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Bogotá

Mensajeros del pánico / Voy y vuelvo

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Foto:Foto: Óscar Bernal/ EL TIEMPO

Se pronostican tragedias que no existen y se alimenta  un ambiente de miedo generalizado.

Si hay algo peor que las malas noticias son las falsas noticias. Y peor que una tragedia humana es una falsa noticia. Y no hay nada más efímero que una buena noticia ni nada más duradero que, cómo no, una falsa noticia.
A la señora embarazada, víctima de un atraco y gravemente herida, los medios le hemos esculcado su vida hasta la saciedad. ‘Mea culpa’. E, incluso, hemos revelado diagnósticos médicos sobre su estado que no corresponden a la realidad. Por supuesto que todos estamos interesados en saber el desenlace de tragedias como estas, pero todo tiene un límite. No sé qué sacamos regodeándonos con divulgar si alguien a merced de los ladrones empeoró su condición, sin tener previamente su consentimiento. Pero eso sí: si fueran buenas noticias, dudo mucho que nos interesáramos igual.
El otro caso extremo –a raíz de esta inusitada ola de información que destaca atracos y asesinatos en Bogotá– es el manejo cizañero que se da en redes sociales a la información. Se inventan cosas que no pasan, se pronostican tragedias que no existen y se alimenta –vaya uno a saber con qué intereses– un ambiente de miedo generalizado, como si no fueran suficientes los videos y las noticias que vemos a diario.
Esta semana se habló de atentados en centros comerciales, se crearon cadenas para que la gente no se asomara ni a la farmacia y hasta se especuló con la captura de una célula guerrillera en el norte de la ciudad. Hace bien la Fiscalía en asumir la investigación de estos mensajes que aprovechan las circunstancias para sembrar pánico en una sociedad que lo que precisa es la unidad en contra de los delincuentes.
Son las falsas noticias que pululan a diestra y siniestra. Que parecieran afianzarse en época electoral y en donde toda bajeza vale con tal de golpear al adversario. Al exalcalde Petro lo acusaron de ser el violador de una periodista, al exvicepresidente Vargas de la caída de un puente, y un senador no tuvo reparos en decir que Bogotá estaba tomada por 7.000 sujetos del ‘clan del Golfo’. Tamaños exabruptos solo caben en mentes interesadas en hacer daño ‘per se’. Lo dije hace ya un tiempo y lo repito de nuevo: las redes sociales democratizaron el debate, pero también empoderaron lo más miserable del ser humano.
Por fortuna, Europa comienza a tomarse en serio el tema. Francia, Reino Unido y la Unión Europea preparan leyes para meter en cintura a quienes difunden fotos mentirosas –las favoritas de ciertos políticos–, mensajes ofensivos y falsedades abiertas, como las de esta semana.
En una entrevista de Moisés Naím con el periodista Franklin Foer, autor del libro ‘Mundo sin mente’, este plantea un interesante debate sobre el alcance de la red social y sus lamentables consecuencias para la humanidad. Porque nos volvimos dependientes de ellas y creemos, a pie juntillas, lo que nos dice. Lo terrible es que tales mensajes se multiplican de forma irracional y sin tiempo para evitarlo. }
Algunos pensarán que se trata de frivolidades, pero no. Las alertas que se crean a base de mensajes sin asidero, con el prurito de hacer daño de forma efectiva y anónima, constituyen el nuevo cáncer de la comunicación y se expande a la velocidad de la luz. Mientras usted lee esta nota, ya se han puesto 48 millones de textos en WhatsApp y 1,5 millones vía Twitter. Suficiente para ponernos a pensar sobre lo que escribimos y lo que leemos... sin filtro.
A propósito. Los empleados de Aguas Bogotá sufren las consecuencias de un modelo perverso que quiso pasar por encima de la ley y cuyos inspiradores gozan de cabal salud. Irresponsables.
ERNESTO CORTÉS FIERRO
erncor@eltiempo.com
En Twitter: @ernestocortes28
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