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Bogotá

Robo y accidentes, dolor de cabeza de usuarios de la bici en Bogotá

Entre las modalidades para el robo de bicis se registra el uso de tijeras capaces de cortar metal.

Entre las modalidades para el robo de bicis se registra el uso de tijeras capaces de cortar metal.

Foto:123RF

En promedio, hurtan cinco bicicletas al día. En 2016 murió un ciclista cada 24 horas en accidentes.

La muerte de ciclistas en Bogotá va en escalada. Entre el 2012 y el 2016, los muertos en accidentes de tránsito pasaron de 33 a 72 y los heridos, de 231 a 730. Cifras alarmantes.
Si bien los robos de bicicletas reportados han disminuido –pasaron de 1.142 a 965 en el primer semestre del 2016 y el 2017–, el informe de calidad de vida de Bogotá Cómo Vamos envía una alerta porque, después del dinero en efectivo y el celular, la bicicleta es el elemento que más hurtan.
Por eso, a los ciclistas les sigue preocupando el estado de vulnerabilidad e indefensión que viven ante criminales que no dudan en usar todo tipo de armas para robarlos, incluso causándoles graves heridas y hasta la muerte.
Pese a todo aquello con lo que deben lidiar los biciusuarios, también se ha evidenciado un importante incremento en el número de personas que han decidido hacer de la bicicleta su medio de transporte. En los estratos 4, 5 y 6 fue en los que más hubo aumento: 19, 24 y 29 por ciento, respectivamente. Hoy se realizan en la ciudad más de 635.000 viajes en el día.
Siendo un referente en Latinoamérica por el uso de la bicicleta, Bogotá enfrenta tres grandes retos: construir los kilómetros de ciclorrutas prometidos para mejorar la infraestructura, promover las buenas prácticas y el respeto hacia los peatones para reducir los accidentes y, sobre todo, lo que más reclaman los usuarios: seguridad.
No son pocas las historias que ilustran el drama de los usuarios en la capital. El caso de Diana Carolina Cruz, una joven que, cuando se movilizaba por la localidad de Engativá, fue atacada por un hombre que la empujó, le robó su bicicleta y estuvo a punto de hacer que un taxi la atropellara, es solo uno más de los episodios que a diario viven estos ciudadanos en Bogotá.
Algunos argumentan que una de las maneras de blindarse de los criminales es no transitar por los tramos exclusivos para las bicis sino hacerlo en medio de los carros, pero este es un comportamiento que ocasiona más accidentes en las vías.
“La infraestructura de las ciclorrutas está desprotegida. Nos da miedo usarlas, y por eso es mejor ir por las avenidas”, confirma Daniel Bayona, del colectivo Súbase a la Bici y quien también fue víctima del robo de su bicicleta.
Asegura que estos tramos se convirtieron en foco de delincuencia, pues los criminales esperan a sus víctimas en esos recorridos.
Otro de los inconvenientes, según Fabián Amorocho, del colectivo Biciosos e integrante de la Mesa de la Bicicleta, es el proceso de denuncia que deben seguir cuando les roban las bicicletas, pues se enfrentan a interminables trámites que hacen que los denunciantes desistan y sus casos pasen a formar parte del enorme subregistro.
Pese a estos inconvenientes, los colectivos hacen un llamado a los ciudadanos para que denuncien y no dejen de usar la bicicleta, como lo hizo Diana Carolina, quien, además de hacer visible su caso, anunció tajantemente que no dejará de montar en ella.

Lo que están haciendo

Desde hace un año, Bogotá cuenta con la ‘Gerencia de la bicicleta’, un proyecto encabezado por David Uniman y que tiene como objetivos principales trabajar de la mano con los ciudadanos, la Policía y las secretarías de Seguridad, Gobierno y Movilidad para mejorar las condiciones de seguridad e infraestructura para los ciudadanos.
“En temas de seguridad, la Secretaría está identificando los puntos donde más robos de bicicletas se presentan, para dejar a un lado el patrullaje de la Policía por zonas y, en cambio, focalizar los puntos donde debemos intervenir”, anunció Uniman.
La creación de un registro único de bicicletas para regular su hurto y comercialización ilegal es otro proyecto en curso que también facilitará los procesos de denuncias de los ciclistas que sean víctimas de los criminales. Se espera que a finales de este año quede lista la primera fase.
Además de lo anterior, desde hace dos años existe el programa ‘Bicirrutas seguras’, iniciativa liderada por el coronel de la Policía Óscar Daza y que ha priorizado ocho zonas de ciclorrutas en la ciudad afectadas por los robos a los ciclistas. Con 230 uniformados en bicicleta, recorren los tramos para acompañarlos.
Finalmente, a estos trabajos se suman la construcción de más tramos para ciclistas y cicloparqueaderos, según un estudio de ciudad, como también la instalación de algunos mobiliarios urbanos y la consolidación del manual de los diez mandamientos del ciclista, para mejorar su comportamiento en las vías y reducir los índices de accidentalidad.

