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Ivanka Trump: ¡Imparable!

"Ivanka es la primera dama de facto. El título oficial sigue ostentándolo Melania Trump, pero su escasa presencia institucional le ha abierto el camino a la heredera".

"Ivanka es la primera dama de facto. El título oficial sigue ostentándolo Melania Trump, pero su escasa presencia institucional le ha abierto el camino a la heredera".

Foto:AFP

Ahora, la hija de Donald Trump es asesora presidencial en Estados Unidos. Perfil.

Estuvo en primera fila el día que su padre, el recién elegido presidente de Estados Unidos, mantuvo su primera reunión con un mandatario extranjero, el primer ministro japonés, Shinzo Abe. También intervino en la conversación telefónica que Donald Trump sostuvo con el presidente de Argentina, Mauricio Macri. Y no hace mucho se sentó al lado de Justin Trudeau, el carismático primer ministro de Canadá, durante su visita al país. Después, lo hizo a la diestra de la todopoderosa canciller alemana, Angela Merkel, durante una reunión bilateral de alto nivel. Ivanka Trump tiene 35 años, es un ícono de la moda y no se sabe a ciencia cierta cuál es su papel en el gobierno de su polémico padre. 
Aun así, la decisión de concederle una oficina en el ala oeste de la Casa Blanca confirma que es un pilar de la nueva administración y que cada vez tendrá más protagonismo. Para bien y para mal.
La Casa Blanca confirmó oficialmente que Ivanka tendrá una oficina, acceso a información clasificada y un teléfono oficial. No está contratada ni tendrá sueldo, pero lo que sí es un hecho es la fuerte influencia que tiene en su padre, tanto como su marido, Jared Kushner, igualmente nombrado asesor senior de Trump. La pareja Kushner-Trump, entonces, irrumpe en la escena política estadounidense como la poderosa sombra que mueve los hilos tras Donald Trump. O al menos eso parece.
La presencia de la joven ejecutiva, exmodelo, autora y madre de tres pequeños ha inyectado cierto grado de humanidad (pero también de controversia) en la imagen de un presidente cuyos índices de aprobación alcanzan mínimos históricos. Ivanka es la primera dama de facto. El título oficial sigue ostentándolo Melania Trump, pero su escasa presencia institucional le ha abierto el camino a la heredera.

Nacida para brillar

De hablar suave y aire sofisticado, con una estética clásica y una actitud que rara vez pasa al extremo, Ivanka ha resultado un buen contrapeso. Ayuda el hecho de que ha logrado crearse una imagen ideal en las redes sociales. Su cuenta de Instagram (con más de tres millones de seguidores) parece haber salido directamente de las páginas de la revista Vanity Fair, que ha escrito extensamente sobre ella. Ya sean fotografías de sus hijos en la Casa Blanca, de sus vacaciones en la playa o de su familia en la cocina, todas muestran una vida perfecta. Para algunos, demasiado perfecta.
De los cinco hijos del actual mandatario estadounidense, Ivanka es sin duda la más cercana a su padre. Mientras que sus dos hermanos, Eric y Donald, quedaron a cargo del imperio inmobiliario de Trump, ella se mudó a Washington D. C. con su familia.
Ivanka Trump empezó a construir su marca personal desde la adolescencia cuando, siguiendo los pasos de su madre, la checa Ivana, incursionó en el modelaje con portadas en revistas como Seventeen o en las pasarelas para firmas como Versace. Su niñez estuvo marcada por la opulencia y el escandaloso divorcio de sus padres en 1991, resultado del affaire que Trump sostuvo con Marla Maples, con quien posteriormente contrajo matrimonio.
De esa unión nació Tiffany, la otra heredera de Trump, cuya participación en los asuntos de la familia ha sido menos relevante.
Personas cercanas a la familia le contaron a Vanity Fair que mientras la separación creó una brecha entre los hijos varones de Trump, estrechó los lazos entre Ivanka y Donald. Los tres hijos mayores crecieron en un apartamento en la Torre Trump, sobre la Quinta Avenida de Nueva York, donde apenas unos pisos más arriba vivía su padre con su nueva esposa.
Las temporadas de vacaciones eran disfrutadas en la casa de campo familiar en Connecticut, donde, cuenta la propia Ivanka en su libro The Trump Card, una vez decidió poner un puesto de limonada con sus hermanos. En la anécdota, que ha sido ridiculizada por los medios estadounidenses, relata cómo los tres chicos quedaron frustrados por la falta de compradores debido a la exclusividad del vecindario. Los Trump decidieron entonces vender la limonada a las empleadas domésticas, guardaespaldas y choferes de la familia, en lo que para ellos fue una lección empresarial sobre cómo crear mercado. Para el resto de los mortales fue una muestra de la burbuja en la que pueden llegar a vivir los ricos y famosos.
Poco después de recibir el grado de economía en la Universidad de Pensilvania, Ivanka se incorporó a la Organización Trump, donde desempeñó diversos papeles, el más reciente como vicepresidenta ejecutiva de Desarrollo y Adquisiciones. Tener a un mentor como Trump solo pudo reforzar la necesidad, primero de aprovechar un apellido reconocido en el mundo empresarial, y segundo, de establecer una marca propia. Esto la llevó a crear paralelamente su propia línea de joyas y ropa, así como de accesorios.

