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Bogotá, a apoyar productores regionales para evitar desabastecimiento

Mayoría de productos agrícolas que llegan a la ciudad son del Tolima, Cundinamarca, Meta y Boyacá.

EL TIEMPO
Bogotá depende tanto de la región vecina que incluso hoy está invirtiendo cerca de 9.500 millones de pesos para mantener a flote a más de 3.400 pequeños productores que con sus hortalizas, granos y frutas sostienen las arcas de abastos y las plazas de comida de la ciudad.
La necesidad no es poca: cerca del 80 por ciento de la comida que necesitan los bogotanos está a 300 kilómetros de la ciudad, en veredas y pueblos de los departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Tolima y Meta, donde a los campesinos les toca enfrentar los intempestivos cambios del clima, los intermediarios que negocian sus productos en la capital y la competencia desigual para comercializar sus productos en un mercado cada vez más internacional.
Desde hace siete años el Distrito viene apoyando a los productores que hacen parte de lo que en 2006 se llamó el Plan Maestro de Abastecimiento para la ciudad, pero a pesar de estas inversiones, los pequeños agricultores no se convirtieron en los proveedores de la Administración, que anualmente invierte cerca de un billón de pesos en la comida que se necesita para ancianatos, jardines infantiles y centros comunitarios.
La razón de esta falta de alianzas comerciales es la misma causa que amenaza el desabastecimiento de la ciudad: las organizaciones campesinas no logran ser competitivas por su falta de fortalezas empresariales.
Sus deficiencias son muchas. Tal y como diagnóstico el exministro y académico José Antonio Ocampo en su investigación Misión rural: hay ausencia de institucionalidad, muy poco acceso a crédito, escasas posibilidades de desarrollo tecnológico, talento humano deficiente, baja productividad y rentabilidad.
Los productores agrícolas vecinos de Bogotá no son ajenos a esta situación. Como parte de las acciones del Plan Maestro de Abastecimiento de la Secretaría de Desarrollo Económico, cuatro universidades de la región central evaluaron y aconsejaron a las organizaciones campesinas.
“Cerca del 25 por ciento de las organizaciones campesinas son muy débiles como empresas y por eso no logran comercializar sus productos”, explica Heliodoro Argüello, investigador de la Universidad Nacional, que trabajó con 34 organizaciones rurales de las zonas de Sumapaz, el oriente de Cundinamarca, El Guavio, Rionegro y zonas de Alto Ricaurte y Márquez en Boyacá.
En el caso de la Universidad del Tolima se intervinieron los municipios de Ibagué, Cajamarca, Fresno, Mariquita, Líbano, Lérida, Guamo, Coello y Rovira, de donde provienen la panela, la arracacha, el limón, la gulupa y el plátano, entre otras verduras y frutas.
En el Meta, la Universidad del Llano intervino en El Calvario, El Castillo, Fuente de Oro, Granada, Lejanías, Puerto Lleras, Puerto Rico, San Juanito, Villavicencio, de donde se abastece la ciudad con productos como el plátano hartón, yuca, fríjol, lulo, mandarina, naranja, guayaba y aguacate.
De estos departamentos proviene gran parte de los cinco millones de toneladas de alimentos que requiere Bogotá. Se estima que de Cundinamarca proceden 729.872 toneladas; de Boyacá, 285.140 toneladas; del Meta, 207.132 toneladas y del Tolima, 67.610 toneladas. Además de la zona rural de la ciudad llegan 8.931 toneladas.
Según los análisis de las universidades, los problemas más graves que tienen las organizaciones es que se constituyen por coyunturas, y luego los productores no logran mantenerse para ser competitivos juntos, lo que termina quitándoles fuerza para negociar por grandes volúmenes.
De acuerdo con el trabajo organizacional que adelantaron los académicos, no solo el Distrito podría convertirse en comprador de sus productos, sino que en el pujante mercado de los ‘fruvers’, los campesinos podrían encontrar nuevos aliados.
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