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La Policía también sufre los efectos de las peleas callejeras

Expertos consideran que la institución ha perdido autoridad. Van 240 agredidos este año.

ALEJANDRA P. SERRANO GUZMÁN
Las madrugadas del sábado, domingo y lunes estuvieron marcadas por la violencia, no solo por el elevado número de peleas que hubo en los barrios, sino por la agresión a cinco policías en el sur de Bogotá, cuando hacían su trabajo.
De hecho, solo en esos tres días se reportaron 3.000 riñas en diferentes puntos de la ciudad –especialmente en las localidades de Kennedy, Suba, Ciudad Bolívar y Rafael Uribe Uribe–, y varios de los episodios involucraron a ciudadanos en estado de embriaguez.
Lo más grave es que en uno de estos, justo cuando los uniformados llegaron al barrio Centenario, sur de Bogotá, donde tenían la tarea de calmar los ánimos –por petición de los vecinos–, estos fueron recibidos con palos, tubos y botellas, que les lanzaron desde una terraza.
Tras la agresión, algunos uniformados fueron dados de alta, pues las lesiones no ameritaban mayores cuidados, mientras que Medicina Legal les dio a los demás entre seis y ocho días de incapacidad.
Además de que este capítulo, considerado por las autoridades como una evidencia del “altísimo índice de intolerancia” que hay en la ciudad, pone sobre la mesa los graves efectos negativos que pueden ocasionar estas disputas barriales, también muestra que las herramientas que tiene la Policía para ejercer su trabajo sin poner en riesgo su vida se están quedando cortas. Incluso, advierte sobre la posible falta de autoridad en la que están cayendo.
Son graves sus efectos
Las riñas, que si bien no han tenido un incremento exponencial en Bogotá –cada fin de semana, según las autoridades, se registran entre 2.000 y 2.500–, están ocurriendo en lugares donde antes no se presentaban.
Según el analista internacional Jairo Libreros, “el año pasado estaban concentradas de manera especial en los lugares con las principales aglomeraciones de los ciudadanos por cuenta de actividades comerciales o de rumba, por ejemplo. Ahora se dan en parques, en lugares cercanos a las tiendas de barrio donde se expende cuestionablemente alcohol (...) Lo que más ha afectado es la variación y multiplicación de los sitios donde se presentan”.
Para completar, las peleas ahora son letales. Solo en lo corrido de 2015 han fallecido 238 personas, en cuentas de la Policía Metropolitana de Bogotá, prácticamente una persona al día.
Ni qué decir de la forma como estos hechos violentos están afectando a los uniformados. De un lado, cuando la situación se les sale de las manos (como el fin de semana, con la agresión en el sur de la ciudad), golpea la moral de los miembros de la institución y, de otro, los pone en inminente riesgo cuando atienden el llamado de la comunidad, muchas veces de manera desesperada.
Basta con revisar las cifras para darse cuenta de la magnitud del problema. En lo corrido del 2015 ya son 240 los policías lesionados mientras cumplen con su labor. ¿Por qué?
Para el experto en seguridad Hugo Acero, lo que está sucediendo es el resultado de la laxitud reinante en la ciudad y la carencia de sanciones administrativas y legales. “Detrás de todo esto está la pérdida de control y de autoridad que tiene Bogotá, que no es solamente con la Policía. En Bogotá, los ciudadanos pueden hacer lo que se les da la gana y no les va a pasar nada (...) esto termina afectando a la Policía”, explicó.
“La postura que ha adoptado la sociedad civil es la de desconocer por completo su autoridad (...) la Policía se siente desamparada en el espacio público y sabe que, entre menos se meta en ese tipo de actividades, se va a evitar líos que pueden afectar su carrera y su propia vida”.
A eso se suma la sensación que tienen algunos ciudadanos y expertos en la materia de que los miembros de la institución terminan maniatados al tratar de actuar.
“La Policía se siente maniatada e intimidada. En los últimos años no se ha actualizado ni modernizado ni expedido un Código de Policía que les dé herramientas reales para manejar los disturbios, las riñas y cualquier otro tipo de incidente que se presente en el espacio público”, explicó Libreros.
¿Qué dicen los candidatos?
‘Restringir venta de licor’: Clara López
“Haría lo mismo que impuse cuando fui alcaldesa en el 2011: impondría un horario limitado de expendio de alcohol, que sería de 11 de la noche a las 10 de la mañana, en las más de 60.000 tiendas que hay en la capital. Una de las principales causas de las riñas es el consumo irresponsable del alcohol”.
Trabajaremos en prevención’: María Mercedes Maldonado
Hay que trabajar en prevención con programas para jóvenes basados en acceso al arte, la cultura y el deporte. Fortaleceremos las unidades de mediación alternativas de resolución de conflictos y haremos que los cuadrantes estén vinculados a planes de seguridad y convivencia con la comunidad...”
‘Creación de centros culturales’: Enrique Peñalosa
Con la creación de 20 centros culturales y deportivos en las localidades vamos a tener otras actividades para que desahoguen toda su energía de manera constructiva. También vamos a realizar jornadas pedagógicas para que el consumo de licor se haga con moderación y responsabilidad...”
‘Trabajo en equipo’: Francisco Santos
Lo primero es entender que las riñas son por diferentes motivos y por eso debemos tratarlas de forma diferente. Las riñas familiares: allí debemos trabajar de la mano de las comisarías de familia, que deben ser la primera barrera contra la violencia. Por consumo de alcohol, debemos hacer una intervención con mayor presencia de la Policía...”.
ALEJANDRA P. SERRANO GUZMÁN
Redactora de EL TIEMPO
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ALEJANDRA P. SERRANO GUZMÁN
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