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Barranquilla apuesta por acabar con sus arroyos

La ciudad estrenó en días recientes la canalización del arroyo de la 84.

En los 27 años que Orlando Martínez lleva atendiendo un puesto callejero de dulces y cigarrillos en la calle 84 con carrera 51B, en el norte de Barranquilla, alcanzó a ver como las aguas del arroyo ‘de la 84’ arrastraron a dos indigentes y decenas de carros y motos.
“Esta vaina era un peligro, daba era miedo”, contó Martínez, quien tenía que amarrar su puesto callejero de dulces porque las aguas, cada vez que llovía, terminaban encima del andén y amenazaban con arrastrarlo.
La escena dejó de repetirse hace un mes, cuando las primeras lluvias fuertes del año ‘estrenaron’ las obras de canalización del arroyo y por primera vez los vecinos del sector vieron cómo los carros podían transitar por la importante avenida sin problemas, Martínez dejó de amarrar su puesto ambulante, y a los peatones solo les bastó un paraguas para atravesar la calle por donde corrían las turbulentas corrientes que en 36 años acabaron con la vida de 13 personas en el sector.
La obra, que le probó a la ciudad que sí era posible ponerle punto final al problema, es el producto de un ambicioso proyecto que empezó el Distrito hace cuatro años para canalizar tres peligrosos arroyos de la ciudad y conducir las aguas lluvias de forma rápida y controlada hasta el río Magdalena.
Los primeros fueron los de la 79 y la 84, en el norte, y el de La María, en el centro. Los dos primeros ya están listos, siendo el de la 84 el más significativo. La obra tuvo un valor de 69.000 millones de pesos y su ejecución demoró 26 meses.
La canalización comprende casi dos kilómetros. El caudaloso arroyo que corría por la calle cuando arreciaban las lluvias, y que a veces hasta arrastraba los vehículos parqueados en las orillas de la vía, ahora pasa por debajo del pavimento a través de un sistema de alcantarillado de aguas lluvias en forma de cajón de concreto reforzado. Las aguas son conducidas por un sistema subterráneo de tres celdas en un tramo y de dos en otro, mientras los vehículos continúan su tránsito normal por la calle.
“Barranquilla le demuestra al mundo que sí puede resolver sus obras estructurales”, dijo el alcalde Alejandro Char cuando se inauguraron las obras en la vía.
El mandatario también recordó que perdió en estas corrientes a una persona muy allegada a su familia, y retiró de una orilla de la calle una de las curiosas señales de tránsito que le dejó este particular problema a la ciudad, y que mostraba un vehículo en medio de las aguas con la advertencia de ‘arroyo peligroso’.
Aunque en la 84 ya se cumplió la tarea, Char anunció que continúan los trabajos. Ahora la inversión que se realizará alcanza los 665 mil millones de pesos para canalizar otros 7 de los más peligros arroyos que hay, y que cuando recorren las calles alcanzan una longitud de 16,3 kilómetros. Actualmente se encuentran en proceso de licitación las obras para canalizar el peligroso arroyo de la carrera 21, que recorre 10 barrios, ha volcado hasta buses y en donde, según las cifras del Distrito, han perdido la vida unas 30 personas. La última víctima fue la estudiante Luisa Osorio, de 16 años, quien fue arrastrada por las aguas el 24 de julio del 2015. Su cuerpo lo hallaron el día siguiente en un caño que desemboca en el río Magdalena.
La inversión para detener este tipo de tragedias en la carrera 21 llegará a 120.000 millones de pesos.
La formación de las corrientes de agua por las vías ha sido definida por expertos como un “problema de planeación urbana”, pues la ciudad creció en zona en declive y próxima al río Magdalena, lo que facilita la formación de arroyos. Sobre los cauces se construyeron las calles, especialmente en el norte, que en verano son las vías y arterias de Barranquilla y en invierno, canales de los arroyos.
Se estima que hay unos 120 kilómetros lineales por donde drenan las aguas lluvias, y unos 50 arroyos corren
por sus cauces naturales.
De estos, 15 son peligrosos ríos que paralizan algunos sectores de la ciudad cada vez que llueve, lo que genera pérdidas a la industria y el comercio, y pueden cobrar la vida de quienes se atreven a desafiarlos. El observatorio de arroyos del colegio distrital Marco Fidel Suárez señala que entre 1933 y el 2016 se ahogaron en los arroyos 90 personas.
LEONARDO HERRERA DELGHAMS
Corresponsal de EL TIEMPO
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