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Rumba clandestina le gana la batalla a Bogotá

Según Policía, 80 por ciento de los 488 clubes sociales registrados se dedicaría a esta actividad.

EL TIEMPO
La rumba clandestina en Bogotá no se detiene. Disfrazados como clubes sociales, los sitios se siguen tomando los barrios mientras la Policía está maniatada.
Aunque no hay cifras concretas que lo respalden, solo ante la Cámara de Comercio de Bogotá, 488 establecimientos se han registrado como clubes sociales desde el 2012 a la fecha. Entre ellos, aquellos sociales, culturales y recreativos, muchos de los cuales no son legales.
La alarma la lanzó el general Humberto Guatibonza, comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, hace un par de semanas en una entrevista con EL TIEMPO, en la que aseguró que son burlados cuando intentan ingresar a las casas que exceden el horario permitido e, incluso, se dijo que al menos 80 sitios de este tipo funcionan en la ciudad. Como los sitios son privados, la Policía no puede realizar inspecciones.
Son las propias autoridades las que aceptan que, si la tendencia se mantiene como hasta ahora, cada vez será más difícil contener a los propietarios que también camuflan sus negocios como reuniones o fiestas familiares, en las que se permite el ingreso a menores de edad y hay ventas y consumo de licor y alucinógenos. Incluso, hay quienes utilizan las redes sociales como una plataforma para encontrarse en estos lugares.
“Se citan en una casa por una fiesta familiar, y resulta que son lugares donde están involucrados menores, licor y estupefacientes”, precisó el alto oficial.
Si bien están situados por toda la ciudad, las autoridades han detectado que se concentran en el sur.
En Ciudad Bolívar, por ejemplo, la batalla contra estos sitios clandestinos se está perdiendo. Algunos supuestos afiliados cuentan con un carné que los acredita como tal. “Es una bodega grande con luces, como si fuera un bar. Ahí venden licor y, si llega la Policía, hay piezas atrás donde meten a los menores de edad”, contó una residente del barrio México de esa localidad.
Uno de los problemas que gira entorno a estos lugares que funcionan bajo la clandestinidad es que las autoridades no tienen herramientas para controlarlos.
Según el experto en seguridad y docente de la Universidad del Rosario, Germán Sahid, por más que la Policía, las alcaldías locales o la Alcaldía Mayor traten de frenarlos, no hay una legislación clara sobre el tema.
“No hay quien controle lo que ocurre alrededor de estos amanecederos, donde hay venta de trago adulterado, drogadicción o delitos, que generan una sensación de criminalidad generalizada a los barrios aledaños a estos establecimientos”, explicó.
Asimismo, el analista Jairo Libreros aseguró que, de no fortalecer las herramientas jurídicas “que le den mayor libertad a la Policía y a la alcaldía para intervenirlos y cerrar sus actividades, no vamos a ganar la batalla”.
Al panorama de Ciudad Bolívar se suma el del sector de la avenida Primero de Mayo, cerca de donde ocurrió la tragedia del Night Club, el 15 de septiembre del 2013, que dejó un saldo de seis muertos. (Lea: Imputan cargos por tragedia en amanecedero 'Night Club')
EL TIEMPO hizo un recorrido y se encontró con tres a lo largo de cuatro cuadras en ese sector de la ciudad. Los sitios en los que se puede seguir bailando y tomando licor hasta pasadas las 7 de la mañana están a la orden del día. “Bajan la reja y siguen la rumba; eso no cambia”, contó un taxista.
¿Y la rumba extendida?
A mediados de julio del año pasado, la administración le dio un giro a la vida nocturna en la ciudad, aumentando en dos horas el cierre de algunos establecimientos de la ciudad, según el sector. En ese entonces, uno de los objetivos que se buscaba al poner en marcha la extensión horaria era acabar con la clandestinidad, y sus resultados que todavía están en veremos.
Si bien la administración asegura que con la rumba extendida se ha logrado controlar la proliferación de los amanecederos no autorizados, en algunos sectores están creándose establecimientos para fines que no son otros que los de continuar la rumba más allá del horario permitido.
Para la subsecretaria de Seguridad y Convivencia de Bogotá, “los amanecederos siguen siendo unos espacios ilegales, (...) persisten en algunos lugares y sobre algunas actividades. Hay establecimientos en los que se camuflan otro tipo de actividades que no están permitidas, como la prostitución”.
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