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Secretario de Educación hace un balance de su administración

Óscar Sánchez asegura que desde hace un par de décadas se ha mejorado la calidad educativa.

CAROL MALAVER
Avances en infraestructura educativa, refrigerios escolares y droga en los colegios son solo algunas de las polémicas que ha tenido que enfrentar el secretario de Educación, Óscar Sánchez. En entrevista con EL TIEMPO muestra los logros de su administración, cómo saneó de la corrupción buena parte de esa entidad, por qué les entregó a las autoridades un reporte de las bandas y ollas que afectan a los colegios y cómo ha tenido que enfrentar a los entes de control mientras trabajaba en sus planes de gobierno.
¿A pocos meses de finalizar su administración, cuál es su balance?
Hay razones para ser optimista. Desde hace un par de décadas hemos ido mejorando en calidad educativa. Exploramos mucho la educación para la primera infancia basada en el juego, y en básica primaria y secundaria logramos que los niños no solo tuvieran aprendizaje en español o matemáticas, sino en formación ciudadana, deportiva y artística. (Lea también: Detectan 247 expendios de drogas ubicados en colegios y universidades)
¿Qué logró en jornada completa?
Nosotros tenemos 230.000 estudiantes que asisten ocho horas diarias al colegio y que complementan sus estudios con actividades artísticas, musicales, deportivas y sociales. Hoy hay 113 colegios que funcionan con la jornada completa desde el grado prejardín hasta el grado 11 y algunos el 12. Otros 260 colegios tienen jornada completa, pero en la educación media, es decir, en los grados 10 y 11. Para ello hemos utilizado, además de la infraestructura propia, parques, salones comunales, los Clan de Idartes, entre otros escenarios. Para esto se contrataron 3.200 docentes adicionales y se les pagan horas extras a quienes voluntariamente quieren participar en el programa. 250.000 niños de un total de 900.000 es un gran logro. Quien me suceda debe seguir con este propósito. (Además: En 2018 habrá 2,3 millones de alumnos en jornada única)
¿Se logró avanzar en infraestructura?
Hemos invertido 600.000 millones de pesos en infraestructura, más de lo que invirtió el gobierno de Luis Eduardo Garzón, que en realidad fue un ciclo de infraestructura que duró seis años. Hicimos más de 500 adecuaciones para poder poner laboratorios, cocinas, patios, techos, pisos, bodegas sanitarias en colegios con problemas en sus instalaciones. 700.000 estudiantes se beneficiaron.
También aprovechamos esos lotes de esos colegios para jardines infantiles. Hoy hay 25 jardines nuevos que se están construyendo de ladrillos convencionales en lotes grandes, pero además vamos a llegar a 35 jardines hechos con tecnología modular en lotes que tenían los colegios disponibles. Todo esto permitió habilitar 600 aulas para primera infancia.
Dicen que esa infraestructura modular no sirve.
No es verdad. Hay evidencia sólida de que estamos haciendo magníficas infraestructuras tanto de ladrillo como metálicas. La matrícula en primera infancia pasó de 61.000 a 85.000 estudiantes y va a llegar a 90.000 a final de esta administración. Y en cuanto a colegios, sumando los que ya terminamos y las obras que dejamos andando, llegamos a 60 infraestructuras para los niños de Bogotá. Muchos proyectos que nosotros comenzamos se van a inaugurar en 2016 y 2017. Los colegios en lotes nuevos se están haciendo, pero nosotros priorizamos las restituciones; esa fue una buena decisión, son colegios maravillosos. El Jorge Eliécer Gaitán es uno de ellos. Son ciento por ciento nuevos, así el lote no sea nuevo. El problema ha sido déficit de suelo, y en eso también tenemos logros importantes. Cuando llegamos teníamos cero metros cuadrados de sesión disponibles y hoy tenemos más de 300.000 metros cuadrados de sesión disponibles. Otra cosa es que Bogotá pasó de tener más de 500 edificios en condición crítica a tener hoy como unos 150 no más.
¿Logró liberar a la SED de la corrupción?
