ISABEL RUEDA
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