Le robaron su ‘tesoro’

Después de muchas horas de trabajo en un restaurante y de muchos días de ahorro, Brandon Botia logró comprar una bicicleta: era su sueño hecho realidad. Sin embargo, no le duró mucho.
“Tiempo después me citaron a firmar contrato con una compañía de vehículos y dejé mi bicicleta frente a la estación de TransMilenio de la Pradera, en Suba; la amarré con el candado, pero cuando firmé y volví a bajar ya no estaba, me la robaron”, recordó.
Al instante apareció un señor y le dijo que fuera al barrio Floresta Sur para recuperarla. No lo logró. Lideró protestas para decirle no a la compra de bicicletas robadas, publicó anuncios para recuperarla, pero de nada sirvió.
“Espero que cesen los hurtos y tengamos más seguridad, apoyándonos entre todos”, concluyó.

Terminó en el hospital

Dos fracturas de tibia y cúbito, cuatro días hospitalizado, un mes de incapacidad, jornadas de terapia física y un trauma psicológico. Tal fue el saldo que le quedó a Manuel Gutiérrez después de que le robaran su bicicleta.
El pasado 5 de febrero, como habitualmente lo hacía, iba en su bici del trabajo a su casa a las 7:30 p. m. cuando, en la avenida 68 con calle 53, dos hombres se abalanzaron contra él, lo empujaron y se llevaron su bicicleta, su billetera y su celular.
Cinco meses después, la Fiscalía no ha avanzado nada en el proceso.
“La idea es minimizar el trauma y andar con más preocupación”, concluyó Manuel.

‘Siento miedo, pero no voy a dejar de usarla’: Carolina

Cuando Diana Carolina Cruz iba a entrenar en su cicla de ruta, un delincuente le salió al paso en la carrera 93 con calle 91 y la empujó; al caer al piso, casi la atropella un taxi. El video, publicado por ‘Citynoticias’, causó indignación además porque otros dos cómplices le cayeron encima a la mujer y la amenazaron con arma blanca para evitar que hiciera escándalo.
Esa es la escena cotidiana que se ve en varias calles y ciclorrutas, según los reportes de los colectivos consultados por EL TIEMPO. Cruz dijo que, pese a sentir miedo a raíz de lo que le sucedió, no va a dejar de entrenar ni de movilizarse en cicla porque esa es su pasión, a la que le había invertido más de 3 millones de pesos.
Diana Carolina hizo un llamado a las autoridades de Policía y a la Administración Distrital porque, a su juicio, de nada sirve que se aumenten los ciclistas, se incrementen las ciclorrutas o que las iluminen si no hay seguridad.
Aunque no hay confianza, ella les pidió a las otras víctimas que, a pesar de las barreras que hay para acceder a la justicia, la clave es que denuncien los casos –dice– para hacer visible el delito y poder tener una estadística más real y poder dar captura a los delincuentes que tienen azotadas algunas zonas de la ciudad por donde se movilizan los biciusuarios.
Aunque su caso fue uno de los más visibles en los medios de comunicación, hasta el momento no hay información acerca de la investigación.

Modalidades de hurto

La milenaria. Los delincuentes abordan a la víctima, le hacen la charla para invitarla a participar en algún recorrido. Poco a poco le endulzan el oído, le pintan pajaritos en el aire y cuando se da cuenta, ya no tiene bicicleta.
El empujón. Se lanzan sobre la víctima, lo golpean y amenazan con armas de fuego o cortopunzantes.
La jalada. En horas de la madrugada del pasado 25 de julio, varios hombres, al parecer con químicos, “derritieron la puerta del garaje, abrieron la puerta, que quedó lisa, y se llevaron mis tres bicicletas”, dice Ana.
El pato. El parrillero de la moto le canta al conductor dónde está la víctima. Se le acercan, le cierran el paso y el pato de la moto se baja, lo encañona.
La cizalla. Son bandas organizadas que cargan estas tijeras gigantes, que sirven para cortar las guayas de acero como si fueran un alambre dulce.
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