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Bogotá

Waze, ¿la nueva amenaza para el barrio? / Voy y vuelvo

Con información en tiempo real, se tomarán decisiones oportunas que ayuden a mejorar la movilidad en Medellín.

Con información en tiempo real, se tomarán decisiones oportunas que ayuden a mejorar la movilidad en Medellín.

Foto:Mauricio Moreno / Archivo EL TIEMPO

Por causa de la herramienta los ciudadanos nos estamos quedando sin tranquilidad en el vecindario.

¿Han notado que de un tiempo para acá la calle tranquila por la que solían transitar ya no es la misma? ¿Se han asomado a la ventana y han advertido que ahora hay más tráfico que antes? ¿Perciben exceso de ruido y mayor contaminación que hace un tiempo? Las respuestas a estos cambios podrían estar en Waze, la popular aplicación social que usamos millones de ciudadanos y que, sin duda, ha significado un alivio a la hora de movilizarnos o porque, como yo, no podemos con las direcciones de la ciudad.
Waze surgió –como muchas otras aplicaciones que surgen a diario en el mundo– para que, en apariencia, mejorara nuestras vidas. Gracias a estas iniciativas, hoy podemos movernos con mayor precisión, bajar música, ver películas por celular, medir los pasos que damos, hacer mercado sin salir de casa, seleccionar una ruta en TransMilenio o acudir al servicio de Uber, pese a su ilegalidad.
Y nada mejor que las aplicaciones para conglomerados urbanos como Bogotá, en donde la movilidad constituye el principal problema a la hora de salir de casa, el trabajo o la oficina. Waze sugiere rutas, evita atascos, sabe si hay algún problema en nuestro recorrido y los avivatos la usan hasta para evadir retenes de la policía, algo que ya le ha merecido innumerables críticas.
El problema es que por causa de dicha herramienta los ciudadanos, al parecer, nos estamos quedando sin tranquilidad en el vecindario, pues Waze no hace distinción a la hora de desviar a quienes van en carro, sino que los mete por donde le parezca con tal de no detener su flujo. Por lo mismo, no tiene reparo en sugerir que se tome una calle que antes era poco transitada. Sin embargo, planteada la solución, esa misma vía se empezará a llenar de camiones, buses, motos y demás, pues la información se comparte.
El impacto es inmediato, especialmente en horas de mayor congestión: aumentan la contaminación, el ruido, la posibilidad de accidentes y el daño de la malla vial. Pero no es culpa de Waze, sino de los mismos usuarios que son quienes alimentan la data de la plataforma y contribuyen con ello a ponerle fin a la serenidad del barrio.
Un análisis de Kasperski lab, página especializada en seguridad tecnológica, llama la atención en un reciente artículo porque, además de advertir el daño que se está ocasionando, revela que la gente ha empezado a adoptar mecanismos de defensa para evitar que Waze termine con la paz de una comunidad: envían información falsa, crean grupos que se inventan accidentes en el barrio y esto influye para que se busque otra ruta. Si nada de lo anterior funciona, plantean estrechar calles, poner más reductores de velocidad, eliminar cruces, etc.
Conociendo como conozco a los nuestros, no sería raro que, si el tema se vuelve así de invasivo, la gente empezará a pensar en algo similar: bloquear vías con maletines, piedras y palos, lo que podría terminar en enfrentamientos entre conductores y vecinos: los unos reclamando el derecho a la tranquilidad y los otros, a la movilidad. ¿Y qué pueden hacer las autoridades ante esto? Sería bueno empezar a averiguarlo antes de que sea tarde.
A propósito: los niños de Usme y Kennedy que obtuvieron el subcampeonato mundial de porras en EE. UU. no serán Nairo ni Ibargüen, pero un homenaje sencillo sí se merecen. ¿O no?
ERNESTO CORTÉS FIERRO
Editor Jefe EL TIEMPO
erncor@eltiempo.com
En Twitter: @ernestocortes28
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