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Así va la recuperación de los cerros orientales de Bogotá

Jardín Botánico adelanta proyecto de revitalización en el bosque afectado por incendio de febrero.

El enorme incendio forestal que se presentó el primero de febrero de este año, y que tardó 10 días en extinguirse, arrasó con 157,56 hectáreas de bosque nativo, pinos y eucaliptos de la Reserva Forestal de los Cerros Orientales.
Nueve meses después de la emergencia ambiental, en la zona aún se ve ceniza, troncos de árboles quemados y terrenos despoblados de vegetación.
Restaurar esta parte de los cerros es una tarea compleja y demorada. De acuerdo con los ingenieros del Jardín Botánico de Bogotá, recuperar tan solo el 10 por ciento del ecosistema tardará entre 50 y 70 años. Además, se tendría que sembrar árboles y plantas en un área que cuenta con 44 hectáreas más que el parque Simón Bolívar (113) y equivalente a 220 veces la cancha del estadio El Campín (7.140 metros cuadrados).
Pero desde agosto de este año, el Jardín Botánico dio el primer paso para recobrar la vitalidad de uno de los pulmones de la ciudad.
La entidad comenzó un proceso de restauración ecológica en la zona afectada por el incendio, que consiste en limpiar el terreno de material vegetal calcinado y basura; controlar las especies invasoras y foráneas; proteger a las plantas nativas y plantar árboles propios de la flora bogotana.
Para adelantar tan difícil labor, el Jardín eligió 2,66 hectáreas (26.605 metros cuadrados) del predio La Cascada, ubicado dentro de la reserva y lugar en donde arrancó el incendio. “Ese día, vecinos del barrio Aguas Claras de San Cristóbal nos reportaron la emergencia a las 8:30 de la mañana. La conflagración empezó como un conato a los 2.830 metros de altura y se expandió hasta los 3.800 metros, cerca del cerro El Aguanoso”, dijo Bryam Felipe Espinosa, ingeniero forestal y profesional de restauración ecológica de la entidad.
La vivienda de Jorge Pineda, guardabosques de la zona, se salvó de ser alcanzada por el fuego. Lleva 16 años en la reserva y ha sido testigo de varios incendios forestales, pero asegura que el más intenso lo vivió el pasado febrero. “Mi casa queda cerquita de donde comenzaron las llamas. Ese día, tres de mis perros murieron porque salieron asustados y se metieron al bosque. Uno todavía se recupera de una pata rota”, contó.
A pocos metros del hogar de Pineda está el centro de acopio de los árboles que se plantan en el predio. En total, el Jardín sembrará 3.468 especies en esta etapa inicial de la restauración, que finaliza en el primer semestre del 2017. El proceso para el total de hectáreas tiene un costo estimado de $ 5.207 millones sin contar con el mantenimiento posterior de la vegetación.
El proceso
Todo comienza en el parque La Florida, en el occidente de la ciudad. Los árboles y plantas son cultivados allí. “Sembramos solo especies nativas de los cerros. Me refiero al encenillo –dominante en el hábitat de los cerros–, el coloradito, el raque, el siete cueros rojo, el gaque y otras 20 más”, comentó Espinosa.
Cuando estas especies crecen lo suficiente para ser trasplantadas, la entidad las lleva hasta San Cristóbal, en el suroriente. “Prácticamente, el material vegetal cruza Bogotá. En el trayecto, entre un 5 y 10 por ciento de los árboles muere. Es un procedimiento delicado”.
Al llegar a los predios La Cascada, las plantas permanecen mes y medio en un centro de acopio, allí, los técnicos del Jardín realizan actividades de silvicultura para fortalecerlas y evitar que perezcan en el ascenso al sitio en donde se sembrarán.
De acuerdo con el ingeniero, en la reserva existen cuatro niveles ecosistémicos: los dos primeros corresponden a plantaciones de pino y eucalipto. “Les siguen el bosque alto andino y el subpáramo. En el tercer nivel vamos a intervenir porque, primero, fue el más afectado por el incendio y, segundo, el subpáramo tiene la facultad de recuperarse solo. Allí hacemos investigación y monitoreo”, dijo.
En cuanto a las plantaciones de pino y eucalipto, Espinosa señala que estos árboles serán controlados para garantizarles luz a las plantas nativas, pues ambas especies tienen una amplia cobertura vegetal que bloquean los rayos del sol. En total, restando el subpáramo, son 118 hectáreas las que se restaurarán.
La siembra
El equipo del Jardín Botánico encargado de esta primera etapa de la recuperación lo componen 10 operarios, un técnico ambiental y Espinosa, quien está a la cabeza de esta labor.
Félix Mosquera, de 32 años, es uno de los encargados de transportar las especies hasta el nivel de bosque alto andino. Sobre su hombro carga entre 5 y 8 pequeños árboles. “A diario hago 10 viajes entre el centro de acopio y la plantación. Son 15 minutos bajando y otros 15 subiendo”, señaló.
Cuando los operarios no están movilizando las plantas, están abriendo las zanjas en donde se sembrarán. Luis Ibarra, de 28 años, antes trabajaba cuidando humedales. Ahora sube el cerro de lunes a viernes desde las 7 de la mañana para revitalizar la reserva.
“Limpiamos el terreno, retiramos la vegetación quemada y recogemos la basura. Los primeros días nos afectó la altura –entre 2.942 y 2.996 metros–, pero el cuerpo se acostumbra”, afirmó.
Y a pesar de que las lluvias también complican la labor, pues ocasionan que el suelo sea húmedo, el Jardín Botánico plantó el pasado 4 de agosto 450 especies en este predio y 1.410 el 12 de octubre (Día Mundial del Árbol). “El próximo 9 de noviembre vamos a sembrar otros 1.118 árboles y en el primer trimestre del 2017 vamos a completar los 3.468”, aseguró Espinosa.
El material vegetal también se ha sembrado en la rivera de la quebrada Los Laches, que resultó afectada en el incendio. “Aquí hemos colocado ‘Alnus acuminata’ (aliso). Las llamas alcanzaron esta fuente hídrica, que nace a unos 3.100 metros de altura, y quemaron la especie y otras más. Vimos eucaliptos chamuscados, los cuales contaminaron el agua”, comenta el encargado del proceso.
La Fauna es la aliada
Un indicador que tiene el equipo del Jardín Botánico para constatar que el cerro se está recuperando es la apropiación y readaptación de la fauna en el ecosistema.
Las aves y los insectos que van apareciendo en el sector ayudan a determinar si la restauración ecológica se desarrolla de buena manera o no. “Estamos encontrando abejas, coleópteros (como las mariquitas), mirlas, colibríes de doble cola y gallinazos reales”, señaló Espinosa.
Mantener a las especies nativas
La regeneración natural es otro de los componentes del proceso de recuperación del área afectada de los cerros por el incendio forestal. Consiste en el surgimiento de especies nativas que crecen sin intervención del equipo del Jardín Botánico. Sin embargo, la entidad las está protegiendo. Entre ellas se encuentran la mora, el amargoso, el blanquillo y la guaba. “También estamos controlando el retamo espinoso. Esta planta es un perfecto combustible en los incendios forestales. Como sus hojas son secas, el fuego las prende muy rápido”, indicó el ingeniero Espinosa.
JOSÉ DARÍO PUENTES
Sección BOGOTÁ
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