Saneamos áreas vulnerables como la gestión de matrículas, contratación de obras, prestaciones para los maestros e inspección y vigilancia. Todo lo que se puede hacer en materia preventiva lo hicimos. Por ejemplo, estructuramos los pliegos para que exista más competencia entre los oferentes. Sin embargo, yo siento que hay temas en los que nos falta encontrar la manera de investigar y sancionar algunas conductas. Pero esa labor no depende de mí, sino de los organismos de control de Bogotá y de la Fiscalía. Otra cosa es que hay muchas restricciones para cambiar reglas de contratación, de salubridad, eso mantiene a muchos funcionarios públicos con las manos atadas.
¿Le quedaron más amigos o enemigos?
La opinión pública está satisfecha con lo que hemos hecho. Más allá del sensacionalismo de los hechos violentos, lo que más pasa en los colegios son cosas maravillosas. Los expertos del mundo reconocen nuestros proyectos.
¿Y los políticos?
La clase política nos considera gente seria, pero solo lo reconocen en privado. En público los ataques son inclementes y la polarización nos afecta. Pero ellos no construyen la opinión que me importa ni por la que actúo. La opinión de los políticos me tiene sin cuidado.
La SED les entregó a las autoridades toda una investigación sobre los actores que afectaban los entornos escolares. ¿Ellos actuaron?
Construimos toda una base de datos con información sólida sobre pandillas, criminalidad y narcotráfico, fenómenos que han venido afectando los entornos de los escolares y los colegios. Aunque entiendo que todas las entidades e instituciones tienen sus propias metas y que a pesar de eso hemos logrado muchos acuerdos, necesitamos que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), la Fiscalía y la Policía actúen de forma más coordinada.
Nosotros hacemos lo que nos corresponde como Secretaría. Registramos cada caso problemático, le hacemos manejo preventivo y activamos la orientación escolar y terapéutica. Deberíamos poder actuar con mayor armonía con todos los actores. El ICBF debe verificar si las familias están cumpliendo con las responsabilidades que tienen con sus hijos. Hay una discusión muy fuerte de cuándo el niño debe entrar a un esquema de protección o distanciarlo del colegio a otro tipo de educación.
Con la Policía también hemos hecho acuerdos de trabajo sobre temas como las requisas y con La Fiscalía, pues últimamente aceleraron la marcha y estamos a la espera de muchos resultados, sobre todo en lo que tiene que ver con los líderes de las pandillas.
¿Hay 180 solicitudes de traslado por amenazas a profesores?
Casi nunca la amenaza a un profesor viene de un niño, hay otros originadores: anónimos, pandillas, papás, extorsionistas. En cada casa hemos procedido al traslado. Nunca un docente amenazado ha sido víctima de agresión.
¿Qué se logró en bilingüismo?
El mayor logro para mí fueron las aulas de inmersión, en donde un voluntario internacional entra en contacto con los niños del colegio.
¿Cómo es el balance en tecnología?
Trabajamos mucho en mejorar la conectividad en los colegios. Hoy son más de 600 las salas con internet de alta velocidad, y la mitad de esas ya tienen áreas inalámbricas consolidadas.
¿Cómo califica su gestión en el tema de refrigerios escolares?
El programa de alimentación escolar de Bogotá tiene una fortaleza y una debilidad. Es el mejor programa en términos de nutrición y eficiencia porque entrega más de 800.000 raciones diarias, lo complicado es comprar la comida. La nutrición escolar ha quedado en manos de unas empresas muy politizadas. Yo creo que hay que corregir el esquema de contratación.
¿Qué le diría al nuevo alcalde de Bogotá?
Que no haga borrón y cuenta nueva. Que mantenga los proyectos sólidos que les vamos a entregar y que trabaje en otros como la relación de los colegios con las familias; hay que fortalecer esos vínculos. También tiene que trabajar en fortalecer la educación superior. No cubrimos ni el diez por ciento de las necesidades que tiene la ciudad.
¿Han cometido injusticias con usted?
He tenido un aprendizaje enorme. Creo que hay sectores de la clase política y de los organismos de control que no son equilibrados en sus valoraciones, pero eso no me afecta demasiado. Lo que sí me afecta es cuando se cometen injusticias contra el prestigio de la educación pública o contra la dignidad y el buen nombre de los niños. Eso es injusto. Eso mina la confianza de la gente en la educación.
CAROL MALAVER
Redactora de EL TIEMPO
* Escríbanos a carmal@eltiempo.com
CAROL MALAVER
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