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Barrio el Mochuelo Alto, acorralado por ratas e infecciones

Habitantes sufren impacto de relleno Doña Juana. Autoridades dicen que la situación está controlada.

Luz Mary Rodríguez se murió a los 28 años luego de comerse una manzana infectada con babas de rata. En cuestión de semanas, esta habitante de la vereda Mochuelo Alto (localidad de Ciudad Bolívar) presentó síntomas que la llevaron al hospital La Merced y acabaron con su vida.
Por su caso nadie respondió, aunque los médicos especialistas le aseguraron a su familia que la bacteria que la atacó y destruyó sus sistemas de defensa, lo que al final desembocó en un fuerte síndrome pulmonar, se transmite por las secreciones del roedor. “Imagínese la cantidad de virus y porquerías que trae desde el relleno un bicho de esos”, señala Evangelina Martínez, tía de la fallecida y vecina de la zona hace más de 50 años. Luz Mary falleció en el 2015.
En este sector rodeado por colinas verdes, algunas minas de excavación, ladrilleras y, claro, gran parte del relleno sanitario Doña Juana, sus pobladores se muestran exhaustos de aguantar las malas condiciones que desde 1988 les impuso su vecino más dañino. Y el derrumbe que generó una emergencia el pasado 2 de octubre, advierten, aún les afecta.
En el relleno no hay un sistema que capte el agua lluvia, “condición que contribuye a la infiltración de dichos flujos y, por ende, a una saturación del material”, explicó un informe de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), tras un análisis a lo sucedido. Una multa de 400 millones de pesos fue impuesta a la Unidad de Servicios Públicos (Uaesp), que es la entidad que responde, y al operador, Unión Temporal Centro de Gerenciamiento de Residuos (CGR), por disponer una serie de escombros en sectores prohibidos del relleno (2015).
El deslizamiento produjo una saturación de malos olores, brotes de piel y enfermedades respiratorias entre los habitantes, que EL TIEMPO reveló en varios artículos. En su momento, los responsables de la operación del lugar se comprometieron a realizar actividades preventivas.
“Hay que reconocer que el derrumbe del año pasado (alrededor de 600.000 toneladas de material) lo arreglaron rápido y le bajaron a ese olor asqueroso que se subió al principio. Pero desde eso no han vuelto mucho”, expone Sixta Cangrejo, líder comunal, que coincide en la proliferación de ratas y moscas que una vez pican producen alergias e irritaciones. Varios vecinos muestran sus problemas de piel y demandan más acciones por parte del CGR.
Al permanecer en Mochuelo Alto unos minutos, los ojos se irritan, se genera molestia en la garganta y el olor se torna casi insoportable. En contadas paredes se ven polisombras repletas de moscas: estas tienen pegante para los insectos (instaladas por CGR). Pero la gente exige más de estos elementos, así como fumigación y más trampas o jaulas para ratas (que en ocasiones se les entregan por parte del operador).
Vivian Ulloa, subdirectora de Disposición Final de la UAESP, expresó: “En la operación del relleno se hacen fumigaciones, a diario, en el frente donde se dejan los residuos. Una vez al mes se hace una fumigación perimetral. Pero fumigar en las casas es la última opción; se evita, porque no es lo ideal hacerlo con frecuencia, por salud”.
Frente a la demanda de más polisombras que contengan las moscas y cebos para atrapar roedores, la funcionaria agregó: “Tomamos atenta nota para revisar con ellos (CGR) cómo lo están haciendo y bajo qué criterios ponen en un lado y en otro no, para que atiendan a las personas que lo exigen, pues esa es su obligación”.
Mientras tanto, la gente que lleva décadas en el lugar aún maldice el día que se instaló el relleno en el sector. Así mismo se apañan para mantener higiénicas sus casas y liquidar a las ratas, pues no quieren correr la misma suerte que un día se llevó la vida de Luz Mary.
FELIPE MOTOA FRANCO
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter: @felipemotoa
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