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Manrique, el último reportero que García Márquez recibió en su casa

Un estudiante samario logró compartir con el Nobel el 6 junio del 2013, en Cartagena.

Carlos Manrique Bayena no ha terminado sus estudios de Comunicación Social, pero ya entró por la puerta grande del periodismo.
Este desprevenido estudiante samario fue el último reportero a quien el nobel Gabriel García Márquez recibió en su casa de Cartagena.
Manrique cursa décimo semestre en la Escuela de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Sergio Arboleda, seccional Santa Marta, en la que ya tiene renombre por sus inquietudes literarias y por sorprender a profesores y estudiantes cada semestre con sus entrevistas publicadas en el periódico institucional INAY.
Allí ha publicado entrevistas con personajes de la talla del Nobel peruano Mario Vargas Llosa, al tenor Plácido Domingo, al exdirector de la Fania All Star, Jhony Pacheco, y por último a Gabriel García Márquez.
El universitario es hoy noticia mundial: logró que Gabo le abriera las puertas de su casa y lo atendiera, algo considerado casi que imposible por escritores, intelectuales y periodistas que intentaron hasta el final conseguir por lo menos una foto con él.
Luego de la triste partida del escritor, el pasado jueves, la historia del estudiante de periodismo se convirtió en una hazaña registrada en diarios como El País, de España; El Nuevo Herald, de Miami (Estados Unidos); una agencia de noticias China; un periódico portugués, Radio Francia, sin contar periódicos nacionales como El Espectador, que publicó la historia, y medios como RCN Televisión, Noticias Uno y Caracol radio.
“Yo entré a su casa porque quería conocer al ser humano, no pensando en algo periodístico. Lo hice público para demostrarle a otros compañeros que es posible creer en los sueños, a veces uno ve las cosas aparentemente imposibles y uno mismo se pone barreras”, dijo este martes desde Aracataca.
Visita a Gabo
Su encuentro con Gabo fue el 6 junio del 2013 cuando se enteró que había llegado a Cartagena y decidió ir a entrevistarlo así como había hecho con otros personajes, que presentaba en sus trabajo de redacción periodística.
“Mucha gente me había dicho que era una labor imposible”, recuerda que le advirtieron amigos y conocidos, pero no se dejó llevar por tantos mensajes derrotistas y decidió armar su morral y viajar a La Heroica.
Llegó en compañía de Claudia Foecking, una alemana que hace parte de un programa de intercambio estudiantil y quien vivía como pensionada en la casa de la familia Manrique.
“Vamos a conocer a Gabriel García Márquez”, le dijo, y ella también se embarcó en la aventura.
Durante tres días insistieron en la puerta de la casa de Gabo, se consiguió el teléfono y llamaba a preguntar si lo podía atender.
“Siempre me contestaron con amabilidad, que estaba durmiendo o que  había salido. Eso me motivó”. No se rindió e insistió hasta que el tercer día le abrieron las puertas.
“Desde que entramos, y durante casi dos horas que compartimos con él y su esposa, Mercedes Barcha, se mostró siempre muy amable y con una mirada profunda y bondadosa que parecía escudriñar el alma”, contó Manrique en la historia que público en INAY.
Manrique aprovechó para contarle a Gabo que él tambien tiene raíces en Aracataca. Dice que el escritor lo escuchó en silencio cuando le contó la historia de su familia en Aracataca y de su tatarabuelo que había sido compañero de armas y gran amigo del coronel Nicolás Ricardo Márquez, abuelo de García Márquez.
“Cuando mencioné el pueblo, me preguntó cómo estaba y en qué parte vivía mi familia”.
Pudo conocer el buen humor del escritor cuando en un momento de la visita le ofrecieron un jugo de corozo. “Ahora les pasan la cuenta”, les dijo en voz baja. Lo mismo que al momento de pedirles que posaran para una foto: “No se preocupe, en esta casa se hace toda clase de sinvergüenzuras”.
Una amistad
Después de ese encuentro, Manrique estableció una comunicación con la familia y asistentes de García Márquez.
“Llamaba a su casa una o dos veces por semana a saludar. Siempre permanecí en contacto”.
Se ganó el aprecio y cariño de Mercedes Barcha, quien desde el día de la visita a su casa se quedó con una grata imagen del estudiante de periodismo.
Manrique, como una forma de agradecer el gesto por la atención recibida, le envió a Mercedes un cuadro del Jesús de la Divina Misericordia, que ella hoy tiene colgado en su estudio de Cartagena. A Gabo, un gallo de fibra de vidrio con una breve nota: “Maestro aquí le mando el gallo que no le peleó al coronel”.
Gabo, a través del asistente personal, le hizo saber que había recibido la encomienda y le mandó autografiado un folleto que se editó en México sobre sus 50 años de vida en ese país.
“Admiro al Gabo escritor, al Gabo periodista, pero sobre todo al Gabo humano, al Gabo dentro de su casa”, cuenta hoy Manrique, quien piensa que la vida le dio un triste privilegio.
“Agradezco haber sido el último reportero en el planeta al que Gabo le abrió las puertas de su casa”, cuenta hoy con nostalgia este joven estudiante de Comunicación Social que demostró que la persistencia es una de las cualidades que los periodistas jamás deben abandonar.
Gabo lo ‘recomendó’
Carlos Manrique decidió enviar al diario El Espectador el artículo que le hizo a Gabriel García Márquez. La historia causó buena impresión y al poco tiempo lo contrataron como corresponsal del diario capitalino en Santa Marta.
Por eso, cuando le preguntan algunos compañeros de clases y colegas samarios sobre cuál fue la ‘palanca’ que utilizó para entrar a la nómina del periódico, él, sin rodeos, dice sencillamente: “Fue por Gabo”, y entonces comienza a contar una vez más como fue la historia.
LEONARDO HERRERA DELGHAMS
Redactor de EL TIEMPO
Barranquilla.
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