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Comerciantes chinos quieren quedarse con el mercado de San Victorino

Negociantes nacionales están preocupados por el pago de millonarios arriendos y primas por bodegas.

HUGO PARRA
Comerciantes de ropa del populoso sector de San Victorino, la zona de negocios al por mayor en el corazón de Bogotá, prendieron alarmas. Junto con vendedores, costureras, confeccionistas, conductores y todos los que dependen del negocio, programaron para este miércoles una marcha contra los precios bajos de los productos chinos que de tiempo atrás inundan el sector y por el presunto pago de elevadas primas que hacen los asiáticos para quedarse con locales y bodegas.
“La jornada es en defensa de la manufactura nacional y en contra de esta forma de desplazamiento. La marcha saldrá hacia la plaza de Bolívar con camisetas que tendrán la frase ‘Yo compro a colombiano. ¿Y tú?’ ”, dice Yansen Estupiñán, líder en el centro comercial GranSan.
Esto lo hacen porque consideran que las mercancías de los extranjeros se mueven a través de más de 30 locales que ellos tienen arrendados –entre las calles 10 y Jiménez y de la carrera 10.ª hasta la Caracas– a precios que van contra el producto nacional. Temen perder el puesto de trabajo, el capital y que San Victorino se vuelva un barrio chino.
Una camisa confeccionada en un taller satélite en Ciudad Bolívar, en el sur, vale $ 24.000 y se vende en $ 28.000. La versión china se vende por la mitad. En total, San Victorino, según cifras de Fenalco, genera 23.800 empleos en 2.500 establecimientos. Además, a diario pasan 400.000 personas.
“Los chinos se quieren apoderar del madrugón y de todo esto”, añade Yansen. Varios comerciantes lo respaldan. Él, al igual que otros empresarios, sospecha que hay pagos de primas para sacar a los vendedores formales locales y quedarse con las bodegas mejor ubicadas e imponer el monopolio.
Así es el negocio
EL TIEMPO habló con uno de los líderes chinos en una lujosa oficina de la avenida Jiménez, que pidió reserva de su identidad. Confirmó que pagan los mejores arriendos a los propietarios colombianos en transacciones legales y registradas en notaría. Según dice, por un mes de arriendo pagan $ 15 millones, casi el doble que un colombiano. Pero esta semana corrió el rumor de que el último pago de una prima para una bodega en la calle 10 con 10 superó los $ 3.000 millones en efectivo. Esto sin sumar el arriendo, que supera los $ 180 millones.
“No hay escrituras, ni promesas de compraventa. No quieren dejar rastro de quién está detrás”, afirma una joven empresaria que pide no revelar su nombre.
El negociante chino dice que eso le da “mucha risa” porque “quién va a tener más de un millón de dólares en el bolsillo para pagar una prima o de qué cuenta bancaria van a salir”.
Según el relato de varios trabajadores del sector, el peso de la llegada de extranjeros a la zona se comenzó a sentir hace más de seis meses, cuando el precio de las mercancías locales, que corresponden al 51 % en confecciones, se desplomaron.
“Las mercancías de ese origen tienen cierta legislación que les permite ponerla en mejores condiciones que fabricarla aquí –sostiene Estupiñán–. En Colombia nos toca pagar IVA del 16 %, la carga prestacional, el pago de las nóminas, el transporte, los parafiscales, los arriendos y la retefuente. Es más del 40 % del ingreso”. A lo que el ciudadano chino responde que la pelea es por la ganancia versus el ahorro al bolsillo.
Investigadores de diferentes agencias de seguridad señalan que están tras la pista de los capitales que se inyectan en estos negocios para establecer su procedencia.
“Tenemos bajo la lupa varios extranjeros, socios o contactos en Colombia que operan en la zona, pero no podemos dar más detalles”, precisó un investigador. Indagan sobre cómo ingresan o usan recursos para que les cedan los locales y si hay posible lavado de activos, contrabando o evasión fiscal.
El comerciante chino dice que no son mafia, que todo es legal y que sus “paisanos” solo llegaron a hacer negocios. Sostiene que no son más de 20 bodegas y locales que tienen en San Victorino.
Las autoridades han identificado establecimientos en varias localidades, en especial en Usaquén, Suba, Fontibón y Bosa. Además, monitorean las mercancías que se mueven en los sanandresitos de San José, la 38, norte y varios 'outlets' de la ciudad.
En operativos realizados por la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa) junto con la Dirección de Impuestos Nacionales (Dian) y la Fiscalía se han abierto 19 expedientes. El 80 % de estos casos corresponden a actividades de los primeros meses de 2016, lo que coincide con las denuncias de los comerciantes. La Fiscalía adelanta tres procesos por contrabando y seis por el favorecimiento y facilitación del contrabando.
Solo en los cuatro primeros meses del año se han efectuado 68 visitas aduaneras con operaciones de mercancías por $ 11.504 millones: un incremento de 453 % respecto al 2015.
Janeth Rodríguez, miembro de una de las 5.000 familias de comerciantes del sector, tiene 17 satélites con 12 operarios ellos distribuidos en varios barrios del sur. Cada satélite saca 250 prendas semanales y por cada prenda pagan entre 5.000 y 6.000 pesos por la sola confección. “Muchos se quedarían sin empleo por esas mercancías. ¿Qué les vamos a decir a esas madres que trabajan en los barrios y que arman estas prendas en el patio o en su habitación?”.
Estupiñán y los chinos señalan que una prenda de marca “se gana el 40 % mientras que nosotros lo hacemos al por mayor y ganamos por volumen.
“Hace 20 años San Victorino era ilegal, sucio, feo, estaba infestado de delincuente, sin espacio público y la calle del Cartucho nos tenía estigmatizados. Y ahora, que lo recuperamos, ¿se convertirá en el barrio chino de Colombia?”, cuestiona el comerciante local.
El presidente de la Comunidad China, Kenny Tsui, dijo que no hay mafias, ni lavado de activos ni contrabando y que la mayoría de la mercancía es legal. Señala que consiguen mejores precios, pues cuando los colombianos viajan, compran en ferias mientras que los suyos conocen dónde hay remates de fábrica.
HUGO PARRA
Redactor EL TIEMPO
HUGO PARRA
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