La imagen polémica de su padre no le ha pasado factura a la marca de Ivanka. De hecho, las ventas de la empresa han crecido un 300 por ciento.

Además de su constante aparición en las páginas sociales de la ciudad de Nueva York, su imagen se volvió familiar para los televidentes de The Apprentice, el reality del que su padre fue anfitrión y en el que participó en varias temporadas. Al igual que en el programa de televisión, Ivanka tuvo que asumir de alguna manera el papel de neutralizadora durante la contenciosa campaña electoral, particularmente en los temas que se refieren a la mujer, sobre los que el presidente ha sido duramente criticado.
Ella misma ha hecho un esfuerzo por reiterar que desde que creó su empresa ha trabajado a favor de causas que promueven la igualdad de género, la necesidad de licencia de maternidad pagada, la educación y oportunidades para las mujeres. Pero muchos dudan de su compromiso real con dichas propuestas.
Apenas un día después de la posesión de Trump, millones de mujeres alrededor del mundo salieron a las calles en protesta por las posiciones claramente antifeministas del nuevo gobierno. Hasta ahora, Ivanka Trump no se ha pronunciado al respecto.
Tampoco ha sido inmune a las controversias. Luego de aparecer en 60 Minutos junto a su padre, su empresa envió un email a los medios promocionando el brazalete que había lucido la hija del presidente en el programa de entrevistas. Las acusaciones de conflicto de intereses y abuso de su posición no se hicieron esperar. La empresa emitió una disculpa y poco después Ivanka anunció que renunciaba a cualquier vínculo operativo con la firma.
Los pasos en falso no pararon ahí. El sábado 28 de enero, cuando entró en vigor la restricción al ingreso a EE. UU. de ciudadanos de siete países en su mayoría musulmanes, lo que causó dramas familiares en varios aeropuertos, Ivanka publicó una foto glamurosa con su esposo con el hashtag “date night”, algo así como “salida romántica”. La hija del presidente fue tachada de insensible y reforzó la creencia de algunos de que tiene mucho más en común con su padre de lo que ha dejado ver.
Ivanka también ha desempeñado el papel de pararrayos en los temas judíos. Cuando el presidente fue acusado de antisemita por no haber mencionado a los judíos durante el día de la recordación del Holocausto, la respuesta de sus allegados fue asegurar que le era imposible ser antisemita, ya que su hija se convirtió al judaísmo cuando contrajo matrimonio con Kushner en el 2009.
Ivanka Trump es "los ojos y los oídos" del presidente Donald Trump en el nuevo gobierno de Estados Unidos.

Ivanka Trump es "los ojos y los oídos" del presidente Donald Trump en el nuevo gobierno de Estados Unidos.

Foto:AFP

Estas controversias y la imagen polarizante de su padre no le han pasado factura a su marca. De hecho, las ventas se han disparado un 300 por ciento. Algo que ha generado malestar en otras empresas, que han denunciado que la ejecutiva está usando su posición privilegiada en favor de sus negocios personales. Incluso la también polémica Kellyanne Conway, consejera del presidente, invitó públicamente a los estadounidenses a comprar los productos de Ivanka. La pregunta ahora es ¿quién manda a quién? ¿Es Ivanka el nuevo poder?
CLAUDIA SANDOVAL
Para CARRUSEL
Nueva York
icono el tiempo

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